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Tuesday, August 28, 2012

Las confesiones de Eusebio Leal

Las confesiones de Eusebio Leal
Martes, 28 de Agosto de 2012 00:55
Escrito por Orlando Freire Santana

Cuba actualidad, Cerro, La Habana, (PD) A pocos puede haberles resultado
sorpresiva la designación de Eusebio Leal, historiador de la ciudad de
La Habana, para que pronunciara las palabras de apertura en el reciente
evento "Un diálogo entre cubanos", organizado por la Iglesia Católica, y
que reunió a algunos académicos e investigadores residentes en la isla,
y otros provenientes del exterior. Y es que Leal, además de su innegable
valía como orador, siempre ha reconocido que más de una encrucijada
signó su existencia: por un lado, tratar de lograr un equilibrio entre
sus simpatías hacia la Iglesia y el Estado; y por otra parte, la
disyuntiva entre irse o quedarse en el país.

Leal acaba de declarar que el arribo a la convicción de que era posible
conciliar la Fe y la Revolución, fue el elemento que determinó su
permanencia en Cuba; una estancia por la que en más de una ocasión hubo
de pagar un precio nada despreciable: el temor. Porque temor sintió
cuando estuvo a punto de ser enviado a las tristemente célebres Unidades
Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), y tuvo que sobrevenir la mano
salvadora de Haydee Santamaría para evitarlo. Y temor debió de haber
experimentado también en 1961- aunque no lo reconoció en su discurso-,
cuando se produjo la gran represión contra la Iglesia Católica, que
culminó con la expulsión de 132 sacerdotes a bordo del vapor Covadonga.

Mas sucede que con el paso del tiempo, y aunque él se niegue a
admitirlo, el precario equilibrio Iglesia-Estado parece haberse
inclinado a favor del segundo, al extremo de que el historiador de la
ciudad clasifica hoy como una pieza importante del aparato de poder. Sin
dudas, ello condiciona las opiniones de Leal en el sentido de exonerar a
las máximas instancias de dirección por los errores y abusos cometidos.

Por ejemplo, nada dice de quiénes fueron los responsables de la creación
de las referidas UMAP, donde resultaron maltratados y humillados muchos
que no tuvieron su misma suerte, entre ellos artistas, intelectuales,
hombres de fe y simples cubanos de a pie; menciona un golpe que recibió
en la cabeza el cardenal Manuel Arteaga durante una actuación de los
cuerpos de inteligencia batistianos, pero calla que ese mismo prelado
debió refugiarse en la embajada argentina en La Habana para escapar de
los desmanes castristas; critica a ciertos elementos que se muestran
reticentes a los cambios en Cuba, sin embargo libera a los máximos
dirigentes de semejante inmovilismo, ya que los considera muy favorables
a cambiar todo lo que deba ser cambiado; y también exige que el gobierno
de Estados Unidos cambie su política hacia Cuba para que el pueblo
cubano pueda escoger libremente su propio destino, pasando por alto que
es el sistema totalitario que padecemos el principal responsable de que
no disfrutemos de ese derecho.

Claro, el hecho de pertenecer a la clase privilegiada, ha operado en el
señor Leal el deseo de no afrontar las vicisitudes que encara el
ciudadano cubano promedio. Es por eso que confesó haberse sentido
molesto cuando acudió a la Oficina de Intereses de Estados Unidos a
realizar los trámites de obtención de visa para viajar a ese país, y
tuvo que hacer la cola, bajo el sol, al igual que el resto de las
personas que aguardaban por ese mismo trámite. Tal vez sea la citada
Oficina uno de los sitios donde mejor se aplica la justicia social en
Cuba. Hace unos meses, el escritor Pablo Armando Fernández, íntimo de
Fidel Castro, pretendió allí un tratamiento privilegiado a la hora de
realizar los trámites consulares para viajar al país norteño, pero fue
conminado por los funcionarios de la Oficina a esperar su turno como el
resto de las personas.

El ilustre orador se lamentó de no haber podido convencer a sus hijos
para que permanecieran en Cuba, y ya al final de su discurso comentó que
sufría cotidianamente cuando acariciaba los cabellos de otros niños, y
no los de su nieto. Sin embargo, una vez más, el señor Leal ignora a los
verdaderos culpables. De no existir la obsoleta política migratoria que
les impide a los cubanos salir y entrar libremente a su país, con la
consiguiente y draconiana clasificación de "salida definitiva del país",
es muy probable que las relaciones con su nieto fueran diferentes.

Para Cuba actualidad: orlandofs21@yahoo.com

http://primaveradigital.org/primavera/component/content/article/117-politica/5049--las-confesiones-de-eusebio-leal-.html

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