El mercado negro ayuda a cubanos a sobrevivir
Paul Haven
AP
La Habana -- ¿Quiere un chorizo con pimentón? ¿Qué tal un pedazo de
mozzarella de leche de búfalo? O quizás busca algo más precioso, como un
aire acondicionado importado o algunos habanos enrollados a mano a una
fracción del precio oficial.
En un país marxista donde virtualmente toda la actividad económica está
regulada, y donde los supermercados y las tiendas permanecen
desabastecidos de productos básicos como el azúcar, los huevos y el
papel higiénico, se puede conseguir casi todo en el próspero mercado
negro de Cuba – si tiene un "amigo" o el número telefónico adecuado.
Una serie de cambios económicos introducidos durante el año pasado por
el gobernante Raúl Castro, incluyendo el derecho a trabajar por cuenta
propia en 178 empleos aprobados, ha sido descrito como una amplia
apertura para el espíritu empresarial, en una isla de 11 millones de
personas donde el estado emplea a más de cuatro de cada cinco
trabajadores y controla virtualmente todos los medios de producción.
En realidad, muchos de los nuevos empleos, que van desde el vendedor de
comida al fotógrafo de bodas, del manicurista al trabajador de la
construcción, han existido durante años en la economía informal, y
muchos de los que buscan licencias de trabajo ya ofrecen los mismos
servicios por debajo de la mesa.
Y mientras el mercado negro en los países desarrollados puede estar
dominado por las drogas, los DVD de contrabando y la prostitución, en
Cuba abarca literalmente todo. Un hombre maneja diariamente su auto
hacia La Habana con salchichas hechas a mano bajo el asiento del
pasajero. Una mujer vende minifaldas apretadas de spandex y blusas de
diseños chillones detrás de una cortina de flores en su destartalado
apartamento.
Los economistas, y los cubanos de a pie, dicen que casi todos en la isla
dependen de él.
"Todo el que tenga un trabajo roba algo", dijo Marki, un fumador
empedernido de 44 años que es especialista en transporte. "El muchacho
que trabaja en la industria del azúcar roba azúcar para poder
revenderla. La mujer que trabaja en textiles roba hilo para poder hacer
sus propias ropas".
Marki se gana la vida como una "mula", al vender en tres tiendas
clandestinas en La Habana ropa traída de Europa, y ha cumplido tiempo en
prisión por sus actividades. Como varias de las personas entrevistadas
para este artículo, estuvo de acuerdo en hablar a condición de que no se
le identificara por temor a confrontar problemas con las autoridades.
Las mercancías fluyen en el mercado informal procedentes del extranjero,
pero también de los bienes que desaparecen en bolsillos, mochilas e
incluso camiones de los almacenes, fábricas, supermercados y oficinas
del estado.
No hay estadísticas oficiales del gobierno sobre cuánto se roba cada
año, aunque los robos menores se denuncian rutinariamente en la prensa
oficial. El 21 de junio, el diario del partido comunista, Granma,
informó que los esfuerzos para detener los robos en las empresas
estatales en la capital han "dado un paso atrás" en meses recientes. El
periódico culpó a los administradores por falta de supervisión después
de un aumento inicial de cumplimiento con las exhortaciones de Castro
para detener los hurtos.
"Los actos delictivos y de corrupción han aumentado debido a la falta de
control interno", dijo el diario.
Un extenso estudio en el 2005 del economista canadiense Archibald Ritter
examinó las muchas formas en que los cubanos incrementan sus salarios de
apenas $20 al mes por medio del comercio ilegal –desde una mujer que
vende espagueti robado de puerta en puerta, a un cantinero en un centro
turístico que sustituye el ron de alta calidad con su propia bebida
alcohólica, a un reparador de bicicletas que vende las piezas de
repuesto que saca por la puerta trasera. Ritter y otros que estudian la
economía cubana dicen que es imposible estimar el valor del dólar en el
mercado negro.
"Se puede probablemente decir que el 95 por ciento o más de la población
participa en la economía subterránea en una forma u otra. Está
tremendamente difundida", aseveró Ritter, quien trabaja como profesor en
la Universidad Carlton en Ottawa. "Robarle al estado es, para los
cubanos, como traer leña del bosque o recoger moras en un terreno de
nadie. Se considera propiedad pública, que de otra forma no se usaría en
forma productiva, así que ellos se ayudan a sí mismos".
Los cubanos tienen incluso un término para obtener las cosas que
necesitan, legal o ilegalmente: "resolver". Durante décadas, ha tenido
sus connotaciones negativas y ahora se toma como una necesidad para
sobrevivir.
"El acudir al mercado negro y al sector informal para casi todo es tan
común que se ha convertido en la norma, con poco o ningún pensamiento de
legalidad o moral", dijo Ted Henken, un profesor en el College Baruch de
Nueva York que se ha pasado años estudiando la economía cubana. "Cuando
las opciones legales son limitadas o no existen, entonces todo el mundo
incumple la ley, y cuando todos incumplen la ley, ésta pierde su
legitimidad y esencialmente deja de existir".
Sin embargo, hay pruebas de que Castro está persuadiendo a al menos
algunos de los operadores del mercado negro a cumplir con las reglas y
pagar los impuestos.
