"Estamos fusilando a todo el que se oponga a la revolución"
Viernes, Junio 28, 2013 | Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org -A partir de la llegada de Fidel
Castro a La Habana, el 8 de enero de 1959 -un día después que Estados
Unidos reconociera al nuevo gobierno-, algunos cubanos nos dimos cuenta
de que a pesar de un desenfrenado júbilo reinante, una mezcla de miedo y
felicidad comenzó a latir en nuestros corazones.
¿Acaso Fidel Castro le pasaría la cuenta al pueblo, porque éste, en dos
ocasiones, no cumplió con sus expectativas de declarar la huelga general
para poner fin a la dictadura de Fulgencio Batista?
En agosto de 1957, cuando su guerrilla llevaba apenas cinco meses en el
monte, ordenó que el pueblo se declarara en huelga. Pero nada hizo el
pueblo. El comercio dinámico del país continuó como siempre, los niños
asistieron a clases y las fábricas no dejaron de producir.
Luego, el 9 de abril de 1958, el Comandante pronosticó que: ¨Como las
condiciones mínimas indispensables estaban ya dadas¨, el pueblo debía
provocar el acelerón definitivo del triunfo con una huelga general. Era
evidente que el Comandante no veía posible el fin de la guerra con la
lucha guerrillera.
Entonces ocurrió lo que él no pensó: por segunda vez, el pueblo no le
hizo caso. En varias oportunidades había expresado que la huelga general
era el centro de su proyecto revolucionario. En una carta, enviada a
Carmen Castro Porta, el 17 de septiembre de 1955, le aseguró que lo
fundamental de la lucha era precisamente una huelga general.
Aquel 9 de abril, sólo se escucharon algunas bombas, y grupos del
Movimiento ¨26 de julio¨, organización liderada por Fidel, realizaron
actos terroristas en distintas provincias: el incendio de un aserrío en
el pueblo de Sagua la Grande, el asalto a una armería de la Habana
Vieja, la toma de la emisora radial en Matanzas, y otros, con un saldo,
según se dijo después, de 83 insurgentes muertos.
Lo que ocurrió en Cuba, tras la caída de Batista, está por estudiarse
con profundidad, desde el punto de vista sociológico. Analizar las
relaciones de comportamiento entre el jefe de la revolución y el pueblo,
podría arrojar mucha luz a todo lo ocurrido en la sombría realidad de
más de medio siglo.
Razones hay muchas: El 10 de enero de 1959, se establece la pena de
muerte. Fue claro el Ché Guevara al decir en la ONU, ante un grupo de
periodistas: ¨Sí, estamos fusilando y seguiremos fusilando a todo el que
se oponga a la Revolución¨. También Fidel lo repetía en sus discursos.
Los cubanos vivían bajo un verdadero terrorismo de Estado.
¿Acaso amenazados por no haber cumplido la orden de hacer una huelga
general? El saldo de la represión, hasta octubre de 1960, tuvo cifras
alarmantes que lo atestiguan: mil doscientos veinte fusilados, diez mil
condenados a prisión, y cien mil marcharon al exilio.
Otra razón que no se olvida es cuando Fidel nombró analfabeto al pueblo
y, por esta razón, pospuso las elecciones presidenciales. Su estrategia
resultó evidente: demostrarle al pueblo su condición de inferior,
porque, si Cuba era un pueblo de ignorantes, ¿cómo podrían votar en las
elecciones? Además, ¿qué otros candidatos se habían presentado para
gobernantes?
Fidel Castro también se ensañó contra su pueblo al fundar, en 1960, un
sistema de vigilancia colectiva cuyos orígenes eran nazis, los Comités
de Defensa de la Revolución, no sólo para dividirlo, sino para crear
desconfianza, enemistad, odio y resentimientos, para que los cubanos se
delataran y se hicieran todo el daño posible, gracias a la máxima de
Maquiavelo: divide y vencerás.
Empleó un modelo económico que en los países socialistas ya comenzaba a
fracasar, y así agravó aún más las penurias de los cubanos. Igualmente,
creó, en junio de 1961, un terrorífico y represivo sistema de Seguridad
del Estado, copia de la siniestra Stasi de la Alemania comunista, para
tener bajo control la vida pública y privada, planeando, como espada de
Damocles, sobre la cabeza de cada ciudadano.
Se trata de la Seguridad del Estado, un organismo que posee sus propios
jueces, abogados, instructores de causa, interrogadores, testigos, y
celdas tapiadas o ¨confortables¨, según el caso. Allí, cuando el cubano
detenido no resulta convencido a la fuerza, termina humillado, rebajado
y con su espíritu destrozado.
Por ese centro de crueldad han pasado obreros, estudiantes, amas de
casa, profesionales, líderes políticos, artistas, escritores, antiguos
comunistas, decenas de miles de jóvenes cuyo delito era sólo pretender
escapar del país, y activistas pacíficos por los Derechos Humanos, entre
ellos, la autora de esta crónica y muchos de sus hermanos de lucha. En
ese centro ha sido castigado todo un pueblo.
Source: ""Estamos fusilando a todo el que se oponga a la revolución" |
Cubanet" -
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