Un viejo conflicto con una sola solución
En Cuba el apartheid va mucho más allá de la raza
Lunes, julio 3, 2017 |  Tania Díaz Castro	
LA HABANA, Cuba.- La triste historia del negro discriminado, en muchas 
partes del planeta, es más vieja que andar a pie. Es posible que sólo 
haya tenido gran parte de solución en los Estados Unidos, durante los 
últimos años del siglo pasado, aunque la propaganda antiyanqui de la 
televisión cubana diga lo contrario.
En Cuba, comenzó con la emigración africana y en la actualidad, como se 
sabe y pese a lo que proclama el castrismo sobre la reivindicación del 
negro, los resultados negativos son obvios.
Recientemente, un grupo de intelectuales convocaron a un análisis sobre 
el tema en un local de La Habana. La intención, aunque un poco velada, 
era recomendarle respetuosamente al régimen castrista que se ocupara más 
de los afrodescendientes, puesto que apenas tienen acceso a lugares 
donde más corre el dinero: hoteles, paladares, bares, etc.
Incluso —vaya sorpresa— hasta protestan porque tienen poca participación 
en la prensa nacional del gobierno raulista.
Me pregunto, como vieja fundadora del Movimiento de Derechos en Cuba, si 
estos amigos partícipes del evento no saben que este lleva exactamente 
treinta años luchando porque en Cuba desaparezca la clasificación social 
establecida por la dictadura comunista, no sólo por el color de la piel, 
sino también —y sobre todo— por las ideas.
Los que, por ejemplo, pensamos que un régimen capitalista cumple más con 
los derechos todos del hombre que una dictadura totalitaria-comunista, 
estamos considerados en Cuba como herejes que solo merecemos la hoguera.
Para que todos en Cuba estemos en condiciones de igualdad, estamos 
obligados a pensar como lo exige la dictadura: creer que la ley de 
alquileres no destruyó la imagen arquitectónica y la calidad de vida 
humana del país, creer que la ley de reforma agraria no arruinó nuestra 
agricultura, creer que las nacionalizaciones y sobre todo la Ofensiva 
Revolucionaria de 1968 no acabó con nuestro floreciente y tradicional 
comercio y con nuestra economía, creer que la alianza con los gobiernos 
soviéticos y el divorcio con el superdesarrollado vecino del norte no 
nos hizo retroceder más de medio siglo…
En las universidades cubanas, por si esto se le ha olvidado a alguien, 
más pronto ingresa un negro comunista que un disidente u opositor, 
tampoco pueden trabajar en un paladar, mucho menos en un hotel. Tampoco 
nuestros periodistas independientes pueden publicar sus escritos en la 
prensa nacional.
Están —o mejor dicho, hemos estado— condenados a un apartheid 
político-social mucho peor que el apartheid racial del negro, denunciado 
este, sin embargo, por el Movimiento de Derechos Humanos a partir de 
1987, cuando la población penal de Cuba se componía de un 80% de negros, 
en su mayoría jóvenes, algo que aún perdura en las cárceles cubanas, así 
como en los solares inhabitables que pululan en La Habana.
Incluso cuando estaban prácticamente reprimidas las sectas religiosas en 
Cuba, a lo largo de los primeros treinta años de la llamada Revolución, 
fue el MDH de Cuba la primera organización que protestara públicamente 
para que se respetara la libertad de cultos, admitida mucho después, 
entre otras cosas gracias a nuestras denuncias, razón por lo cual hemos 
sufrido difamaciones, prisión y destierro, sólo por portar la bandera 
más sagrada de la humanidad: La Declaración Universal de los Derechos 
del Hombre.
Esta Declaración no se basa en dos o tres artículos, sino que son 
treinta los aprobados aquel 10 de diciembre de 1948, incluso por Cuba. 
Cada uno de ellos, sin excepción, logra, con su cumplimiento, una 
sociedad más justa, donde cada ciudadano puede disfrutar de los mismos 
derechos.
Estamos, pues, ante un viejo conflicto con una sola solución: cuando 
desaparezca la dictadura totalitaria castrista, envejecida y fracasada, 
donde el hombre es esclavo de un Estado ineficiente, que sólo puede 
pregonar su gastada y aburrida trayectoria, más fabulación que historia 
y no logra el progreso y la independencia individual de sus habitantes.
Source: Un viejo conflicto con una sola solución CubanetCubanet - 
https://www.cubanet.org/opiniones/un-viejo-conflicto-con-una-sola-solucion/
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