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Saturday, December 27, 2008

Regresarán los exiliados de Miami a Cuba cuando Castro se caiga?

Diario Las Americas
Publicado el 12-26-2008

¿Regresarán los exiliados de Miami a Cuba cuando Castro se caiga?

¿Y tienen ellos el derecho de viajar de visita a la Isla?
Volver, volver…
Por Ena Curnow
Diario Las Américas

María de los Remedios es una de los cubanos que viajan a la Isla con
relativa frecuencia: "Para mí la familia es lo más importante", dice,
pero también advierte "no pongas ni mi apellido ni mi foto en la
entrevista". Ella teme que la reconozcan y no la dejen entrar más. Cuba
puede ser el único país en el mundo donde sus nacionales se ven
obligados a pedir permiso para visitarlo y deban pagar desproporcionadas
sumas de dinero en trámites: el pasaporte cubano cuesta $400, (caduca
cada dos años y renovarlo significa otros $200) el pasaje $600, (ida y
vuelta, no se puede sacar solo una vía) y si se va a Santiago de Cuba,
por ejemplo, son $420 más. Las libras de equipaje por encima del tope de
44, se pagan extras (a un costo que calcula el aduanero, según le
plazca) y de regreso deben abonarse $20 dólares por derecho de abordaje
o despegue. Amén de las propinas, que en Cuba suelen ser más altas "para
poder resolver" y hacer que el funcionario se haga el de la vista gorda
y deje pasar en el aeropuerto algunas cositas de más.

¿Pero qué sucede ahora que los cubanos parecen extrañar más que antes a
la familia y esgrimen ese argumento como excusa para viajar a la Isla,
donde muchos creen no ha cambiado nada? Antes de que Castro diera vara
alta a los viajes de la comunidad (1979), la comunicación entre las dos
orillas era prácticamente inexistente. Los primeros cubanos que viajaron
a EE.UU. en busca de libertad (de ahí que no se consideren ellos mismos
inmigrantes) a través del Puente, los Vuelos de la Libertad y Camarioca
(1965) debieron sufrir "en la distancia" hasta la muerte de sus seres
queridos sin poder estar presentes para cerrarles los ojos y ni siquiera
les era posible una simple llamada para saber si habían sido bajados a
los sepulcros. A María de los Remedios le sucedió eso con su padre y
todavía llora por no haber estado presente. Sostener correspondencia con
los llamados "gusanos y escoria" era altamente penado por el régimen: se
ponía en riesgo el trabajo o el derecho de estudiar en la Universidad,
dicen. Ahora a aquellos primeros cubanos se les califica de
intransigentes porque mantienen firme su punto de vista de "no a los
viajes a Cuba" y se niegan a enviar divisas, porque esos recursos "sólo
contribuyen a perpetuar a los Castro en el poder".

Pero no se trata sólo de los viajes de visita. Un gran número de
cubanos, por no decir la mayoría, tampoco se muestra dispuesto a
regresar a su tierra de manera definitiva cuando Castro se caiga. Se han
hecho de una familia aquí y sus hijos han nacido en estas tierras.
Tienen sus casas y sus trabajos en EE.UU. Y en Cuba, prácticamente ya no
les queda nada, ni afectos ni bienes materiales. María de los Remedios
anota su nombre en esa lista: "Ha pasado demasiado tiempo. Mi familia ha
echado raíces acá. Mis hijas y nietos no quieren ir a Cuba a buscar
nada. Cincuenta años son cincuenta años".

Orlando Martínez Paz pertenece al grupo de los verticales: no aprueba
los viajes de visita, pero sí es partidario de retornar a Cuba desde el
preciso momento en que el régimen desaparezca. "Esa es mi ilusión. Me he
pasado la vida entera pensando en el regreso". Martínez Paz es de los
tipos duros del exilio: cumplió 15 años de cárcel en las mazmorras
castristas y oyó tronar el paredón de fusilamiento de la Cabaña noche
tras noche, en medio de los gritos de ¡"Viva Cristo Rey! y "¡Abajo
Castro! El regresaría dispuesto a todo a pesar de que sus dos hijas (las
dos hijas de su alma) se quedarían en Miami.

