La tiranía castrista tiene el tiempo contado
23 Mayo, 2017 7:37 pm  por Alfredo M Cepero
Miami, USA, Alfredo M. Cepero, (PD) Como un reloj obsoleto al que se le 
acaba la cuerda, la tiranía castrista tiene el tiempo contado porque ha 
sido un rotundo fracaso en todos los aspectos de la vida nacional 
cubana. En el curso de estos 58 años ha sido incapaz de cumplir las 
promesas exuberantes y descabelladas con que su diabólico fundador 
hechizó a un crédulo e ignorante pueblo cubano. Al contrario de las 
delirantes predicciones de aquel sujeto estrafalario, Cuba no se 
convirtió en una potencia industrial, no se liberó de las cadenas del 
monocultivo, no logró independencia energética, no superó el ingreso per 
cápita de los Estados Unidos, no garantizó asistencia médica universal, 
no logró niveles de empleo y salarios dignos, no proporcionó una sólida 
educación básica y ni siquiera fue capaz de mantener la soberanía nacional.
Por el contrario, en noviembre de 2012, la industria manufacturera 
cubana iba de marcha atrás y se encontraba un 55 por ciento por debajo 
de sus niveles de 1989; en todos estos años la agricultura no se ha 
diversificado y ni siquiera ha sido capaz de satisfacer las demandas de 
consumo nacional, desde sus inicios la dictadura ha dependido ya sea de 
la Unión Soviética o de Venezuela para satisfacer sus necesidades 
energéticas; el ingreso per cápita del cubano compite por los últimos 
lugares mundiales con el de los haitianos, los enfermos tienen que 
llevar sábanas y colchonetas si no quieren dormir sobre bastidores de 
alambre en las camas de los hospitales; el salario de los obreros 
cubanos es el más bajo del Hemisferio Occidental; los egresados de las 
escuelas y universidades cubanas escriben ventana con "B" labial y la 
tan cacareada soberanía nacional fue entregada a la Unión Soviética en 
una guerra fría que casi se puso caliente y pulverizó al pueblo de Cuba 
durante la Crisis de los Misiles de 1962.
Para mayor afrenta y vergüenza, además de rendir nuestra soberanía a una 
potencia extranjera como la Unión Soviética, la tiranía se ha mantenido 
en el poder prostituyendo a nuestras mujeres como anzuelo a un turismo 
barato integrado por depredadores y degenerados sexuales, vendiendo el 
trabajo esclavo de nuestros profesionales de la salud y explotando la 
tradicional solidaridad familiar del cubano que desde el exilio manda 
miles de millones de dólares todos los años a sus familiares atrapados 
en Cuba: Tres mil millones ($3,000 millones) de dólares en el año 2015, 
sólo desde los Estados Unidos, según la Comisión de Comercio 
Internacional de Estados Unidos (USITC, sigla en inglés). ¡Una mancha 
perpetua en nuestra historia futura que las víctimas hayamos estado 
financiando a nuestros victimarios!
Todo esto aderezado con unos niveles de espionaje perfeccionados en la 
Stasi (policía secreta de Alemania Oriental) y con una represión que se 
ha multiplicado a partir del acuerdo con el consumado simulador y 
fanático ideológico Barack Obama.
El acuerdo suscrito el 17 de diciembre de 2014 entre Obama y Castro 
sorprendió al mundo al anunciar el inicio de un inesperado proceso de 
reaproximación entre dos viejos adversarios. Sin exigir nada a cambio, 
ni siquiera en el campo de los derechos humanos, Obama dio un borrón a 
la cuenta pendiente de $1,800 millones en propiedades norteamericanas 
confiscadas por la tiranía castrista, la amenaza a la seguridad nacional 
de Estados Unidos en su alianza con la Unión Soviética y la erosión a la 
esfera de influencia de Washington fomentando terrorismo y guerrillas en 
distintos lugares del globo, sobre todo en África y en América Latina. 
En la nueva cuenta abierta por Obama, todos los beneficios serían para 
la tiranía cubana y los perjuicios para los Estados Unidos y el pueblo 
de Cuba.
Después de afirmar que: "Todos estos años han demostrado que el 
aislamiento no funciona", Obama anunció una serie de medidas para 
restablecer los lazos entre ambos países. Entre ellas, abrir una 
embajada en La Habana, sacar a Cuba de la lista de países promotores del 
terrorismo, mejorar la relación en temas comerciales, de salud y de 
fronteras abiertas para los turistas. Y, lo más importante para los 
mafiosos que han vivido chantajeando al mundo, dijo que los 
estadounidenses podrían viajar a Cuba y utilizar tarjetas de crédito y 
de débito en territorio cubano. En cuanto a las remesas, el acuerdo 
estipuló que Estados Unidos aumentaría la suma que los estadounidenses 
podrían enviar a cubanos dentro del país, de 500 a 2.000 dólares por 
trimestre.
