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Wednesday, May 03, 2006

El poder de los sin poder

DISIDENCIA
El poder de los sin poder
Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org) - En nuestra Isla, donde la
censura tiene la edad del régimen que detenta el poder, hay libros
prohibidos; tan prohibidos, que la inmensa mayoría de la población
desconoce títulos y autores imprescindibles para entender la propia
realidad insular. Es el caso, por ejemplo, de obras como Rebelión en la
granja y 1984, del gran escritor inglés George Orwell. Tales libros, sin
embargo, circulan de mano en mano como un desafío a los policías del
espíritu, que pretenden controlar las expresiones más íntimas del ser
humano.

En esta cuerda divergente se inscribe la obra del escritor y político
checo Vaclav Havel (Praga, 1-10-1936). Al lector cubano se le impide el
acceso a sus libros, pues el dramaturgo y poeta se sumergió en la lucha
pacífica contra el régimen impuesto en su patria por la antigua Unión
Soviética. El creador de Fiesta en el jardín, Memorandum, El foniatra,
Anticódigos, Los conspiradores, La audiencia, El hotel de montaña y
otros textos de gran valor literario, fundó el Círculo de autores
independientes y la Carta de los 77, en las que ejerció un protagonismo
que lo llevó a la cárcel. Al caer la dictadura fue elegido presidente de
Checoslovaquia, en diciembre de 1989, y de la República Checa en 1993 y
en 1998.

A Vaclav Havel se deben, además, ensayos de gran agudeza sociológica
como Cartas a Olga, La reconstrucción moral de la sociedad y El poder de
los sin poder. El último es uno de esos libros medulares que sólo pueden
ser escritos por quienes han padecido en su propia piel el problema que
describe, por lo cual el texto literario cobra vida y llena de luz las
experiencias de las multitudes que sufrieron en silencio el fenómeno
analizado. La mesura de la prosa, el estilo conciso, los ejemplos
empleados y las formulaciones ideológicas de este ensayo contribuyen a
la comprensión del desastre que representó la construcción del
socialismo en Europa del Este. La praxis del modelo descrito por Havel
se hizo extensiva a otras latitudes, donde aún subsiste la dictadura del
proletariado.

Hemos localizado un ejemplar de El poder de los sin poder, en La Habana.
Corresponde a Ediciones Encuentro, Madrid, 1996. Quiero compartir con el
lector las impresiones que me causa esta obra, pues en sus páginas Havel
desnuda con precisión el carácter que distingue a nuestro modelo
socio-político y las herramientas que le permiten sostenerse.

El autor reflexiona en torno al concepto de "disidencia", su sentido
excluyente, la "oposición de los ciudadanos de segunda", su papel en el
cambio, el lenguaje como instrumento de poder, el sistema de gobierno
totalitario, la actuación de los "sin poder" y la respuesta de la élite
burocrática ante estos luchadores pacíficos.

El escritor checo señala que el socialismo difiere de las dictaduras
tradicionales, pues no tiene una extensión limitada, sino que es común a
un bloque, aunque posee peculiaridades temporales y locales. Se basa en
la autenticidad de los movimientos sociales que le dieron origen, lo
cual legitimiza su permanencia en el poder mediante un grupo de
principios comunes y una red de instrumentos de manipulación que le
aseguran una estabilidad extraordinaria. El sistema asume o hereda "la
inteligencia de la lucha originaria, pero dispone de una ideología más
concisa y mejor estructurada", que adquiere la importancia de una
religión secularizada: ofrece al hombre una respuesta rápida ante su
incertidumbre y una gran sugestión hipnótica.

Al valorar el peculiar lenguaje comunista, advierte que "es uno de los
instrumentos más diabólicos de avasallamiento de los unos y del
embelesamiento de los otros. Es un lenguaje lleno de señuelos, esquemas
ideológicos, flores retóricas y estereotipos idiomáticos; un lenguaje
capaz, por una parte, de maravillar enormemente a las personas que no
hayan descubierto su falsedad, o a las que no hayan tenido que vivir en
ese mundo manipulado, y al mismo tiempo, un lenguaje capaz de despertar
en otras personas el miedo y el terror, obligándolas a disimular
permanentemente". Y agrega: "La gran ventaja de ese lenguaje es que todo
está enlazado en firmes acoplamientos mutuos de un sistema cerrado de
dogmas que excluye todo lo que no encaja en él, calificándolo de
subversión ideológica".

Al margen de la caracterización del lenguaje charlatán y seudo heroico
-que aún sufrimos en la Isla- hay que agradecerle al ensayista checo
otras coordenadas ideológicas que pueden orientar la lucha pacífica
contra el sistema totalitario que justifica las persecuciones,
denuncias, censuras, elecciones de participación obligatoria; mientras
"califica la esclavitud como una forma superior de libertad, al
pensamiento independiente una servidumbre al imperialismo, al espíritu
de iniciativa personal una depauperación de los otros y a los derechos
humanos un invento de la burguesía".

