Héctor Ramón Forés Sánchez
3 de mayo de 2007
Holguín, Cuba - bitacoracubana - La palabra paria está prácticamente en
desuso por naturaleza, ya que estamos en el Tercer milenio y las
naciones democráticas han logrado crear un verdadero estado de derecho,
que es la garantía jurídica del ciudadano ante la actuación del Estado.
Pero eso no sucede en Cuba, como se demuestra seguidamente.
Un paria es aquel a quien no se le reconoce los mismos derechos que a
los demás, por lo que podemos presumir que es un desdichado.
Gerardo Laffita Suárez, es un amigo que frisa ya los 60 años. Es un
hombre cabal y amante de su familia, muy conocido por su tesón y
capacidad de trabajo, nacido y criado en nuestro querido y pequeño
pueblo de Antilla, en el norte oriental de Cuba.
Como nuestro terruño tiene poca fuente de empleo, Laffita Suárez se vio
obligado a moverse hasta Güira de Melena, en La habana, a trabajar con
campesinos particulares en la siembra y recogida de productos del agro,
a más de 700 kilómetros de distancia, lugar donde fue detenido el 27 de
abril del 2007.
A pesar de que portaba un documento llamado transitorio, fue conducido a
un calabozo por tres días, junto a 30 cubanos más que estaban detenidos
allí por el mismo "delito". El día 1ro de mayo, irónicamente el día de
los trabajadores, se le montó en un sucio vagón con alrededor de 60
ciudadanos más para ser trasladados a sus provincias.
Dice Laffita que éste era un vagón para el uso exclusivo de deportados,
custodiado por seis policías y que como alimento dieron un pan viejo de
unos 60 gramos, de lo que aquí eufemísticamente llaman jamonada, que en
realidad es: ¡de jamón!, nada. No le permitían bajar ni tomar agua.
Esto ilustra que el cubano no puede vivir donde desee, aún estando en su
propia tierra. Es sólo un caso de abuso de los miles que a diario se
cometen. El arsenal de violaciones que poseen los agentes policiales es
prácticamente inabarcable. Todo está diseñado para infundir miedo.
Un cubano no tiene acceso a hoteles, playas o centros recreativos, y
está sometido a que lo deporten si permanece en la capital de la
república, que, hasta donde se sabe, no ha sido trasladada para los
planetas Marte o Plutón.
Y basta con que a uno de los tantos policías le parezca que usted está
en negocios ilícitos (en Cuba las autoridades no necesitan probar el
delito, pero el ciudadano sí tiene que demostrar su inocencia) para ser
procesado.
Se persigue, multa y encarcela al cubano que compre pescado, camarones,
o lo que sea, fuera de la mísera cuota de racionamiento. Puede ser
detenido sin previa orden de cateo porque lleve una jaba, sólo porque
dado a la agilidad mental de un agente o inspector para estas cosas,
considere que lleva algo ilícito, aunque sea una caja de fósforos, muy
escasas por cierto.
Ni en las tiendas recaudadoras de divisas, las famosas Shopping, escapa
el cubano de a pie a esta condición de paria. Tiempo atrás un exiliado
político que reside en Miami, José Navarro Iser, de visita en nuestro
pueblo, ante los solícitos reclamos de la dependienta en el sentido de
que tenía prioridad para la compra y pago de unos artículos que pidió,
se negó a disfrutar de ese bochornoso privilegio y le manifestó a la
misma, que él tenía el mismo deber que los cubanos residentes que allí
esperaban en la gran cola y que en derecho no tenía ningún privilegio.
Actitud que honra al exilio cubano por su dignidad.
Serían interminables los ejemplos de violaciones y humillaciones a las
cuales el régimen totalitario somete al sufrido pueblo cubano al violar
sus propias leyes, pero hay cubanos que denuncian estos hechos no
importa el precio que haya que pagar, y vale la pena, para que el cubano
no sea un desdichado, un paria en la tierra que lo vio nacer.
http://www.bitacoracubana.com/desdecuba/portada2.php?id=4877
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