Jueves, 03 de Noviembre de 2011 10:31
Rogelio Fabio Hurtado
Marianao, La Habana, (PD) Como ya viene siendo costumbre, la selección
cubana de béisbol ha sucumbido por partida doble en los últimos eventos
internacionales y la afición pide la cabeza de Alfonso Urquiola, mentor
del equipo y responsable público de la confección del mismo.
En el primer caso, fracasó el bateo; en el segundo, le tocó a los
lanzadores sufrir la paliza de 12 anotaciones en tres entradas.
Más allá de los elementos tácticos, la pelota en Cuba padece una crisis
de estancamiento, reforzada por el numeroso éxodo de peloteros jóvenes,
quienes cruzan el charco en pos de sacar mejor partido de sus cualidades
como atletas.
La prensa oficial protesta, pero no se atreve a proponer soluciones
radicales. ¿Por qué los peloteros cubanos no pueden codearse con sus
colegas en las ligas profesionales? Si desempeñarse en los Estados
Unidos demanda de ellos establecerse fuera de Cuba a tiempo completo,
podrían hacerlo en las ligas asiáticas y en los campeonatos invernales
que se desarrollan en países vecinos, como República Dominicana,
Venezuela o México, por no decir Holanda, en Europa. Eso le ampliaría el
horizonte a los peloteros, sin menoscabo de que continuarían
participando aquí y representando a Cuba en las lides internacionales.
Claro, que los jugadores, al convertirse en profesionales libres,
dejarían de estar sujetos a la orden de la burocracia, que vive
profesionalmente de ellos desde hace muchos años. Respecto a sus
ingresos, eso no resultaría muy diferente al arriendo de personal médico
que practica con ventaja desde hace muchos años.
Como he dicho otras veces, los presidentes cubanos de la República se
enorgullecieron de sus gallos de pelea. Los actuales crían atletas, en
especial peloteros y boxeadores. Si bien ambos modelos de gladiadores se
les han revirado en los últimos años, consentirles que se desempeñen por
cuenta propia equivaldría a renunciar definitivamente a una de las
parcelas de su poder.
Creo que los jugadores no son ajenos a esta insatisfacción, y mucho
menos la afición. Sin embargo, en nombre de mis antecedentes reglanos,
voy a presentarles una propuesta de estructura para la Serie Nacional, a
partir de la actual, sin quitar ni poner equipos.
A la altura del partido 60 de cada conjunto, se tomarían los 8 primeros
conjuntos, para que continuasen jugando entre sí los restantes 30
partidos, a modo de una primera división, en tanto los restantes 9
también jugarían entre ellos. Al cumplirse los 90 juegos, los ocupantes
de los 4 primeros lugares de ambas divisiones, jugarían series
semifinales de 7 a ganar 4 y luego los ganadores disputarían entre sí la
serie final, que determinaría al campeón nacional. Puesto que estas
eliminatorias constituyen lo mejor del espectáculo, podrían reproducirse
entre los restantes equipos y la emoción de esos partidos se extendería
a toda la Isla. El corte en dos divisiones permitiría también una cierta
concentración del nivel cualitativo, sin sacrificar la participación
nacional.
El inconveniente como espectáculo de reactivar las antiguas series
selectivas estriba en que el clímax de la temporada son los llamados
play off, después de los cuales hay un descenso lógico del interés. Esto
es lo que ha hecho fracasar los distintos torneos que se han intentado,
como las Superligas.
Mi propuesta conserva el incentivo regionalista, al que creo que la
pelota cubana ya no puede renunciar. Puede incluso pensarse en
organizar, en medio del Campeonato, una miniserie, digamos a 5 juegos,
entre los Industriales y Santiago de Cuba, absolutamente al margen del
propio campeonato y con independencia del lugar que ocupen
circunstancialmente ambas novenas, a modo de regalo para el público de
La Habana y de Santiago de Cuba. Así, no dependería de la clasificación
de ambos conjuntos la celebración de este clásico del béisbol cubano.
Por último, desearle lo mejor al debutante Lázaro Vargas al frente de
los Azules, aunque sigo pensando que el mejor timonel sería Rey Vicente
Anglada.
http://primaveradigital.org/primavera/deportes/beisbol/2607-derrotas-de-la-burocracia-beisbolera
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