José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Más triste aún que
imaginar al planeta bajo la hecatombe provocada por el cambio climático,
resulta imaginarlo habitado por zombis bajo el dominio de una tiranía
global al estilo de ese frangollo al que llaman socialismo del siglo XXI.
Por ello nos deja en una pieza el nuevo talante de ecologistas que
pretenden gastarse el régimen de Cuba y su comparsa latinoamericana de
muñecos del ventrílocuo.
Luego de haber perpetrado durante medio siglo el arruinamiento de las
riquezas naturales de la Isla, lesionando la fertilidad de sus suelos y
haciendo trizas nuestra cultura agrícola, agrediendo sin contemplaciones
la flora y fauna costeras, borrando en la memoria de dos generaciones de
cubanos el sabor de las frutas y el aroma de las flores típicas, ahora
resulta que nuestros mandarines aparentan estar alarmados al vislumbrar
el futuro paisaje de la Tierra.
Pues a decir verdad, nadie mejor que ellos para pronosticar los
contornos de ese paisaje, ya que han convertido a Cuba en una maqueta
que lo muestra por adelantado.
Dan ganas de soltar la carcajada, a pesar de lo patéticos que lucen,
viéndolos representar el show, con la solemnidad y la disposición
apocalíptica que les son propios.
Depredadores absolutos de una isla tropical que ha llegado a importar
las verduras, los jugos de frutas, las flores y el pescado para los
hoteles del turismo extranjero y para sus propias mansiones, en tanto la
población comía pizzas de condones derretidos en lugar de queso, bebía
refrescos sintéticos y aspiraba (aspira) el hedor de las cañerías rotas
y abandonadas a su libre acción contaminante, nuestros ecologistas en
jefes se manifiestan hoy indignados por los deslices de la Cumbre de
Copenhague. Nadie menos que ellos.
Y no es que en Copenhague se hayan hecho bien las cosas. Todo lo
contrario. Lo que ocurre es que hay algunos pequeños detalles en los que
nuestros ecologistas en jefes debieran reparar antes de lanzarse a
marear la perdiz haciendo una vez más el ridículo de armar la gorda
contra las potencias mundiales.
Por ejemplo, ahora mismo, en este país rodeado de aguas salinas por cada
milímetro de sus fronteras, no hay sal para condimentar las comidas. De
igual manera en que el régimen no ha sido capaz, durante cincuenta años,
de fomentar el aprovechamiento sostenible de los recursos de la tierra y
del mar, tampoco hoy nos posibilita servirnos buenamente de este don que
natura nos concedió.
Y todavía se llenan la boca para pregonar, dicen que el paradisíaco
porvenir del socialismo. ¿Acaso es concebible un paraíso sin sal, que es
el sabor de los sabores?
Cuba: Sin sal no hay paraíso (28 December 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/diciember/28_C_1.html
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