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Thursday, December 01, 2005

La corrupcion, un cancer en crecimiento (I)

CORRUPCION
La corrupción, un cancer en crecimiento (I)

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - Una nueva campaña contra la corrupción está en marcha. Un proceso repetido cada cierto tiempo contra un mal que no deja de crecer y penetrar por todos los poros de la sociedad cubana. Sus efectos, devastadores en la esfera económica, son aún más terribles en los aspectos sociales y espirituales de la vida nacional.

Muchas campañas de este tipo, bajo el manto de combatir la corrupción y el delito, fueron llevadas a cabo en el pasado, siempre con medidas represivas, amenazas y la adopción de reglamentos llenos de restricciones y prohibiciones. Recuérdense las operaciones Adoquín y Pitirre en el Alambre, entre una larga lista de acciones anticorrupción que, con singulares apelativos, no han podido erradicar un cáncer que cual gigantesca Hidra, cuando le cortan una cabeza le surgen tres.

Con la pérdida de la sustentación económica en forma de subvenciones provenientes del Este de Europa a fines de los años 80, y el consiguiente aumento radical de la precariedad y escasez de bienes, se ha incrementado la corrupción a niveles insospechados. Este fenómeno está acompañado de un irracional manejo de los recursos materiales, financieros y humanos que, en el marco de un anárquico capitalismo de estado, ha desembocado en un colosal despilfarro de bienes, de tal magnitud que podría pasar a los anales de la historia universal como único, y digno de estudio para las generaciones venideras.

Los periodistas independientes y disidentes pacíficos vienen denunciando este terrible estado de cosas desde hace muchos años, y han recibido por ello la incomprensión oficial, persecución y largas condenas de cárcel. Las informaciones recientes ratifican que sus llamados y denuncias contra la corrupción y el delito en la sociedad cubana en modo alguno eran elucubraciones. Si acaso, pecaban por defecto ante el alcance del desastre expuesto por las autoridades recientemente.

La experiencia que comenzó en la provincia de Pinar del Río al sustituirse el personal suministrador de combustible -los llamados pisteros- en las estaciones de gasolina por jóvenes trabajadores sociales provenientes del oriente de la isla, pronto desveló que lo sustraído era tanto o más que lo ingresado por la venta del carburante. En algunos momentos se robaba casi la mitad, y en ocasiones más de la mitad. Cálculos oficiales aseguran que en breve las dos terceras partes de la energía consumida por la nación podría ahorrarse con las medidas y controles en vías de implementación, lo cual puede brindar una somera idea del caos existente.

La corrupción y el delito, como se ha demostrado, no sólo están presentes en las refinerías, la distribución y el suministro del combustible. Se evidencia con fuerza pujante en todos los sectores de la sociedad cubana. Puede hallarse en hospitales, fábricas, hoteles, farmacias, tiendas de venta en divisas, mercados agropecuarios, obras en construcción, puertos, panaderías y otros muchos lugares. Sin olvidar a millones de cubanos que viven en la mentira, con una doble moral por temor a que se les hunda el mundo si reconocen públicamente la verdad.

La Fiscalía General detectó unos 16 mil delitos en entidades estatales durante los últimos tres años, según informaciones ofrecidas en junio pasado. Una prueba más de la grave situación existente en la salud moral de lugares donde administran personas de confianza, militantes del Partido Comunista, donde además existen sus organizaciones de base y otras subordinadas, como la Unión de Jóvenes Comunistas y los sindicatos oficialistas.

Lo más preocupante del calamitoso escenario nacional en cuanto al indetenible avance de la corrupción y el delito no es el fenómeno en sí, sino la forma en que las autoridades se obstinan en combatirlo. Otra vez utilizan viejos y fracasados métodos, basados en la represión y las amenazas, negándose a reconocer que la causa principal del problema radica en un sistema económico, político y social absolutamente obsoleto, que en todos los lugares donde se ha aplicado ha dado idénticos resultados: miseria, marginación, pérdida de valores, escasez y, por consecuencia, corrupción y delito a gran escala.

Nadie debe dudar de la buena voluntad de los jóvenes trabajadores sociales, ni de generales en retiro con meritorios expedientes, por querer solucionar las enormes tareas asignadas. No obstante, las perspectivas de éxito, como en otras ocasiones -recuérdese la recuperación de la industria azucarera- so bastante dudosas, con misiones imposibles de cumplir si sólo se aborda la corrupción y el delito desde el punto de vista de los efectos y no de sus causas.

En un país donde los salarios y pensiones cada día alcanzan menos para vivir, la escasez de los artículos esenciales se profundiza, existe una voluntad estatal encaminada a controlarlo todo mediante una vasta burocracia desestimulada, incapaz de controlar algo. Todo en un contexto al cual se añade la anárquica interacción de distintas monedas, mercados y precios en el marco de una persistente crisis de 15 años, que además de perjuicios económicos y sociales ha provocado daños incalculables en el alma nacional.

http://cubanet.org/CNews/y05/dec05/01a6.htm

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