Entre esas coordenadas de gran valor sicológico, Havel demuestra la
esencia inhumana de un régimen cuyos dogmas exigen la incondicionalidad
del ciudadano al orden político, imponiendo el silencio, la mentira, la
purga, la cárcel o el exilio. Cabe preguntarse entonces: ¿Cómo romper
las tabulaciones de un sistema cerrado? ¿Cómo vivir en la verdad, sin la
doblez ética y la incoherencia moral? ¿Cómo desmentir el discurso de la
nomenclatura oficial que denigra el pensamiento liberador? El autor se
detiene en el amplio y difícil camino de la liberación personal y de la
necesidad de una revolución espiritual para frenar el totalitarismo
rampante y emprender la reconstrucción moral, a fin de poner el poder en
servicio del hombre y no a la inversa.

En El poder de los sin poder, Havel esclarece el papel dominante que
juega la ideología bajo la dictadura de una burocracia política sobre la
sociedad igualitaria. La ideología llega a situarse por encima del
hombre y hasta del poder al cual sirve. Advierte, asimismo, que el
régimen basado en la propiedad estatal puede ser el único gestor de
trabajo, invertir en el mismo y manipular a su antojo la propia
existencia humana. Con ese propósito retoma el ideal revolucionario y
convierte al ciudadano en rehén de una gran patria exclusiva con rango
de Dios omnisciente y omnipresente. El castrismo es un ejemplo
ilustrativo, pues es una dictadura que finge no serlo: pregona la
libertad, la igualdad y otros valores y derechos universales que utiliza
y aplasta con habilidad de prestidigitador.

En el ensayo que glosamos, el escritor checo revela otras peculiaridades
del socialismo, desde las consignas ideológicas del entorno habitual que
conectan al hombre con el poder, hasta el abismo entre los planes del
sistema y los planes de la vida: la vida tiende al pluralismo y la
organización independiente, pero el sistema exige uniformidad y
disciplina; es decir, vuelve sobre sí mismo, pues conservar el poder
exige la autocinesis: el mundo de la apariencia se impone como realidad.
Tan sugestivas y profundas acotaciones ponen en evidencia la red de
mentiras e hipocresías que atraviesan la vida. "Al poder de la
burocracia se le llama poder del pueblo; a la clase obrera se la
esclaviza en nombre de la clase obrera; la humillación total del hombre
se contrabandea como su liberación definitiva; a la arbitrariedad,
aplicación del ordenamiento jurídico; a la farsa electoral como la forma
más alta de democracia; a la ocupación como ayuda fraterna. El poder es
prisionero de sus propias mentiras, y el individuo ha de comportarse
como si creyera esas mistificaciones, soportarlas en silencio, vivir en
la mentira".

No escapan a la mirada de Havel los rituales del sistema ni la lucha
enmascarada por el poder, que se deshumaniza y elige a hombres anónimos
y sin voluntad propia, quienes actúan como víctimas y soportes del
mismo. Analiza la estructura alienante del socialismo y cómo el alineado
apoya automáticamente al sistema. Señala que a pesar de la autocinesis y
la autodefensa de "la vida es la mentira", pueden aparecen alternativas
al totalitarismo, pues "la vida es la verdad" llega a alcanzar una
dimensión existencial, ética, moral y política, poniendo en peligro las
maquinaciones de la burocracia política y revelando sus falsedades.

Se detiene al respecto en el caso de su país, pero esboza cómo el
desmontaje del esquema totalitario atravesó experiencias similares, pues
en las naciones de Europa que sufrieron el sistema socialista se fueron
abriendo paso las intenciones reales de la vida. Los opositores ganaron
poder desde la fuerza potencial oculta en cada sociedad, incluidas sus
estructuras del poder. Tales fuerzas no compitieron por el poder:
operaron en la penumbra de la existencia humana, revelaron los problemas
ocultos tras las mentiras oficiales y crearon estructuras alternativas
que vencieron la apatía y la desesperanza. Estos movimientos se debieron
más a la acción de intelectuales que de políticos. Los disidentes
ganaron poder sin usar los métodos políticos tradicionales. La lucha por
los derechos humanos tuvo otros matices.

Por analogía -para el caso cubano- resultan de gran interés las
formulaciones que hace Havel sobre los conceptos de oposición y
disidencia, empleados bajo el socialismo como sinónimos de enemigos. "La
postura del disidente es la del interés por el otro, por la mayoría
social que sufre, por lo que no se hace sentir". Los disidentes -aclara-
poseen más valor ético, pero no son una élite, ni una fauna protegida
por el gobierno, sino una fuerza que desafía el orden y lo pone en
peligro, por lo cual enfrenta la represión. Otras personas colindan con
la vida independiente: escritores, periodistas, artistas, científicos y
sacerdotes, quienes se caracterizan por un alto grado de emancipación
interior.

Para estimular la lectura del libro de Vaclav Havel, sólo añadiremos que
esta obra es un verdadero antídoto contra la indefensión a la que ha
sido sometido el hombre por un régimen burocrático, que trató de atarlo
todo mediante ordenanzas, leyes, eslogan y manipulaciones, llegando al
extremo de robarle al ciudadano hasta los sueños y las perspectivas de
cambiar su vida. En nuestra Isla, sin embargo, el modelo tocó fondo y
renacen desde el pozo de la miseria las estrellas del cambio. Surge
"otra cultura" independiente y reprimida, que niega los rituales del
sistema y representa un viraje hacia el hombre concreto.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/may06/02a9.htm

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