Con Hillary Clinton como segura ganadora de las elecciones 
presidenciales norteamericanas, el futuro parecía prometedor para el 
pigmeo intelectual y moral que encabeza la gavilla de asesinos que 
oprimen a los cubanos. Pero llegó el 8 de noviembre y la sorpresa del 
triunfo de Donald Trump. La tan esperada danza de los millones 
provenientes del odiado imperio puso de manifiesto la célebre frase de 
"lo que dura un merengue a las puertas de un colegio". Y, siendo un 
colegio de niños cubanos, duró todavía mucho menos tiempo.
Por lo tanto, en sus canales de diplomacia privada, el pigmeo instruyó a 
sus testaferros en Cuba y en los Estados Unidos que le hicieran llegar 
el mensaje a Trump de que estaba deseoso de negociar un nuevo acuerdo. 
Como de costumbre, la diplomacia pública fue todo lo contrario. Estuvo 
matizada de la arrogancia característica y las frases vacías de los 
tiranos asomados al abismo. Poco después de la investidura de Trump, el 
asno con charreteras dijo estar dispuesto a mantener un "diálogo 
respetuoso" con su homólogo estadounidense. Y el mismo cipayo que 
participó en la venta de la soberanía cubana a la Unión Soviética, tuvo 
el descaro de decir: "no debe esperarse que para ello Cuba realice 
concesiones inherentes a su soberanía e independencia".
La respuesta del Departamento de Estado estuvo en concordancia con las 
promesas de campaña del presidente Trump. Durante su comparecencia ante 
los miembros de la Brigada 2506, Donald Trump les dijo: "Organizaciones 
de la resistencia cubana han luchado por décadas para deponer al régimen 
de Castro, para liberar al pueblo cubano y restaurar la verdad y la 
justicia en la vida diaria de sus ciudadanos. Lo que ustedes están 
pidiendo es justo y está en lo correcto". No es necesario aclarar lo que 
los brigadistas y el exilio cubano que ni se vende ni se rinde estamos 
exigiendo, no pidiendo.
De ahí las declaraciones el pasado 10 de mayo del subsecretario interino 
de Estado para el Hemisferio Occidental, Francisco Palmieri. En las 
mismas, el funcionario apuntó: "Una de las áreas que será una alta 
prioridad es garantizar que Cuba haga más avances sustantivos hacia un 
mayor respeto por los derechos humanos en el país". Y para despejar 
cualquier duda agregó: "El gobierno del presidente Trump está en medio 
de una abarcadora revisión de la política hacia Cuba" Acto seguido dijo 
que de ese proceso saldrían "diferencias importantes" respecto a su 
antecesor Barack Obama. Se acabó la pelota al flojo. El nuevo pitcher 
sabe tirarla duro y disfruta ponchando al adversario. Un presagio 
precario para el anciano chantajista cubano.
Confieso que cierro estos apuntes esperanzado en el futuro de mi patria. 
Sin protectores y sin tiempo se desmorona la tiranía castrista. Cae bajo 
el peso de su maldad y de su ineficiencia. Se le murió el brujo que 
cautivó a los cubanos, se le acabaron los artificios para engañar a sus 
mecenas internacionales, la izquierda populista anda en retirada, le 
salió un fantasma llamado Donald Trump y ha perdido utilidad para los 
enemigos de Estados Unidos dentro de los nuevos parámetros de la 
geopolítica del Siglo XXI. Ya no hay dos potencias mundiales. Solo una y 
se llama Estados Unidos.
Los que quieren apuntalar a la tiranía, como Venezuela, ya no pueden y 
los que quizás podrían hacerlo, como Rusia, temen antagonizar a un 
inquilino de la Casa Blanca que no tiene miedo de utilizar la fuerza 
para restaurar el respeto al gigante americano.
La tiranía castrista tiene el tiempo contado y la cuenta ya no es de 
otros 58 años ni de otros 58 meses. Vaticino que ni siguiera de 58 semanas.
alfredocepero@bellsouth.net; *Alfredo M. Cepero
Tomado de: http://www.lanuevanacion.com
http://twitter.com/@AlfredoCepero
Source: La tiranía castrista tiene el tiempo contado | Primavera Digital 
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https://primaveradigital.org/cubaprimaveradigital/la-tirania-castrista-tiene-el-tiempo-contado/
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