MAURICIO VICENT - La Habana - 22/12/2009
Nadie sabe hasta dónde va a llegar el caso del ciudadano estadounidense
detenido en Cuba por distribuir equipos de comunicaciones entre miembros
de la sociedad civil. Pero, por lo que dijo Raúl Castro el domingo, la
historia puede causar destrozos en las sufridas relaciones
cubano-estadounidenses, y también más allá. Ante el Parlamento, el
presidente cubano advirtió por igual a Washington y a los disidentes,
acusados de ser "asalariados del imperio", que no habrá tolerancia con
las "actividades provocadoras" y mucho menos en las calles.
El mensaje fue decodificado rápidamente por miembros de la oposición. El
economista Óscar Espinosa Chepe vio en el discurso de Castro "una
advertencia clara de que el Gobierno no va a aceptar acciones de calle".
También de que La Habana "podría aprovechar el caso del norteamericano
detenido para revertir la tendencia positiva en las relaciones desde que
llegó [Barack] Obama".
Castro confirmó en su discurso a la Asamblea Nacional la detención de un
ciudadano de EE UU contratado por una empresa de ese país para
distribuir en la isla "sofisticados medios de comunicación vía satélite"
entre "agrupaciones de la sociedad civil". El objetivo encubierto, dijo,
era "abastecer ilegalmente" de equipos a opositores a la revolución.
Según fuentes de EE UU, el detenido, cuya identidad no ha sido revelada,
trabajaba para la empresa Development Alternatives (DAI), que a su vez
lo hacía para la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados
Unidos (USAID, en sus siglas inglesas). Al parecer, en el momento de su
arresto repartía teléfonos celulares y ordenadores portátiles como parte
de un programa del Gobierno estadounidense para apoyar las actividades
de los opositores.
Castro denunció que el financiamiento "para tales actividades" sale del
presupuesto federal de EE UU, que este año "incluye una partida pública
de 55 millones de dólares [38 millones de euros] para el apoyo de una
supuesta democracia" en Cuba. El mandatario también se refirió a los
últimos incidentes ocurridos en La Habana en relación con la celebración
del día de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre, cuando varios
disidentes y esposas de presos políticos fueron víctimas de actos de
repudio por manifestarse en las calles.
Raúl Castro afirmó que "en los últimos meses" se ha "desplegado una
campaña anticubana orquestada por el establishment norteamericano, con
el concurso de los grandes medios de comunicación, con el objetivo de
hacer ver que crece la represión en el país". Afirmó que, con ese
propósito, "incitan a sus antipatrióticos asalariados a que incrementen
la actividad provocadora en nuestras calles" y entonces advirtió:
"Aconsejo a unos y otros que cesen las provocaciones de todo tipo".
Según el activista de los derechos humanos Elizardo Sánchez, el mensaje
es claro: "La calle es especialmente sensible... El Gobierno sabe que
una pequeña manifestación puede dar lugar a un pronunciamiento masivo
que desborde la capacidad de control". La tesis de La Habana es simple:
el Gobierno de Obama puede tener una cara más amable, pero persigue el
mismo objetivo que anteriores Administraciones: destruir la revolución.
Castro advierte que no tolerará protestas en las calles de Cuba ·
ELPAÍS.com (22 December 2009)
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Castro/advierte/tolerara/protestas/calles/Cuba/elpepiint/20091222elpepiint_4/Tes
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