Nefasto, las justificaciones y el camaleón orgánico
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - La cátedra de 
"justificaciones", donde se cursan estudios superiores en fintas, 
esquives y teoría y práctica de la vaselina social, entre otras 
asignaturas, graduó en el año 2006 a miles de camaleones orgánicos en la 
especialidad de gente-camuflaje.
De acuerdo con la teoría del señor José Alejandro Rodríguez, quien lleva 
muchos años cursando un Doctorado en Psicología de la Justificación, la 
especialidad resulta un verdadero tratado de las diversas técnicas 
-sutiles o burdas- para defenderse como gato boca arriba y no rozar la 
cruenta sinceridad.
Aventajados en el manejo que hacen de las categorías políticas, y en 
esgrimir positivos valores sociales en su propósito de salvar la imagen 
institucional, los camaleónicos alumnos se caracterizan por rechazar al 
máximo cualquier señalamiento crítico que se les realice por no 
solucionar las demandas de la población.
Estos especimenes de gente-camuflaje, con maestrías en provocar 
tormentos, constituyen la cara, las manos y los pies -de barro- de la 
justicia social en nuestro país.
Emparentados con los lagartos verdes, que trepan con ligereza a los 
árboles, esta especie lo hace subiéndose a un buró cada vez más alto, 
hasta llegar a la dirección del organismo empresarial.
Y a diferencia de su semejante animal, que "se alimenta de insectos que 
caza con su lengua, larga y pegajosa, y posee la facultad de cambiar de 
color según las condiciones ambientales", el camaleón orgánico se nutre 
de las quejas y desgracias de miles de ciudadanos, mostrando habilidad 
para cambiar de actitud y conducta, adaptándose a cada paso a la más 
ventajosa.
Pero si analizamos en profundidad sus argumentos para no resolver nada, 
o casi nada, que para el caso es lo mismo, estaremos de acuerdo con sus 
justificaciones.
Observemos algunos ejemplos:
¿Cómo garantizar el agua fría en los centros hospitalarios, 
estudiantiles, deportivos y unidades de servicio de nuestro país si 
conocemos que los polos se están descongelando y mañana puede que no 
haya hielo?
¿En qué cabeza cabe suministrar materiales de construcción a una persona 
que sólo lleva 48 años de triunfante espera, si aún los palestinos no 
tienen dónde vivir, la Muralla China puede necesitar esos bloques y los 
turcos pueden sufrir un terremoto?
¿Es justo garantizar de forma subsidiada el uniforme y el calzado de los 
trabajadores y escolares cuando miles de zulúes andan en taparrabos?
¿Alguien puede calificar de ético que pudiéramos disfrutar de nuestro 
derecho a viajar, expresarnos libremente, exigir y obtener respuestas a 
nuestras necesidades básicas, cuando los ciudadanos de Myanmar y Corea 
del Norte tampoco gozan de esos privilegios?
¡Y ni hablar que aceptemos en la capital a ciudadanos de otras 
provincias del país si en los Estados Unidos y Europa levantan muros y 
cercas para contener a los desesperados de siempre!
Además, también la gente-camuflaje tiene madre, milita en el partido, 
posee diplomas por su desempeño laboral, medallas por misiones 
internacionalistas, ocupan cargos en organizaciones de masas y tuvieron 
tan siquiera un tío que participó en la revolución del 60 y el asalto al 
cuartel Moncada.
Por eso es que me duele y no me sumo de forma absoluta al criterio del 
justificólogo cuando se pregunta: ¿Qué hace tanta consigna diaria 
huérfana de gestión? ¿Cómo dirigir sin rendir cuentas, sin pegar el oído 
al lamento concreto, ni ver, ni escuchar ni responder al problema de 
cada cubano, que debe ser el de todos?
Y mucho menos puedo estar de acuerdo con su interrogante subversiva: 
¿Por qué someter al óxido los engranajes de la democracia socialista?
En el año 2006 sólo se recibieron 5 mil 146 cartas de denuncias ante 
miles de atropellos a la ciudadanía, y un elevado 44 por ciento recibió 
respuestas de los camaleones orgánicos -aunque no soluciones-, lo que es 
una buena señal de que los crecientes reclamos de la población cubana 
contarán en 2997 con el apoyo y la sensibilidad de la gente-camuflaje en 
su coherente desvarío.
Eso se lo aseguro yo, Nefasto "El camaleón".
 
 
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