Mover piezas más allá de Fidel
Si no se pone ritmo a los cambios, más vale que los dirigentes cubanos 
se ajusten los cinturones de seguridad.
Marifeli Pérez-Stable, Washington | 29/05/2009
Raúl Castro habla con el vicepresidente primero, José Ramón Machado 
Ventura, y el dirigente histórico Juan Almeida Bosque. Asamblea Nacional 
del Poder Popular. La Habana, 27 de diciembre de 2008. (REUTERS)
Raúl Castro habla con el vicepresidente primero, José Ramón Machado 
Ventura, y el dirigente histórico Juan Almeida Bosque. Asamblea Nacional 
del Poder Popular. La Habana, 27 de diciembre de 2008. (REUTERS)
¿Ha vuelto el Comandante a tomar las riendas? Sí, se podría decir. Sin 
embargo, ésa es la respuesta más simple y obvia, y la política cubana no 
es ni lo uno ni lo otro.
Fidel Castro no ha sido nunca primero entre iguales. Su fotografía 
siempre era la más grande entre las de los miembros del Buró Político 
del Partido Comunista de Cuba (PCC). A mediados de la década de los años 
noventa, paró en seco la modesta apertura económica y luego emprendió la 
recentralización. Aunque muchos dirigentes probablemente no estuvieran 
de acuerdo, aceptarla era la única opción posible.
¿Cómo puede regresar si casi nadie lo ve? Después de los cambios 
ministeriales de marzo, Raúl Castro, al fin, tiene su propio gobierno. 
El Comandante está viejo y físicamente disminuido —ésta debe ser la 
razón por la que no aparece en público—. Quiere que se le recuerde con 
la imagen fuerte e imponente que mostró a lo largo de su vida.
Ahora, su poder es, más que nada, simbólico. Para Raúl y las figuras 
históricas que quedan de los primeros años de la revolución, el legado 
del Comandante es sacrosanto. Su sombra se desplegó sobre Cuba más que 
la de Mao sobre China o la de Stalin sobre la ex Unión Soviética. A 
comienzos de los setenta, la dirigencia china contuvo un poco a Mao, 
algo que la cubana nunca pudo hacer con Castro. ¿Sería posible que Raúl 
renegara de Fidel después de enterrarlo, como hizo Khrushchev con Stalin 
sólo tres años después de su muerte?
Las jugadas silenciosas de Raúl
Raúl ha dado algunos pasos que lo alejan de su hermano. Ha concedido un 
peso esencial a las instituciones, cuando el Comandante siempre las 
menospreció. Luego de una pausa de 12 años, se ha programado un congreso 
del PCC para finales de 2009. El Grupo de Coordinación y Apoyo del 
Comandante en Jefe, un gobierno paralelo que podía deshacer cualquier 
decisión al antojo de Castro, ya no existe. Aflojar los controles 
económicos —incluso sólo un poco—, especialmente en la agricultura, va 
en contra de las preferencias de Fidel.
Del 13 de abril al 19 de mayo, Fidel publicó 24 reflexiones, un ritmo 
frenético que se inició con la eliminación, por parte del gobierno de 
Barack Obama, de todas las restricciones a los viajes y a las remesas 
familiares.
En uno de sus artículos, Fidel dijo que el ofrecimiento de Raúl para 
discutir asuntos de derechos humanos, prisioneros políticos y libertad 
de prensa había sido malinterpretado.
Unos días después, Raúl declaró que La Habana no necesitaba hacer ningún 
gesto y reiteró su disposición de discutir "todo, todo, todo" con 
Estados Unidos. En declaraciones extraoficiales, un funcionario 
estadounidense señaló que el gobernante cubano no había comunicado a 
Washington que había sido malinterpretado.
El 1 de mayo algunos cubanos agitaron banderas de Estados Unidos en la 
conmemoración de lo que, en la mayor parte del mundo, se conoce como Día 
del Trabajo.
En otra reflexión, Castro inició una pelea innecesaria con México, 
acusando al gobierno de Felipe Calderón de ocultar información sobre el 
virus de la influenza para no perjudicar la visita de Obama en abril. El 
diputado federal del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Edmundo 
Ramírez, comentó: "México espera que se aclare si las reflexiones de 
Fidel son el sentir del pueblo y gobierno cubanos, para en ese sentido 
recurrir a la diplomacia, o dejar pasar sus reflexiones". Es de 
sospechar que, si hubo respuesta de La Habana, se haya producido en secreto.
La popularidad de Obama
No es tarea fácil desenredar los nudos del carisma. El Comandante, 
evidentemente, se resiste a hacerlo. Casi seguro sus reflexiones son "de 
lectura obligada" para los dirigentes del Partido, aunque muchos estén 
ansiosos por intentar algo nuevo, como esforzarse por lograr una 
economía productiva. En general, tanto los líderes cubanos como los 
ciudadanos de a pie anhelan tener mejores relaciones con Washington. Muy 
pocos se adhieren a la postura de Fidel en este sentido, lo que complica 
más el asunto, dada la amplia popularidad de Obama en la Isla.
Raúl y su grupo más allegado son conservadores por naturaleza, es decir, 
no se inclinan por realizar cambios dramáticos de golpe. Luego de avivar 
las esperanzas de renovación en los años 2007 y 2008, casi han detenido 
su lento andar. Quizás estén demasiado ocupados en la preparación del 
congreso del Partido; también puede ser miedo a que ir demasiado rápido 
apresure la caída del régimen, un miedo que los paraliza, 
independientemente de lo que escriba Fidel.
No es de esperar un congreso audaz del PCC. Sin embargo, es necesario 
que en Cuba se apliquen medidas mucho más eficaces que las que se han 
adoptado hasta el momento. Si así fuera, vendrían por parte de Raúl y su 
grupo cercano, aunque el Comandante se irrite porque ése no era el 
camino por el que llevaba a la Isla antes de enfermarse.
Si, por el contrario, no se toman esas medidas, Raúl y sus seguidores 
quedarán atascados en su propio conservadurismo.
Ojos que no ven, corazón que no siente; así perciben los cubanos de a 
pie a Fidel. Sólo miran hacia adelante, lo cual quiere decir que, si no 
se recupera el ritmo de los cambios, más vale que los dirigentes se 
ajusten los cinturones de seguridad.
Mover piezas más allá de Fidel - Artículos - Opinión - cubaencuentro.com
http://www.cubaencuentro.com/es/opinion/articulos/mover-piezas-mas-alla-de-fidel-182005
 
 
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