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Thursday, November 22, 2007

Lo que cuesta decir la verdad

19 de noviembre de 2007

Lo que cuesta decir la verdad

Laritza Diversent Cambara


LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - El pasado mes de agosto, la
rastra marca VW, con matricula HV-977, perteneciente a la unidad
empresarial subordinada a la Empresa Comercializadora y Distribuidora de
Medicamentos (ECOMED), partió con una carga de medicina para distribuir
en diferentes regiones del centro y oriente del país.

Junto con las cajas de medicamentos, se transportaban tanques de 60
litros de peróxido de hidrogeno a un alto por ciento, sustancia química
inflamable. En estas mismas condiciones, otros camiones de la misma base
de transporte efectúan el traslado de cargas sin que se analicen los
peligros que entrañan.

En varias ocasiones, los chóferes a cargo de la transportación
advirtieron al jefe de tráfico y secretario del partido de ECOMED,
Carlos Bécquer, los riesgos del traslado de las medicinas con el
peróxido. Este último es proclive a hacer combustión debido a las altas
temperaturas, sin contar con que un simple derrame podría contaminar el
resto de la carga.

En el embalaje de este producto se indicaban las especificaciones para
su transportación debida. También se mostraban las afectaciones
producidas a causa de las elevadas temperaturas en contenedores,
vehículos y su exposición a los saltos provocados por el mal estado de
las carreteras.

En estos movimientos de carga existe la posibilidad de que ocurran
tragedias que pondrían en peligro la vida y la seguridad colectivas.

Los conductores también han comunicado a sus directivos que existen
carros especializados en la transportación de este tipo de sustancias.

A pesar de las advertencias e insistencia acerca de los riesgos y sus
posibles consecuencias, el jefe de tráfico hizo caso omiso de los
mismos, respondiendo que no habría ningún problema.

Esta actitud imprudente infringía el deber de cuidado impuesto por
disposiciones que regulan las actividades que generan riesgos.

Como consecuencia de lo anterior, el carro HV-977, a su llegada a la
droguería de Bayamo se incendió. Puso en peligro la vida de los
residentes cercanos al lugar, que tuvieron que ser evacuados con urgencia.

El siniestro se pudo extinguir rápidamente. Sin embargo, no se recuperó
la carga. Lo que no se quemó, se mojó y fue enterrado, con perdidas que
sobrepasan el millón de pesos convertibles.

Es imperdonable que por la incompetencia de un puñado de burócratas se
pierdan tantos medicamentos que necesita la población y que escasean
dentro del territorio nacional. Esta es una de las tantas razones por la
que nuestra economía doméstica no prospera.

El grave incidente quedó sepultado en el silencio. Los daños fueron de
considerable valor, con perjuicios a la economía. Y sobre todo, se puso
en peligro la seguridad colectiva.

La administración de ECOMED tampoco se pronunció al respecto. El
silencio fue denunciado los chóferes, quienes culparon a la entidad como
única responsable de lo ocurrido, porque de antemano ellos le habían
advertido sobre las posibles consecuencias.

ECOMED, para salvar su responsabilidad y librarse de toda culpa, busca
un chivo expiatorio. Desde luego, no fue entre los miembros de su
administración, verdaderos culpables del accidente. Responsabilizaron a
los, el eslabón más débil de la corrupta cadena.

Los recursos monetarios destinados al contrato de un transporte
especializado para el traslado de la sustancia química se destinaron a
la investigación de los hechos.

Los investigadores privados tenían la misión de detectar la más mínima
irregularidad de los itinerarios, hoja de ruta y gastos de combustible
de los transportistas. Como consecuencia, varios trabajadores fueron
separados de sus puestos de trabajo, principalmente los que denunciaron
a ENCOMED. A ellos si les salió caro decir la verdad y defender los
intereses del pueblo.

El Ministerio del Interior (MININT) todavía busca a un culpable. Es
probable que el caso esté cerrado. Lo que para nosotros es evidente,
para ellos sigue en la sombra. Si analizamos las circunstancias
concurrentes en el caso, así como las consecuencias, podemos descartar
por completo una conducta imprudente.

La actitud aquí es completamente dolosa (intencional) y tipifica un
delito de estragos (articulo 174.1 y .3 código penal). Incluso uno más
grave, el de sabotaje (articulo 105).

El simple hecho de transportar medicamentos con sustancias inflamables,
capaces de producir graves perjuicios, es obra de la incompetencia y el
descontrol de un sistema de gobierno como el nuestro.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/nov07/19a6.htm

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