Raul Rivero
30.11.2009
LAS DICTADURAS totalitarias queman todos los días una parte del dinero
público en la difusión de su discurso doctrinario. Se invierten fortunas
en la edición de panfletos, programas de radio y televisión, cine
militante y literatura comprometida. Pero la guerra a muerte contra el
enemigo es uno de los capítulos más costosos de ese sistema de propaganda.
Es una práctica indecente y perversa usar los recursos de los ciudadanos
para inventarles una vida maravillosa en un país de atrezo. No importa
que se haga mediante un aparato estatal de divulgación o con el control
de la mayoría de los medios de prensa y dos o tres espacios libres
todavía, pero con la horca levantada al doblar de la esquina.
Es denigrante (y carísimo también) invitar a partidas de manganzones
internacionales para que escriban tratados sobre el bienestar y la
alegría de las víctimas. Algo más que hay que abonar después para que
esos profesionales de la celebración salgan disparados a otros países a
dar conferencias y a publicar las observaciones que hicieron durante sus
horas de meditación y sobremesa en los patios de las casas de protocolo.
Toda esa gangarria tiene su precio. Como lo tiene -ya en una moneda más
valiosa y escasa- la voluntad de dejar a la sociedad silenciada durante
años para imponer una arenga mortecina que sólo sirve para subir la
intensidad del tedio nacional.
Es una inversión constante para que el grupo de poder no se mueva, para
vender su gestión y prolongar la mansión en palacio.
El anuncio del peligro de guerra es otro factor importante, más caro ya
está dicho, en el afán de los dictadores de permanecer al mando. No hace
falta un movimiento de tropas enemigas. Hay que hablar de contiendas.
Diseñar, con precisión y banda sonora, eventuales ataques de invasores
para que se haga imprescindible la presencia del salvador de la patria
amenazada. A este apartado propagandístico pertenecen los seis aviones
chinos de guerra que llegarán a Venezuela en enero, los primeros de una
partida de 18. Y allí están también los cien mil Kalashnikov, 53
helicópteros y 24 aviones Sukhoi comprados a Rusia. En ese rumbo van las
movilizaciones hacia la frontera con Colombia.
En otra dimensión, pero con el mismo objetivo, se realizó el fin de
semana en Cuba, el ejercicio militar más grande de los últimos años con
el propósito de «elevar la capacidad disuasiva para evitar una
confrontación con Estados Unidos». Cuatro días de ejercicios y peroratas
bélicas en un país arruinado y seco.
Las costosas guerras que inventan los totalitarios tienen muchas maneras
de matar soldados.
Arsenal de vitrina | Opinión | elmundo.es (30 November 2009)
http://www.elmundo.es/opinion/columnas/raul-rivero/2009/11/21316634.html
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