Cuba opta por el continuismo
Este Congreso, inaugurado pocos días después de la conmemoración de los
50 años de la fallida invasión anticastrista de Bahía Cochinos, permitió
a Raúl Castro sumar a su cargo de Presidente el de Primer Secretario del
PC cubano, última cuota de poder que retenía su hermano Fidel.
Como segundo secretario del partido fue elegido José Ramón Machado, un
"histórico" de la revolución, cuyo nombramiento refuerza a las figuras
de la vieja guardia que hoy ocupan puestos clave en el gobierno, como
Esteban Lazo, vicepresidente del Consejo del Estado; Ramiro Valdés,
vicepresidente del Consejo de Ministros; Julio Casas, ministro de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias, y Abelardo Colomé, ministro del
Interior. Todos ellos, veteranos de la revolución y arquitectos del
régimen castrista, que en promedio superan los 70 años de edad.
En lo institucional, el Buró Políti- co dejó en claro que el régimen de
partido único está lejos de desaparecer. Y en lo económico tampoco hubo
sorpresas, con tibios anuncios, como la ampliación del trabajo privado y
la reducción de la burocracia estatal, todo bajo el eufemismo de
"actualización del modelo", un vano intento por injertar cierto libre
mercado en una economía regulada e ineficiente. Y la "sorpresiva"
aparición de Fidel Castro -vestido, como ya es costumbre, con ropa
deportiva de marca- sirvió de oportuno espaldarazo a su hermano y le
permitió recibir una ovación que inevitablemente sonó a despedida.
La ausencia de nombramientos más jóvenes probablemente dará lugar a
creciente frustración en los cuadros menos "históricos" del partido, que
aún no ven la oportunidad de iniciar un proceso de apertura que saque a
la isla de su estancamiento. Los rimbombantes discursos en el Palacio de
las Convenciones de La Habana no ofrecieron perspectiva alguna de cambio
hacia un modelo más democrático. Lo esperable es que el régimen
castrista mantenga su férreo control de la isla, la represión a los
disidentes y la censura que impide la más mínima libertad de expresión.
Con más de medio siglo en el poder, los Castro y el Partido Comunista
representan un régimen que encarna todos los criterios contrarios a la
democracia, anclado en un discurso que nació en los peores días de la
Guerra Fría y que hoy difícilmente responde apenas a las más urgentes
demandas de su población. Mientras en el resto del continente la mayoría
de los países valora y defiende la democracia, todos los anuncios de
este Congreso del PC Cubano significan medidas orientadas a que en
realidad nada cambie, en una lógica enteramente "gatopardiana".
La ultraderecha en Europa
Las recientes elecciones generales en Finlandia dieron el triunfo al
conservador Partido de Coalición Nacional. Sin embargo, la gran novedad
fue que el Partido Verdaderos Finlandeses escaló hasta el tercer lugar,
lo que reposiciona a la ultraderecha de ese país. Con un discurso
antieuropeísta y crítico del rescate financiero para Portugal,
Verdaderos Finlandeses y su líder, Timo Soini, se suman a una tendencia
que en el último tiempo se ha venido extendiendo por Europa: el avance
de líderes y partidos de ultraderecha que -muchas veces tomando
distancia de su pasado- cautivan a nuevos electores. Es el caso de
Marine Le Pen, en Francia; Jimmie Akensson, en Suecia; Gábor Vona, en
Hungría, y Geert Wilders, de Holanda.
Asimismo, en Bélgica, Dinamarca, Austria, Bulgaria e Italia, la
ultraderecha obtuvo cifras de dos dígitos en los últimos comicios
europeos (2009), mientras que en Rumania, Grecia y Eslovaquia alcanzó el
cinco y 10 por ciento.
El camino de esta nueva ultraderecha parece pavimentado por un discurso
cuya principal bandera de lucha es la defensa de la identidad nacional,
a menudo traducida en discursos antiinmigración y rechazo a las
políticas de la Unión Europea.
El desempleo, el temor a la expansión musulmana y el resguardo de la
estabilidad económica local explican que estas agrupaciones estén
captando el voto de ciertos sectores del electorado europeo, lo que
representa un nuevo desafío para la capacidad de respuesta a las
demandas de la población por los partidos tradicionales (de derecha,
centro o izquierda, en el gobierno o en la oposición).
En el mes pasado, en Francia, un sondeo del diario "Le Parisien" puso a
Marine Le Pen y al Frente Nacional a la cabeza de las preferencias para
los comicios presidenciales de 2012, con el 23 por ciento. Y en la
segunda vuelta de las elecciones departamentales, la ultraderecha gala
se consolidó como tercera fuerza política.
Aunque nadie cuestiona el perfil democrático de estas agrupaciones
políticas -ya alejadas de visiones radicales de antaño-, un generalizado
arribo de la ultraderecha al poder podría poner en peligro la
estabilidad de la Unión Europea y la viabilidad de la moneda única, y
acabar blindando al continente frente a la inmigración y al intercambio
comercial. Los gobiernos que enfrentan elecciones en el futuro próximo
tendrán que ofrecer opciones que sean más valoradas que éstas por los
ciudadanos comunitarios.
http://blogs.elmercurio.com/editorial/2011/04/25/cuba-opta-por-el-continuismo.asp
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