Publicado el 01-03-2009
La dictadura más larga
Por Pablo Alfonso
La dictadura más larga de la historia acaba de cumplir en Cuba cincuenta
años en el poder.
Como sucede con cualquier acontecimiento que impone marcas mundiales,
este aniversario acapara cintillos y espacios noticiosos en la prensa
internacional. Los ha habido de todo tipo. Desde los más informativos y
analíticos hasta los más triviales y anecdóticos. Como era de esperar
los medios locales de prensa en Miami, se han llevado la palma. No debe
ser una sorpresa. Aquí se conjugan el interés periodístico y los
reclamos del mercado. A fin de cuentas, de algo tiene que valer eso de
ser una provincia cubana de ultramar o aquello de la segunda ciudad con
más residentes cubanos, de origen o ascendencia.
El mundo académico y los analistas de los "think tanks" también han
aportado su cosecha, produciendo un aluvión de enjundiosas hipótesis e
interpretaciones valorativas que motiva la fecha.
El nudo gordiano, en torno al cual gira este aniversario, se resume para
muchos en una pregunta de múltiples respuestas y también, si se
prefiere, de múltiples preguntas con igual número de respuestas: ¿Qué
cosa se está conmemorando? ¿El triunfo de la Revolución Cubana (con
mayúsculas como gustan algunos de escribir) o del socialismo
marxista-leninista? ¿El triunfo de un movimiento cívico-popular que
derrocó a un gobierno ilegítimo, a una clásica dictadura política; o el
de una rebelión armada que se convirtió en método y paradigma para
alcanzar la justicia social y las libertades ciudadanas?
¡Demasiado bagaje ideológico detrás de cada cuestionamiento! Sin duda
que hay elementos de sobra para que los analistas, historiadores y
expertos puedan tejer sus explicaciones teóricas.
Para mí que, por vicio y por oficio, he podido escuchar y leer un número
significativo de artículos y análisis periodísticos, de tesis y de
hipótesis, de ensayos y de conferencias sobre este aniversario, el
asunto es más sencillo. A riesgo de pecar de simplista, prefiero hacer
una reducción de la trama; con una sencilla observación periodística que
me permite mi calidad de "opinador" sobre el tema cubano: Este es el
cincuenta aniversario de la dictadura más larga de la historia.
Si se requiere mayor precisión añadiría que cualquier definición del
proceso político vivido en Cuba en las últimas cinco décadas tiene un
denominador común: El poder unipersonal de Fidel Castro como caudillo
máximo. El hilo conductor que permite conmemorar este 50 aniversario
tiene nombre y apellidos. Es el 50 aniversario del castrismo.
Los cubanos en la isla lo tienen claro. Así de simple. Es un momento
más, de un largo tiempo gris. Quizás por eso esta conmemoración no ha
despertado mayor interés.
Ellos se han tomado el asunto a la ligera, sin demasiadas reflexiones,
para no añadir más peso a la carga de cada día. Creo, además, que los
cubanos están cansados de mirar al pasado pero le dan la espalda al
futuro cuando tratan de evadir el presente. Es todo un dilema.
Ni siquiera la propaganda oficial divulgada en los medios nacionales de
prensa, ha rebasado los límites de lo anecdótico.
Muy pocos en la isla se toman en serio el llamado del general Raúl
Castro, a las nuevas generaciones, para mantener "el rumbo socialista
del proceso revolucionario" en los próximos cincuenta años. Todos saben
que se trata de un eufemismo. Ni siquiera es un mal chiste. Y si usted
prefiere ponerse serio y asumir el llamado en plan de filósofo de
barrio, esa advertencia del general es una soberana negación de la
dialéctica marxista. La historia se mueve, general. Es imposible
congelar en el tiempo las ideas. Cuando llegue el momento las nuevas
generaciones no querrán convertirse en estatuas de sal.
Por ahora, cuando el lunes termine el feriado oficial, con las
consabidas referencias del pasado histórico y las luchas gloriosas, el
cubano de a pie, sabe que tiene que continuar la monotonía cotidiana.
¡Cincuenta años de dictadura también caben en un grano de arroz!
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