2008-05-02.
Huber Matos Araluce
San José, Costa Rica, abril 24 de 2008.- Antes de julio del 2006, mes en 
que Fidel Castro fue internado con urgencia por supuestos problemas 
gastrointestinales, la cúpula del poder en Cuba ya estaba al tanto que 
Castro había entrado en una etapa irrecuperable. El diagnóstico médico 
previo era preocupante, el Comandante en Jefe estaba perdiendo su 
capacidad mental, había sufrido más de una isquemia y las consecuencias 
de la próxima podían ser devastadoras.
El romance mediático mundial con el castrismo estaba concluyendo. Los 
"logros" de la Revolución se habían ido evaporando y los medios de 
comunicación internacional ya no los disimulaban como antes. La 
producción de azúcar había sido reducida a una mínima fracción de los 
buenos tiempos y los demás sectores agrícolas estaban en iguales o 
peores condiciones. Tampoco podían esconderse los problemas en el campo 
educativo y el deterioro de la salud pública. La ausencia de Fidel 
Castro crearía expectativas, presiones y curiosidad sobre las verdaderas 
condiciones del pueblo cubano.
La pérdida de la subvención venezolana daría inicio a una crisis en Cuba 
muy difícil de controlar. Chávez podía perder el poder, en consecuencia 
el flujo de petróleo desde Venezuela no está garantizado. Ese petróleo 
evita la paralización del transporte y la generación de electricidad en 
Cuba, además una parte se vende para pagar las importaciones del 64% de 
los alimentos que representan la canasta básica de la población. El 
fracaso de Chávez en el referendo de diciembre del 2007 fue una señal 
adicional de peligro.
Aunque Washington había repetido públicamente una y otra vez que no 
aceptaría como sucesor a Raúl Castro, la administración del Presidente 
Bush haría lo posible por no estimular una crisis en Cuba. Su gobierno 
estaba demasiado preocupado por una eventual inmigración ilegal masiva 
desde la isla. Además, entre Iraq, Afganistán, Al Qaeda, Irán y la 
impopularidad mundial, la Casa Blanca estaba bien enredada. Un triunfo 
del Partido Demócrata en Noviembre del 2008 era esperanzador para la 
cúpula castrista.
En Europa el gobierno español seguiría defendiendo los intereses de sus 
empresarios en Cuba. Estos controlan una buena parte de la industria 
turística de la isla. Por esta razón y para explotar el sentimiento anti 
norteamericano entre los españoles, el gobierno socialista continuará 
insistiendo en el seno de la Unión Europea en que hacia Cuba, una 
política de acercamiento es más efectiva que una de enfrentamiento y 
presión. El grupo que heredaba la sucesión podía convencer a España de 
que harían una apertura en Cuba. Mientras ésta no pusiera en peligro su 
casi monopolio del turismo en la isla, los españoles continuarían 
colaborando.
La situación interna era bastante más complicada. Aun manteniéndose el 
suministro de petróleo venezolano la economía de la isla seguiría 
deteriorándose, o en el mejor de los casos su crecimiento sería inferior 
a las necesidades de la población. La nueva generación de cubanos está 
frustrada y el sueño de los jóvenes es huir de Cuba hacia los Estados 
Unidos. No puede descartarse que en determinadas circunstancias ese 
descontento se convierta en exigencias y eventualmente en retos al gobierno.
La mayoría de las personas vinculadas directamente al gobierno o sus a 
organizaciones, incluyendo los militares, están descontentos. La 
sucesión estaba convencida que no podía contar con el apoyo 
incondicional de estos cubanos. Aunque el nivel de vida de este grupo es 
superior a la de la mayoría de la población, ellos saben que es inferior 
al que podrían disfrutar si el sistema permitiese ciertas libertades. La 
ausencia del Fidel Castro haría cada vez más difícil justificar los 
errores y excesos de sus decisiones.
Una y otra vez la disidencia ha sobrevivido la represión. Aunque estos 
grupos de oposición han sido aislados de la población por el acoso 
permanente y la falta de acceso a los medios de comunicación, los mismos 
siguen siendo objeto de interés en el exterior. La desaparición de Fidel 
les daría energía y protagonismo. No podía descartarse que a pesar de 
los esfuerzos por mantenerlos divididos, estos se pudieran unir y 
convertirse en una opción política para la población.
Ante todas estas circunstancias, el grupo sucesor decretó que la salud 
de Fidel Castro era un secreto de Estado. Aunque lo tienen aislado, se 
insiste en su recuperación y no han dejado de aparecer artículos 
supuestamente escritos por él. Se apoyó a Raúl Castro como "el 
cancerbero de la Revolución"* y se comenzaron a crear expectativas de 
cambios con el fin de ganar tiempo y espacio dentro y fuera de Cuba.
*Declaración del comandante Ramiro Valdés, el 30 de noviembre de 2006 en 
Santiago de Cuba.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=15143
 
 
No comments:
Post a Comment