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Tuesday, September 23, 2008

El fin de una esperanza

El fin de una esperanza

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) - La iglesia evangélica de
Jaimanitas fue cerrada por el estado bajo las justificaciones
siguientes: la música que acompañaba las alabanzas y las adoraciones era
muy alta y la algarabía de los fieles perturbaba a los vecinos, sobre
todo a los niños; en el registro de la propiedad aparece solamente la
vivienda de Marlene Gatorno, una vieja casona de madera rodeada de un
terreno baldío.

Esta iglesia evangélica fue levantada hace un año con esfuerzos propios
por los cristianos de Jaimanitas que debían viajar hasta la Liga
Evangélica de Cuba, situada en el municipio Marianao, a veces hasta tres
veces al día, para los ayunos, las vigilas y los cultos. Los feligreses
donaron sus pocos ingresos para comprar materiales de construcción y
sillas, edificaron una gran nave con púlpito y eligieron a su propio
pastor y a sus ministros.

En aquel terreno de la vivienda de Marlene Gatorno, se levantó un
refugio de esperanza que irradió una nueva luz. Los misioneros
comenzaron a predicar por el pueblo la palabra del Señor. Así, en un
tiempo mínimo se fueron convirtiendo a la fe de Cristo muchos borrachos,
locos, delincuentes, que encontraron alivio en aquel recinto, algo muy
difícil de conseguir en estos tiempos.

La iglesia de Jaimanitas creció y ya resultaba pequeña para tantos
cristianos que acudían todos los días en busca de las bendiciones del
espíritu santo. La calle tercera y 230 se llenaba tanto que dificultaba
en horas de la noche el tráfico y siempre tenía invitado a un pastor de
Chile, Perú, España o los Estados Unidos. Cuando la Liga Evangélica de
Cuba les donó el moderno equipamiento de audio, la potente voz del
Pastor en su prédica se escuchaba a muchas cuadras a la redonda.

En la puerta de entrada colgaron un inmenso cartel: "Esta es una iglesia
feliz y en victoria". Hasta que un día llegaron los inspectores
estatales para enrarecer el templo con sus incriminaciones de que se
hacía mucho ruido y la violación de la Ley de la Propiedad, y pusieron
fin a tanta dicha.

Hoy, los borrachos han regresado a sus botellas, los locos a tirar
piedras por las calles, y los delincuentes a sus delitos. Donde antes se
elevaba una iglesia feliz y en victoria existe nuevamente un terreno baldío.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/sept08/23_C_2.html

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