2007: ¿Otra vuelta a la tuerca?
Jorge Olivera Castillo
LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - Si el pueblo cubano viviera 
sólo de los suministros que el régimen otorga por la libreta de 
racionamiento, mostraría uno de los mayores índices de raquitismo a 
nivel mundial. Nada tan arcaico y demostrativo de la ineficiencia, de la 
propensión a conservar en la mentalidad del pueblo el cepo y el 
barracón, a través de esa pieza de cartulina que ofrece más angustias 
que provisiones.
En 2007 su tamaño se reduce. La mengua del documento podría estar 
avalada por el aumento de las impresiones de folletos y periódicos que 
ilustran un país de características celestiales.
Son las cortinas del circo, los fastuosos decorados en la antesala de un 
amasijo de escombros, el nicho de las estadísticas con las cuales se 
manufactura una nación a la imagen y semejanza del poder.
Ese país, el de las notas rimbombantes, los artículos laudatorios y toda 
la papelería que soporta el peso de la propaganda no es Cuba. Si lo es, 
créame cuando afirmo que soy ciudadano de un territorio desconocido.
Con todo el afán publicitario al servicio del status quo, se justifica 
la reducción de la tarjeta de "abastecimientos". Ahora el espacio para 
apuntar lo que, por casualidad, llega a los enclaves que el cubano ha 
bautizado como bodegas, es obviamente menor, ¿será que las ofertas 
acusarán un declive superior?
No sé, pero si tales premoniciones se concretan, un sector considerable 
de la población, sobre todo los ancianos y las madres solteras con una 
gran prole, experimentarán situaciones que harían peligrar su existencia.
Al menos los sectores más vulnerables sienten algún alivio con las 
raciones que cubren alrededor de una tercera parte de las necesidades. 
Para ellos es algo vital, mucho más si no tienen familiares o amistades 
que residan en otros países que le proporcionen ayudas en euros o dólares.
A nadie en Cuba le es posible vivir con los productos que el gobierno 
ofrece a precios subsidiados por medio del pequeño cuaderno.
De no ser por el mercado negro, el destino de Cuba hubiera desembocado 
en un estallido social de implicaciones casi absolutas, de acuerdo al 
número de afectados por la escasez crónica y la ausencia de perspectivas 
halagüeñas.
Hay señales que aportan elementos para estructurar el amargo universo de 
las dudas y las crispaciones. Hasta el momento, en cuanto a proteínas se 
refiere, las familias del capitalino municipio Habana Vieja sólo han 
tenido oportunidad de llevar a las cazuelas media libra de picadillo 
texturizado.
Las entregas de las 8 onzas per cápita despertaron sentimientos 
antagónicos. Se fundieron la ira y la resignación. Rabia, porque los 
comensales aún se empeñan en descubrir la textura del picadillo y ven en 
los anaqueles de las tiendas dolarizadas los "frutos prohibidos". La 
resignación es un gesto propio de quienes sobreviven en una cárcel con 
fieras y verdugos, y para colmo el mar como frontera y el futuro 
convertido en un pantano.
En enero no se habla de aumentos de salario, se ensancha la espiral 
inflacionaria, la corrupción avanza vertiginosamente y declinan las 
entregas del estado. Ya 67 cubanos desembarcaron en las costas de 
Florida. Se hicieron a la mar en naves rústicas y no hubo víctimas en la 
travesía.
Decidieron abandonar el "paraíso" en enero. El primer mes de un año que 
se anuncia azaroso, como suelen ser los naufragios.
oliverajorge75@yahoo.com
 
 
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