SOCIEDAD
El gran problema de Leticia
Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión
LA HABANA, junio (www.cubanet.org) - La llamé Leticia porque su
vestimenta y la pamela que tapaba su cabello acusaban la pretensión a un
cierto aire italiano. Nunca la interrogué. No me hizo falta. Gracias a
una locuacidad desbordada, quizás por la complicidad del lugar tan
destartalado, el tiempo de espera y el sujeto de conversación de
siempre: la situación nacional.
En su examen cronológico de nuestras desgracias, reveló su nostalgia por
los años 80, en los que, según afirmó, bastaba un sueldo para vivir.
Hoy, ya convertida en una profesional, nunca logra cerrar el mes con su
salario. La mano de FE (familia en el extranjero) es el salvavidas
mensual que impide el naufragio en un mar de dificultades económicas que
inunda el final de un mes y el cobro del salario en el siguiente.
Expuso con franqueza que únicamente viajar al extranjero -Madrid o
Miami, donde residen sus familiares- le interesa, pues afirmó que pasar
las horas delante del televisor conectado a la "antena", es como
inyectarse una dosis diaria de cualquier droga para olvidar.
Concluyó que si la situación económica de Cuba mejorara, para ella todo
se arreglaría. Así, como profesional, ganaría un buen sueldo que
cubriría sus necesidades "como en los años 80". Aquellos años de su
adolescencia, "cuando había de todo y a precios asequibles a todos..."
Si usted ha vivido ya más de la media rueda como yo, posiblemente esté
de acuerdo conmigo que hubo mucho de disparate en todo lo afirmado por
la bella joven. Primero. ¿Cuándo vivimos en esa abundancia de ofertas en
los años 80? ¿A quiénes sobraba el salario para vivir holgadamente sino
a una capa muy delgada de la población? Otra cosa es que gracias al CAME
(¿lo recuerdan o también lo olvidaron?) una inundación de conservas y
ropas provenientes del campo socialista europeo alivió las ansias
insatisfechas de años anteriores en los que un par de zapatos llegó a
convertirse en artículo de lujo.
Es lógico que si la mencionada interlocutora tiene esa edad inmejorable
cercana a los treinta, no recuerde cuánta escasez nos asedió en aquellos
años. ¿Y los posteriores? ¡Ni qué decir!
He aquí entonces el gran problema de una buena parte de la población
cubana. Ya el período de desgracias cubre casi el medio siglo, y entre
el final biológico natural de muchos de los testigos de otras épocas y
el éxodo continuado, las brechas de la memoria son tan profundas que nos
olvidamos de algunos eventos.
La memoria histórica alterada, manipulada, desvirtúa la realidad vivida
como si fuera un calidoscopio. La memoria individual no cubre tan
azaroso período en muchos casos, causado en buena parte por la
renovación generacional, por lo cual se examinan sin objetividad propia
hechos imprescindibles para emitir un juicio certero.
Puede ser difícil vivir atados al pasado. Sin embargo, visitarlo
mediante los testimonios de quienes lo vivieron, nos puede ofrecer una
visión algo más completa y más aproximada a lo que pudo con certeza
haber sido la realidad. Nos hace falta con urgencia trasladar los hechos
de la memoria individual al soporte material que proporciona la letra
escrita.
Creo que para Leticia aquel mediodía tuvo un sabor amargo. A veces
cuesta trabajo abandonar la propia visión e implantar una ajena, así la
última sea más objetiva y evidente. Es como despertar de un sueño. Y los
sueños, sueños son. Como puede soñarse con introducir un cambio en Cuba
por medios constitucionales.
Un esfuerzo, en fin, de índole intelectual, que merece respeto. Pero en
un país donde la violencia y la amenaza se ejercen como medio de
sustentación ideológica, sólo promete agregar a la Carta Magna cubana
más artículos en defensa del comunismo.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/jun06/30a8.htm
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