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Monday, June 06, 2016

Cuba, un tiempo que se repite

Cuba, un tiempo que se repite
Por Pedro Corzo
4 de junio de 2016

Hay quienes afirman que la historia no se repite; sin embargo, es fácil
encontrar en su devenir analogías y similitudes, lo que confirma el
aserto de que "hay que conocer la historia para no repetirla". Por
supuesto que los sucesos no se reproducen con exactitud, porque cada
período tiene sus especificidades y sus personalidades; empero, hay
elementos casi constantes que hacen evocar el pasado, así como una
especie de espíritu de la época que se reedita y conserva valores
fáciles de identificar en las vivencias de cada pueblo.

La historia de Cuba no es una excepción. En ella hay elementos
constantes que conforman su quehacer nacional, a pesar de los nuevos
escenarios y actores que se sucedan. Hay situaciones que parece que se
reproyectan, como si se contemplara una película reconstruida sobre otro
ambiente.

Hay una singularidad en el pueblo cubano de fácil verificación y es la
capacidad que posee para involucrar en sus conflictos domésticos a
países extranjeros, con independencia de la inclinación intervencionista
o mediacionista que puedan tener esos Estados.

Los cubanos han sido hábiles en internacionalizar sus conflictos y el
reciente restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y
Estados Unidos lleva a evocar el Tratado de París, pero también la
mediación de Sumner Welles en la crisis nacional de 1933.

Durante el Tratado de París, en 1898, el papel de Estados Unidos fue muy
importante, como también las omisiones y las participaciones del resto
del mundo, particularmente la de los países de América Latina, que por
lo regular han optado por ignorar lo que sucede en Cuba bajo la
dictadura de los Castro.

En relación con la isla hay agentes históricos muy similares entre la
época colonial y el actual régimen, por ejemplo, un régimen autoritario,
poderoso, represivo, cimentado en la fuerza y la intolerancia. Un
gobierno que, al igual que el colonial, muestra más interés en negociar
con poderes extranjeros los conflictos internos de la nación que con los
propios nacionales que reclaman respeto a sus derechos.

Paradójicamente, se repite la existencia de un exilio influyente y
poderoso que trabaja contra la dictadura, mientras, paralelo a este, hay
isleños que, como los viejos autonomistas, prefieren que actores
extranjeros decidan sobre su país, antes que sus compatriotas que
enfrentan el despotismo.

En 1896, el Gobierno de la República de Cuba en Armas intentó celebrar
un Congreso Panamericano que auspiciara el proceso independentista
cubano, lo que resultó en un rotundo fracaso, porque faltó el apoyo de
las naciones hermanas.

Frente al castrismo, la desidia y la falta de solidaridad
latinoamericana también han sido constantes, y donde mejor se ha
apreciado esa conducta ha sido en los foros internacionales, en
particular en las instancias defensoras de los derechos humanos de
Naciones Unidas. Hay que destacar que de América Latina no ha partido
una sola iniciativa que promueva el establecimiento de una sociedad
democrática en Cuba.

Sin embargo, aunque los países del Viejo Continente no respaldaron a los
independistas cubanos en la lucha contra España, en 1996, la Unión
Europea instituyó una posición común hacia la dictadura de la isla,
ahora en revisión, pero, en términos generales, Europa ha sido más
solidaria con la oposición democrática cubana que los países que
integran el continente americano.

Por otra parte, la influencia ejercida por Estados Unidos en Cuba
durante la colonia, el período independentista, la república y durante
el totalitarismo, es un factor que ha marcado de forma indeleble a la
nación isleña.

La Resolución Conjunta, en 1898, la referida intervención de Welles ante
la dictadura de Gerardo Machado, en 1933, el embargo de armas al régimen
de Fulgencio Batista, en 1958, el diferendo con Washington que se
extendió por más de cinco décadas, han sido factores claves en el
devenir histórico de la isla. No obstante, toda la relevancia de esos
acontecimientos palidece ante las expectativas que generó en la
población el restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana.

El castrismo intentó sembrar el odio contra Estados Unidos y todo lo que
ese país representa, pero el rotundo fracaso del modelo político y
social que impusieron en la isla ha sido un factor clave para que muchos
isleños hayan dejado atrás la consigna "Cuba sí, yankees no" y miren
hacia la nación del norte con una devoción que nunca antes sintieron.

Esta situación se testimonia en el comportamiento lastimoso de un sector
de la sociedad cubana después del restablecimiento de relaciones entre
Washington y La Habana, y la visita del presidente Barack Obama, porque
al parecer estiman que los problemas del país se resolverán por la
gracia extranjera y no por la voluntad y el esfuerzo de los cubanos.

Source: Cuba, un tiempo que se repite - Infobae -
http://www.infobae.com/america/opinion/2016/06/04/cuba-un-tiempo-que-se-repite/

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