La incuestionable escasez
FRANK CORREA | La Habana | 1 de Febrero de 2017 - 10:40 CET.
Un americano llamado John, que habla español y es dueño de un velero 
anclado en la Marina Hemingway, cuestiona que en Cuba exista una real 
escasez.
"Yo veo que hay de todo", dice en su español machucado. "Aquí la gente 
está gorda, siempre alegre, bebiendo, bailando."
También discutieron con fervor sobre el controvertible tema de la 
carencia los colombianos Pedro Peña y Henry Carnavali, aprendices de 
cineastas que filmaron en el mes de diciembre una película con escenas 
en Jaimanitas y contaron que nada les faltó para realizar su trabajo. 
"Incluso encontramos novias", agregan, "pensamos casarnos y llevárnosla 
para Bogotá".
Lo dudan los turistas, que disfrutan las bondades de esta isla y no 
creen que el pueblo carezca de nada. Demostrarles la penuria puede ser 
tarea vana si uno sale a la calle y lo primero que encuentra es a un 
borracho, con la botella en la mano y tremendo fandango, a pesar de ser 
un lunes cualquiera, de mañana. O ves a una hermosa chica que amaneció 
"luchando" y regresa a su casa con la jaba llena. O notas a la comunidad 
en pleno, los sábados, repleta de jabas, tras la "caza" de lo que 
aparezca en la feria.
En un pueblo de pescadores como Jaimanitas, el único producto marino que 
se encuentra fácilmente son "las croquetas del Mercomar". Los pargos, 
las rabirrubias, las agujas y los casteros han quedado en la memoria de 
los viejos pescadores, que cuentan sus hazañas con nostalgia de un 
tiempo pasado.
La batida de los inspectores estatales durante el año pasado contra los 
carretilleros, el cierre del centro de acopio mayorista El Trigal y el 
tope a los precios, han dejado al pueblo esquilmado. La única carretilla 
sobreviviente está situada en Tercera A y este miércoles pasado vendía 
solamente plátanos burros, naranjas y boniatos. La gente caminaba por 
las calles como zombis, quejándose por la falta de calabaza, yuca, 
zanahoria, habichuelas, col, cebolla, ajo…
En un recorrido por las dos tiendas que venden en divisas, comprobamos 
que no había frazadas de piso, pasta dental, sombrillas, detergente y 
papel sanitario. Encontré en la tienda TRD, de la calle Séptima, a un 
matrimonio que protestaba porque habían caminado media Habana y no 
hallaron culeros desechables, ni palanganas, ni colonia  para bebés, 
tampoco talco. La mujer tenía siete meses de embarazo, se alistaban para 
la llegada del niño, pero andaban preocupados porque habían comprado una 
cuna, de uso, y faltaba el colchón. Hablaron de entrar a Revolico, un 
sitio web donde se vende de todo, para ver si allí lo encontraban.
En la puerta de la tienda "El Caracol", de la calle Primera, entrevisté 
a una señora que acababa de comprar una casa y la estaba habilitando. 
Manifestó que le resultó difícil encontrar  muebles adecuados, porque 
todos estaban enormemente caros. Pero le era imposible hallar estropajos 
de fregar, extensiones eléctricas y una antena de televisor. Según sus 
palabras, ni siquiera en el mercado negro pudo encontrarlo. Fue a "La 
Cuevita", donde le dijeron que todo aparecía, pero ni allí.
"La escasez se vuelve relativa al hablar de las clases sociales", 
comenta Federico, un barbero de la localidad al que le gusta filosofar. 
"Mucha gente en Cuba nunca supo qué fue el Periodo Especial, ni qué es 
la crisis actual, donde el salario no alcanza. Unos son  la gente de 
arriba y otros los que tienen negocios particulares o trabajan en firmas 
extranjeras. A ellos no les falta nada. Tampoco a los turistas, que 
vienen unos días, gozan y se van contentos. Diles que vivan un mes como 
el pueblo y verás cómo chillan. El gran problema es que hay otro tipo de 
escasez,  que no es material: la pérdida de valores, la falta de 
civismo, la poca voluntad productiva y, sobre todo, la ausencia de 
democracia. Eso son los  motores que hacen andar a un país, para que no 
falte nada".
Source: La incuestionable escasez | Diario de Cuba - 
http://www.diariodecuba.com/cuba/1484947273_28306.html
 
 
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