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Wednesday, June 28, 2006

La antifamilia

SOCIEDAD
La antifamilia

Aimée Cabrera

LA HABANA, Cuba - Junio (www.cubanet.org) - Las personas unidas por
algún parentesco se consideran parientes. El lazo de la familia parecía
ser indestructible para muchos cubanos, criados a la usanza de hace un
siglo, donde se sabían nombres, apellidos y cómo localizar a primos de
generaciones distantes, dentro y fuera del país.

Ahora es diferente, a veces se conoce a buena parte de la parentela,
pero no hay tiempo de visitarla, o al menos de comunicarse. Situaciones
críticas con el transporte, la falta de teléfonos, el tiempo que apenas
alcanza para cumplir con los más cercanos del círculo familiar han
deteriorado las costumbres y comportamientos en pro de la unión y
armonía entre los miembros de una familia.

El tema es reflejado una y otra vez en programas de la radio y la
televisión, aunque éstos no se proponen el debate y la reflexión. Es
generalizada la idea de que la familia es lo más cercano, el que vive
alrededor, con el que se mantiene un contacto frecuente. No es común ver
primos y hermanos reunidos para pasar vacaciones o compartir buenos o
malos momentos. A lo sumo, la reunión es para despedir definitivamente a
un ser querido; por eso, más común es salir y visitar a colegas, vecinos
o amigos, así el cerco afectivo queda en los entornos.

Otro punto a destacar es el no deseo de formar una nueva familia después
del divorcio; en la Isla, la tasa de divorcio, según datos del año 2000,
oscila entre 3 y 3,4 por cada mil habitantes, cifra que no concuerda con
la realidad cubana. Es muy común conocer personas adultas hijos de
padres divorciados, y ellos están a su vez, en el mismo estado; es
normal, y se considera una complicación, asumir nuevamente roles de
padre o madre, atender otra casa, convivir con otras personas, compartir
lo poco que hay, volver a un estado civil que puede no ser conveniente
en otro momento. De ahí deriva el problema de la vivienda que, como
manzana de la discordia, ha provocado desde agresiones verbales o
físicas hasta rompimientos definitivos.

Quedan muchas personas viviendo de mala gana bajo un mismo techo.
Hermanos que apenas se hablan tienen que compartir la estrechez y otros
inconvenientes, pues no hay la posibilidad de alquilar un apartamento o
una casa. Por tal motivo, como único pueden resolver la desarmonía es
permutando, pero la permuta no es fácil, ya que en muchos casos las
personas tienen que pagar fuertes sumas de dinero para adquirir la
habitación de más que necesitan u otras facilidades.

Entre toda esta agonía hay poco tiempo para dedicarle a la familia, no
sólo por lo ya expuesto, sino por la distancia, que se abre como un gran
abismo entre padres e hijos que viven en diferentes países; muchos en
naciones desarrolladas, pero sin la estabilidad que pueda tener un
nativo. La familia en Cuba tiene que contentarse con lo que puedan
enviarle y ver, un día remoto, al familiar que al fin pudo hacer el
gasto y venir a Cuba.

La familia cubana precisa de amor, bonanza, armonía, unión, que cada
miembro se haga el propósito de echar leños de afecto al fuego filial,
para que vuelva a brotar el encanto que nos caracterizó hace muchas décadas.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/jun06/28a9.htm

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