Las tantas listas que no dependen de Obama
REINALDO ESCOBAR, La Habana | Abril 27, 2015
Hace unos días a un comentarista de la televisión nacional le parecía 
"llamativo" el hecho de que fuera la republicana Ileana Ros-Lehtinen 
quien, en nombre de su partido, declarara que no habría oposición en el 
Congreso estadounidense para que Cuba fuera retirada de la lista de 
países que apoyan el terrorismo.
Esta vez no le endilgaron a la congresista cubano-americana el apelativo 
de "loba feroz" con el que fue bautizada por los medios oficiales en los 
días de la campaña por el regreso a la Isla del balserito Elián 
González. Si todo se mantiene según lo previsto, el próximo 30 de mayo, 
transcurridos los 45 días reglamentarios que tiene el Congreso de esa 
nación para ratificar la recomendación presidencial, el nombre de Cuba 
será borrado de la lista.
Según explicó el vicepresidente cubano, Miguel Díaz-Canel, en una 
entrevista realizada el pasado 19 de abril, la trascendencia de no 
aparecer en esa lista radicará en que, a partir de entonces, el país 
podrá recibir créditos bancarios y realizar otras operaciones 
financieras que hasta hoy le están prohibidas.
Sin embargo, ¿terminarán allí los problemas comerciales que lastran 
nuestras importaciones y el intercambio con el resto del mundo?
El proceso de salida de Cuba de esa lista no la incluirá automáticamente 
entre los países que son tenidos en cuenta para negociar, invertir, 
colaborar y recibir créditos. Tampoco significará entrar de inmediato a 
engrosar las filas de las naciones atractivas para inversionistas y 
entidades financieras internacionales, pues hay otros inventarios 
negativos en los que la Isla aparece inscrita y de los cuales será muy 
difícil borrarla en el corto y mediano plazo.
En el repertorio de naciones que representan un alto riesgo para los 
inversionistas, Cuba ocupa un lugar tristemente destacado. Se ubica 
junto a los países menos recomendables para hacer negocios, y entrar o 
salir de esa nómina no depende de la voluntad de Obama, sino de cumplir 
determinados requisitos impuestos por las agencias cuyos informes son 
universalmente aceptados.
Por otro lado, en la relación de países mala paga, Cuba también tiene un 
sitial notorio que ha cosechado a través de décadas de incumplimiento de 
sus compromisos financieros y de deudas elevadas con países del Club de 
París, entre tantos otros. A finales de los años 80, el Gobierno cubano 
lideró el movimiento latinoamericano para no pagar la deuda externa, lo 
cual le ganó prestigio entre la izquierda mundial, pero le granjeó una 
reputación muy negativa entre quienes invierten o prestan su dinero.
La mala fama de Cuba en cuanto al respeto a la propiedad privada también 
la inscribe en ciertos registros que asustan a los empresarios y alejan 
a las firmas extranjeras. Esto se debe especialmente a un discurso 
oficial que, durante más de medio siglo, ha mostrado desprecio hacia la 
propiedad privada sobre los medios de producción.
Las confiscaciones masivas de empresas, medios de prensa, centrales 
azucareros y locales de servicios están aún muy frescas en la afinada 
memoria de los hombres de negocios, que no quieren arriesgarse a perder 
sus bienes, como ocurrió con la Ofensiva Revolucionaria de1968.
¿Cómo escaparnos además de esa lista de países que no permiten los 
sindicatos independientes, la libertad de asociación y la libertad de 
expresión? ¿Es posible salir por arte de magia, sin una verdadera 
reforma del código penal, de esa relación de naciones que no protegen 
debidamente al propietario ni lo blindan contra los vaivenes de la 
ideología?
El Gobierno cubano parece tener esperanzas de que, de la noche a la 
mañana, empiecen a llegar las propuestas de inversiones y créditos 
porque ya no estamos en la lista de colaboradores con el terrorismo. Sin 
embargo, por paradójico que resulte, esas ilusiones descansan en la 
presunción de cinismo y falta de ética corporativa que el Gobierno 
atribuye a quienes podrían estar interesados en hacer negocios con la Isla.
Las autoridades cubanas darán la bienvenida a las maquiladoras sin 
escrúpulos, a los más despiadados prestamistas, a los que se sienten 
cómodos cuando explotan a trabajadores sin derecho a protestar y a todo 
aquel que no encuentra un lugar decente donde instalarse.
¿A qué lista iremos a parar entonces?
Source: Las tantas listas que no dependen de Obama - 
http://www.14ymedio.com/nacional/listas-dependen-Obama_0_1768623132.html
 
 
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