Martínez Paz ha multiplicado por cinco los años vividos en el exilio con
respecto a los que estuvo en Cuba. Desde el mismo 1959, se viró contra
Castro. Tenía apenas 16 años. Entonces se luchaba contra la llamada
Revolución con la que era también su arma predilecta: la violencia. Al
igual que Fidel Castro, escogió la vía de poner bombas y realizar
atentados para combatirlo. "La violencia engendra violencia", afirma
Orlando, que es el hombre más sereno del mundo. Habla pausado, mira con
semblante relajado, y sus ojos destellan dulzura y cierto aire de ángel
dormido en el fuero interno. Orlando es el vice presidente del Presidio
Político Histórico Cubano, Casa del Preso, un bastión de la
intransigencia entronizado en el corazón de la Pequeña Habana. Martínez
Paz, que extinguía una condena de 30 años de cárcel, llegó a los EE.UU
el 21 de febrero de 1980. "Fue cuando tuvieron lugar las conversaciones
con el régimen castrista y liberaron a 3,600 presos y familiares",
relata. Pero en realidad, este cubano nunca se ha ido de Cuba, trae
siempre a la Patria consigo. Para él sólo hay dos temas de conversación:
sus hijas y Cuba. Y desde que llegó a Miami, tiene listas sus maletas,
haciendo todo lo posible "y lo imposible" para derrocar a Castro y su
camarilla. Martínez Paz es un especialista en prisiones castristas:
estuvo en La Cabaña, en Isla de Pinos, en Guanajay y el Combinado del
Este. Su causa fue radicada el 13 de enero de 1965. Combatió al
castrismo desde los primeros momentos con "todos los hierros". Había
sido fundador del Movimiento Demócrata Martiano y en el propio 1959,
junto a un grupo de jóvenes, fundó el Movimiento Anticomunista Cubano
que juró derrocar a Fidel Castro, juntado las manos en el reloj de arena
de El Abra, en Isla de Pinos, donde estuvo Martí y Orlando vivía.

Martínez Paz no oye bien, debido a las torturas de que fue objeto en
presidio, y su figura todavía denota las huellas de las prolongadas
huelgas de hambre protagonizadas tras las rejas. Pertenecía a los
Plantados. Fueron incontables los castigos: estuvo hasta dos o tres años
sin visita, sin ver a su familia, en cuyo seno se dieron hechos
"misteriosos". Su hija de 11 meses falleció en un hospital. "Por un
error", le administraron un medicamento recetado a una paciente adulta
que agonizaba. Su padre y uno de sus hermanos, también murieron en
circunstancias no esclarecidas.

"Yo siempre pensé que volveríamos pronto a Cuba. Luego, nunca dejamos de
luchar porque las soluciones no caen del cielo… Todas las horas me
parecen pocas para pensar en Cuba. Quizás porque estoy involucrado en
muchas actividades. Como ahora que estamos preparando el Primer Congreso
del Exilio Político, el cual vamos a celebrar los días 3, 4 y 5 de abril
del año que comienza. Vamos a reunir presos políticos de España, de
distintas áreas de EE.UU, de Venezuela… Martínez Paz es uno de los casi
30 mil ex presos políticos cubanos que calcula residen en el Condado
Miami Dade y es uno de los cuales no ha podido estar al lado de los
suyos en momentos precisos. Cuando su madre murió, ya él se encontraba
en el exilio, pero no viajó a la Isla. Ni siquiera intentó hacerlo, por
un sentido de la lógica más elemental. Partiendo de ese criterio, cabe
la pregunta: ¿si todos los cubanos disfrutan de un estatus migratorio
especial en los EE.UU, si a todos se les considera perseguidos políticos
y no inmigrantes económicos, pueden ellos entonces volver a ese lugar
donde dicen todo sigue igual, conforme lo dejaron cuando se fueron? La
respuesta la tienen ellos mismos.

http://www.diariolasamericas.com/news.php?nid=68870

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