En los últimos siete meses, más de 220,000 cubanos han recibido
licencias para trabajar por cuenta propia, uniéndose a unos 100,000 que
han trabajo legalmente de forma independiente desde la década de 1990.
De esos, un 68 por ciento eran oficialmente "desempleados" cuando
recibieron su licencia, un 16 por ciento tenía un trabajo estatal y otro
16 por ciento se definieron como "retirados", de acuerdo con las
estadísticas en el sitio web gubernamental Cubadebate.
Muchas de estas personas sin empleo y nominalmente retiradas trataban de
llegar a fin de mes trabajando en el mercado informal, e incluso los ex
trabajadores gubernamentales estaban probablemente conectados de una
forma u otra.
"Se tiene que encontrar una forma para sobrevivir", dijo Manuel
Rodríguez, el ex jefe del centro médico para niños con discapacidades de
la provincia de Cienfuegos. Rodríguez dijo que su libreta de
racionamiento mensual, más el pobre salario de su mujer, sólo cubren dos
semanas de alimentos. "Me senté un día en el parque y pensé: ¿qué puedo
hacer?"
Entonces comenzó a montar en bicicleta los domingos por la ciudad,
rentando DVD de contrabando con las últimas películas de Hollywood que
otros han bajado de internet. Rodríguez, quien se mudó en el 2009 a
Miami, defendió su decisión de pasar al mercado negro para traer comida
a su mesa.
"No estaba haciéndole daño a nadie", aseguró. "No es pornografía. No es
drogas".
En realidad, la venta y renta de DVD piratas es ahora uno de los 178
empleos que se pueden hacer legalmente en Cuba, que ignora los derechos
de propiedad intelectual de EEUU en respuesta al embargo económico de 49
años de Washington.
Los nuevos poseedores de licencias se quejan de que los impuestos y
pagos a la seguridad social pueden estar muy por encima del 50 por
ciento de sus ventas, las materias primas son difíciles de adquirir
porque no hay un mercado de ventas al por mayor y las promesas del
gobierno para suministrar créditos de los bancos y espacios para los
vendedores al por menor se han implementado con lentitud.
Pero muchos dicen que aprovecharon de todas formas la oportunidad de
pasar a la legitimidad, cansados de estar siempre mirando a su espalda.
"Comenzamos de forma ilegal, hace años, pero cuando comenzaron a dar las
licencias obtuvimos una porque significa paz mental", dijo Odalis
Losano, una madre soltera de 46 años que obtuvo en diciembre una
licencia para vender almuerzos que ella prepara en la cocina de su casa.
"Ahora no tenemos que temer a la policía o los inspectores".
Paradójicamente, la expansión de un mercado legal puede aumentar el
tamaño del mercado negro, particularmente para los bienes y servicios
que necesitan los nuevos empresarios para sobrevivir. Las pizzerías
recién legalizadas deben tener un suministro constante de queso, harina
y pasta de tomate, los empleados por cuenta propia de la construcción
deben tener materiales de construcción, las manicuristas tienen que
encontrar el esmalte de uñas.
Uno que se ha beneficiado de la apertura económica legal, aunque
ilegalmente, es Roberto, quien usa recipientes robados de CO2 para hacer
bebidas carbonatadas para vender a los cafés populares privados que han
abierto por toda La Habana. Cobra sólo 7 pesos (28 centavos de dólar)
por una botella de 1.5 litros, una sexta parte de lo que cuesta en el
supermercado una botella de gaseosa hecha por el estado.
"Este negocio no es totalmente legal", dijo Roberto. "No puedo obtener
una licencia para ello porque el estado no me venderá el CO2. Necesito
adquirirlo en el mercado negro".
Y también hay muchas actividades que tienen que permanecer ocultas por
naturaleza bajo el controlado sistema cubano.
Internet está estrictamente bajo control en Cuba, así que los que venden
tiempo en cuentas que pertenecen a médicos, profesores y técnicos de
computadora lo hacen de forma oculta. El gobierno mantiene un monopolio
en el más típico de los productos cubanos, el habano, obligando a los
cientos de fábricas clandestinas a mantenerse así.
Igualmente se encuentra regulada la venta de oro, así que los que lo
funden para dentaduras no van a recibir pronto una licencia.
"Incluso si legalizaran este negocio no valdría la pena obtener una
licencia", dijo una persona que lo hace a condición de anonimato por
miedo de represalias por parte del estado. En su caso, cobra hasta $40
por diente, usando oro derretido de joyas y baratijas que compra a
suministradores secretos. "Ellos podrían regularlo tanto que sería
imposible obtener el oro y los otros materiales que necesito. Las
autoridades me molestarían tanto que sería peor que lo que hago de forma
oculta.
Marki, la "mula", dijo que abriría con gusto una boutique de ropas
importadas si los dirigentes de la isla cambian alguna vez la economía
marxista por el capitalismo. Hasta entonces, agregó, él y muchos de sus
compatriotas vivirán y trabajarán al margen de la ley – y ninguna
cantidad de multas, detenciones o tiempo en la cárcel lo disuadirán de ello.
"La mitad de Cuba vive del mercado negro", dijo Marki con una sonrisa.
"Y la otra mitad depende de él. Para mí, es algo indetenible".
http://www.elnuevoherald.com/2011/07/04/v-fullstory/973517/el-mercado-negro-ayuda-a-cubanos.html
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