Diagnóstico oficial
ALEJANDRO ARMENGOL
Una segunda opinión médica... ¿o una operación de propaganda? Los 
resultados más importantes de la visita a Cuba del cirujano español José 
Luis García Sabrido expresados hasta el momento están más cercanos a una 
reafirmación de la posición del régimen de La Habana que a una 
evaluación independiente del caso.
Si el destacado profesional fue a Cuba para cumplir una petición de la 
familia del gobernante cubano --como afirma el diario barcelonés que 
tuvo la primicia sobre el viaje-- y brindar una evaluación sobre la 
salud del jefe de Estado, lo que ha trascendido de su labor más parece 
una ayuda al gobierno cubano, en su intento por calmar las inquietudes 
al respecto, que un ejemplo de la difícil tarea de alcanzar un diagnóstico.
Lejos estoy de cuestionar la integridad profesional de tan destacado 
cirujano. Lo que quiero es señalar la singularidad del enfermo. García 
Sabrido afirma que Fidel Castro es un ''paciente excepcional'', esta 
excepcionalidad --agregaría que excepcionalidad política-- pesa demasiado.
Si bien hay que respetar las palabras del facultativo, cuando dice que 
el gobernante ''no deja de ser un paciente, y yo soy médico y me debo a 
mi profesión'', no por ello se puede pasar por alto que es evidente que 
el rigor profesional aplicado durante el reconocimiento no fue el mismo 
que luego, en la conferencia de prensa que el cirujano ofreció a su 
regreso a España.
Las declaraciones de García Sabrido cumplieron un objetivo importante 
para el régimen de La Habana: desmentir la versión de las agencias de 
inteligencia norteamericana de que Castro padece un cáncer terminal. Es 
la primera vez que una fuente con credibilidad científica apoya la 
versión de los funcionarios cubanos y familiares del gobernante de que 
éste no sufre un mal de este tipo.
Más allá de ese punto, el famoso ''secreto de Estado'' ha sido 
ligeramente vulnerado en algunos puntos, pero se mantienen las incógnitas.
En primer lugar, no se sabe a ciencia cierta lo que padece el 
gobernante. Como no se ha dado a conocer un diagnóstico, no hay cabida 
para reafirmarlo o negarlo. El cirujano brindó una aclaración sobre lo 
que no pasa, pero ninguna luz sobre lo que pasa. Digamos que ahora 
contamos con una opinión autorizada, que nos dice que Fidel Castro no 
padece de cáncer, pero que fundamenta su opinión no sólo en el examen 
clínico que le realizó al ''paciente'', sino también en los resultados 
de los exámenes realizados por los médicos cubanos.
El cirujano español no pasó por alto este hecho durante la conferencia 
de prensa.
''Hasta donde yo conozco, desmiento absolutamente que tenga cáncer. No 
tiene ningún tumor maligno. En un paciente de 80 años puede ocurrir 
cualquier cosa, pero su situación es estable'', aseveró García Sabrido 
en varias ocasiones, de acuerdo a la información aparecida en el diario 
español El País.
En esta declaración, el médico alerta no una sino dos veces de que su 
afirmación es condicional: ''Hasta donde yo conozco'' y ``en un paciente 
de 80 años puede ocurrir cualquier cosa''.
Estas dos condicionales son muy importantes, ya que aclaran que el 
facultativo no se compromete completamente con un diagnóstico alcanzado 
con la ayuda de medios ajenos. Otras cuestiones, como que Fidel Castro 
tiene ''una actividad intelectual intacta, fantástica'', son importantes 
para juzgar la capacidad del mandatario para gobernar, pero no están 
vinculadas directamente a la causa que lo mantiene alejado del poder.
En cuanto al estado de salud del gobernante, lo mejor que puede decirse 
de las palabras de García Sabrido es que el facultativo enfatizó una 
visión optimista.
''Lo que puedo decir es que el presidente Castro no padece ninguna 
enfermedad maligna. Es un proceso benigno en el que ha tenido una serie 
de complicaciones. Su condición ahora es estable y está en un proceso de 
recuperación paulatina'', dijo durante la conferencia de prensa de 
acuerdo a El Periódico de Cataluña.
La caracterización de un ''proceso benigno'' sólo es aceptable en 
comparación con un cáncer (maligno), pero no es muy ''benigna'' una 
enfermedad que ha obligado a Castro a permanecer ingresado por casi 
cinco meses.
Este énfasis en lo positivo, incluso en lo cordial, se hace evidente de 
nuevo cuando García Sabrido habla del reconocimiento médico que le 
realizó a Castro.
''Examiné al presidente Castro durante una hora y pico, alrededor de 90 
minutos, y le encontré muy lúcido, muy amable, ágil y simpático'', 
manifestó el cirujano de acuerdo a El País.
Dos de las palabras utilizadas para caracterizar el estado de salud del 
mandatario apuntan hacia una relación personal y no a un diagnóstico: 
amable y simpático. ¡Pero es que no sólo mueren los malhumorados y pesados!
La Habana ha considerado necesario parar el rumor sobre la enfermedad 
terminal de Castro. Para ello ha buscado la colaboración de un destacado 
cirujano español. Más allá de este hecho, la interrogante mayor sigue en 
pie: si es verdad que Castro mejora, ¿por qué no aparece?
aarmengol@herald.com
 
 
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