Crisis de Maduro obliga a Castro a pensar en un plan B
25 de abril de 2017 - 20:04  - Por IVÁN GARCÍA
Mientras el enfrentamiento entre la oposición y el Gobierno venezolanos 
ahonda la crisis en esa nación, en Cuba el régimen observa preocupado el 
declive de su alidado
LA HABANA.- Entre el estruendo de los metales de una orquesta mediocre 
con textos vulgares, cuatro venezolanos que por motivos laborales 
residen en La Habana, bailan salsa con sus amigas cubanas y a intervalos 
se empinan un trago de ron añejo Mulata, de una caneca plástica.
Es una de las pachangas que por cualquier motivo o efeméride histórica 
organizan las autoridades culturales. En esta ocasión en la llamada 
Plaza Roja de La Víbora, a treinta minutos en auto del centro de la capital.
El día anterior por la mañana, una brigada del Poder Popular levantó con 
urgencia una tarima chapucera de madera y colocó dos retretes 
portátiles. Por la noche comenzó la música.
Jóvenes de barrios adyacentes comenzaron a llegar. A la entrada de la 
Plaza Roja, tres carros patrulleros. Dos parejas de policías examinaban 
los carnés de identidad y con un detector de metales revisaban a quienes 
se decidían a pasar.
"Lo hacemos para que no introduzcan objetos perfilo-cortantes o armas de 
fuego. Tampoco botellas de cristal. El personal que suele venir a estas 
actividades es bastante marginal", asegura uno de los oficiales que 
cuida el orden.
Para los venezolanos es algo normal. "Caracas y otras regiones de 
Venezuela se han convertido en un matadero. De noche no puedes parar ni 
en los semáforos. Cuando menos te imaginas, se aparece una banda de 
panas en motos y sales bien si solo te quitan la plata. Si están de mal 
humor, te la arrancan, pues", cuenta un caraqueño.
"Cuba es un paraíso comparado con Venezuela. Acá no hay violencia, 
compa. Allá tienes que tomarte el botellón con los amigos dentro de tu 
casa, en la calle te la pelan a tiros", dice otro de los venezolanos.
Todos coinciden que las extensas colas, falta de alimentos y 
medicamentos no es una invención de "los perversos medios 
internacionales", como asegura Nicolás Maduro.
"Es real. Aquello está malísimo. En Venezuela siempre sobró la comida. 
Ahora no hay harina ni para arepas. Los venezolanos que viajan se ven 
obligados, como ustedes dicen, a 'jinetear' medicinas, ropa y dinero. Y 
a 'raspar tarjetas' y al regreso tener unos dolarcitos extras para 
sobrevivir", manifiesta uno que en silencio ha estado escuchando.
'Raspar la tarjeta' se le llama al 'invento' ideado por venezolanos que 
viven, trabajan o están de paso en La Habana. Merodean por concurridas 
tiendas en divisas y les proponen a los cubanos adquirir mercancías de 
alto costo con un 15 o 20 por ciento de rebaja. Ellos las compran con su 
tarjeta de crédito y usted les entrega al cash los pesos convertibles. 
Después, en el mercado subterráneo local, los venezolanos adquieren 
dólares estadounidenses, que en Cuba cuestan más baratos que el peso 
convertible.
"En Venezuela tener dólares es como tener oro. Todos los días la tasa 
cambiaria clandestina varía. Maduro ha jodido aquello. Yo soy chavista, 
pero reconozco que él debería apartarse del poder. Ha destruido el 
país", dice el más joven, mientras bebe un trago de ron Mulata, y subraya:
"La prensa cubana no refleja fielmente lo que allá pasa. La mayoría del 
pueblo está cansado de la escasez y de Maduro. El tipo gobierna a golpe 
de decreto. Si las cosas siguen así, aquello puede terminar en una 
guerra civil".
