Lunes, 04 de Julio de 2011 01:16
Augusto César San Martin
Habana, La Habana, 4 de julio de 2011, (PD) Desde que el gobierno
anunció que el café distribuido por la libreta de racionamiento seria
mezclado con chícharo, las cafeteras domesticas comenzaron a temblar.
Este tipo de mejunje que se vende para estafar al ingenuo, tiene miles
de aromas menos el del café.
La mezcla llegó con el consejo de no llenar el recipiente de polvo y
utilizar mayor cantidad de agua. Todo un reto para obtener la coladita
necesaria que estimule el ánimo en la mañana.
La verdad es que tratar de colar café se ha convertido en otro dilema
para los cubanos. La cafetera suda, gime, suelta el vapor por la
válvula, se estremece y cae pero nunca llega a cumplir su misión. Es
triste ver como sufre en el intento de filtrar el chícharo. Por momentos
nos da la impresión de que explotará. Cuando comienza a colar una
especie de tinta viscosa, no sabemos qué sucederá después. ¿Soltara la
válvula? ¿Explotara?
Lo cierto es que el café mezclado despide un aroma y gusto nada
compatible al del café.
Es una suerte que el Ministerio de Comercio Interior decidiera suprimir
la cuota normada a los consumidores de 0 a 6 años. Al menos salva la
responsabilidad que recae en los padres que se atrevan dar gusto a la
leche con la mezcla infernal.
¿Por qué la "necesidad ineludible de volver a mezclar el café"? ¿No
estaba ya mezclado?
El subsidio de algunos productos alimenticios que se ofrecen de manera
normada nada tiene que ver con multiplicar los panes y los peces. El
sueldo de los cubanos no permite adquirir los alimentos de subsistencia
en la red de tiendas estatales que ofertan los productos en divisas.
Los precios del café oscilan entre 1.75 y 12 dólares, en una moneda
que supera veinticinco veces el billete utilizado por el gobierno para
pagar los salarios.
La libreta de racionamiento sostiene el comienzo de la hambruna sin
precedentes en el país. Las intenciones de reformas dirigidas a recortar
los subsidios del Estado han tenido muy en cuenta este asunto.
¿A quién culpar de los bajos índices de producción nacional de café? La
solución: el pueblo no merece el "lujo" del café puro, la carne vacuna o
la leche.
Escuchamos a los consumidores exclamar que el picadillo distribuido es
del bueno. Peor es el picadillo de soya. Llaman bueno al "picadillo
enriquecido", elaborado con tendones y partes desechables de la res.
Muchos lo echan a los perros, que voltean la cara en señal de odio. Nada
asombroso si en años pasados el Ministerio de la Industria Alimenticia
exaltó las propiedades de la verdolaga, el CERELAC (polvo elaborado en
laboratorios que intentó sustituir la leche) y el picadillo vegetal.
Productos que por subsidiados no hay derecho de reclamación.
El tema de la mala calidad del café normado está en la calle. Nadie
espera que forme parte de los debates con los delegados del Poder
Popular. El programa de radio "Alegrías de sobremesa" se burla de la
mala calidad del polvo. "Libre Acceso", espacio televisivo que intenta
tratar problemas sociales, trata el asunto y difunde el descontento
popular. Hay quienes preparan el colador de tela para preservar la
integridad de sus cafeteras, porque hay que asumir la medida y
acostumbrarse.
Como muchos alimentos que los magos de la revolución han desaparecido
para el pueblo, el sabor del café quedará en el recuerdo. Presumo que
comenzó a formar parte del listado de productos que sirven para
describir el poder adquisitivo del cubano. Cuando usted visite un
hogar en la isla y el café tenga sabor desconocido, no culpe a su
anfitrión, compadézcase de sus necesidades y sobre todo, de los
problemas gástricos que debe padecer.
¿Las explosiones de las cafeteras? Nada, ya nos acostumbraremos a ellas
y habrá las bromas típicas de los cubanos. Si quieres librarte de la
suegra, pídele de favor que prepare una coladita de café.
acesar2004@gmail.com
www.vocesdelsilenciocubano.wordpress
http://www.primaveradigital.org/primavera/economia/51-economia/1727-cafe-con-aroma-de-escasez
No comments:
Post a Comment