El terremoto de Venezuela, acompañado por una bestial crisis económica, 
híper inflación y una de las más elevadas tasas de criminalidad del 
planeta, tiene como epicentro el Palacio de la Revolución en La Habana.
Fue un fiasco del extinto Hugo Chávez reproducir lo peor del 
disfuncional sistema instaurado por el castrismo y abrir las puertas a 
asesores militares y de inteligencia cubanos. Ahora los dos países están 
atrapados. Bajos precios del petróleo, estructuras productivas 
semiparalizadas, un discurso de odio e incongruencias de Maduro y sus 
adláteres, que tachan de fascistas y criminales a la oposición y luego 
piden un diálogo, ha polarizado a la sociedad venezolana.
Y Cuba, por su parte, depende del petróleo de Venezuela para sostener su 
precaria economía de comando. El nerviosismo entre la boliburguesía 
chavista llega también al búnker donde gobierna la autocracia verde olivo.
Por efecto dominó, de caer Miraflores, los estrategas de Raúl Castro 
deberán desempolvar un plan B. Muchos ciudadanos de la isla temen que no 
exista puerta de salida.
"Si Maduro tiene que entregar el poder en Venezuela, y se derogan los 
acuerdos de PDVSA con Cuba, tendremos un grave problema. No hay finanzas 
para comprar crudo en otros lares y se dejan de recibir millones de 
dólares en concepto de intercambio por los programas de salud y otros 
civiles. Además, algunas empresas cubanas dejarían de ganar dinero como 
intermediarias en la compra de insumos para Venezuela. Si aquello 
explota, Raúl Castro o su sucesor, deberá apurar reformas económicas y 
de corte político o esperar que el impredecible Trump nos tire un 
salvavidas. Ni China ni Rusia están por la faena. Lo malo de ese 
escenario es que retornaría una potente crisis económica. Lo bueno, que 
tendríamos una oportunidad única para diseñar un modelo democrático, 
nacionalista e independiente", apunta un exfuncionario.
Los medios estatales y Telesur, una televisora sostenida con los 
petrodólares de Hugo Chávez y Rafael Correa, manipulan proverbialmente 
el actual panorama de protestas en Venezuela.
"Es asqueroso el manejo de la información en Cuba. Sin sonrojarse, dicen 
que los muertos en las protestas, las deficiencias económicas y los 
actos vandálicos son culpa de la oposición. Las marchas opositoras, sus 
opiniones y estrategias no se reportan ni se trasmiten. Telesur solo 
habla del pueblo chavista y uno se pregunta dónde está la otra parte de 
la población, que son millones de personas. Por ese llamado al diálogo 
que ha hecho Maduro se comprende la debilidad del chavismo. No pueden 
gobernar ellos solos. De lo contrario no pedirían dialogar. Pero a su 
vez es difícil hablar con una facción que llama asesinos, vendepatrias y 
fascistas a los que disienten", expresa un experiodista oficial.
El tema de Venezuela no es una prioridad para casi nadie en Cuba. Si el 
chavismo saliera de Miraflores, la principal preocupación de los cubanos 
sería conocer hasta qué punto se vería afectado el sistema energético 
nacional.
"Eso es lo que más preocupa a los cubanos, porque hemos sobrevivido 
gracias al petróleo venezolano. De lo demás, uno admira que cuando una 
parte del pueblo no está de acuerdo con su gobierno salga a la calle a 
manifestarse. Ojalá que echen al guagüero (Maduro) del poder. El tipo es 
un bofe", confiesa el dueño de un negocio privado.
Pero igual que ocurre con la actitud de la ciudadanía hacia la oposición 
en la isla, en el caso de Venezuela, los cubanos también optan por la 
indiferencia y por ver el partido desde las gradas. O por beber ron y 
bailar reguetón en una plaza pública.
Source: Crisis de Maduro obliga a Castro a pensar en un plan B | Cuba - 
http://www.diariolasamericas.com/america-latina/crisis-maduro-obliga-castro-pensar-un-plan-b-n4120521
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