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Monday, July 14, 2008

EN TORNO AL DISCURSO DE RAÚL CASTRO EN LA ASAMBLEA DEL PODER POPULAR

EN TORNO AL DISCURSO DE RAÚL CASTRO EN LA ASAMBLEA DEL PODER POPULAR
2008-07-14.
Elías Amor, Economista ULC

La reforma de la seguridad social en Cuba anunciada por Raúl Castro es
un ejemplo de por dónde van las cosas en la Isla, y lo mal que están
enfocando las autoridades los retos que tienen para transformar un
sistema que no funciona. Alargar la edad para cobrar la jubilación y
autorizar el pluriempleo. ¿Tercermundismo a la cubana? Con medidas de
este tipo, el régimen cubano se aleja del modelo chino y apuesta por la
"favelización" del comunismo. Vayamos por partes.

Alargar la edad para acceder a la pensión de jubilación, sitúa al
régimen castrista en la peor de las dinámicas internacionales, justo en
un momento en que los debates políticos, económicos y sindicales,
principalmente, van en la dirección opuesta. La idea de que las personas
puedan jubilarse a edades tempranas es un ideal de largo alcance que, en
los países occidentales, cubre un amplio espectro de demandas sociales y
electorales. Nadie imagina a un gobierno o a un sindicato europeo
ofreciendo a los ciudadanos alargar la edad necesaria para la
jubilación. Un ejemplo más del desbarajuste revolucionario, y los
argumentos son más hilarantes aún.

Pero lo que choca verdaderamente es que Raúl Castro justifique ante la
Asamblea Nacional del Poder Popular esta medida como el resultado del
aumento de la esperanza de vida, es decir, como los cubanos y cubanas
viven más años, un éxito según él de la revolución (está por ver que sea
así). Lo lógico y normal es que trabajen más años. ¿Trabajar en qué, y
trabajar para qué? Esta es sin duda la cuestión a responder.

Cierto es que la esperanza de vida de los cubanos se encuentra entre las
más elevadas del mundo. Un motivo de satisfacción del que todos nos
podemos sentir orgullosos. Mis recuerdos de la niñez eran de un país en
el que los ancianos tenían todo el respeto y el reconocimiento familiar
y social merecido. También es verdad que el sistema de pensiones
imperante en la Isla es injusto, por igualitario, genera notables
distorsiones, y plantea dudas sobre su vigencia en el futuro, conforme
los ingresos del Estado sean incapaces de atender a cohortes
poblacionales cada vez mayores.

Por otra parte, desde el punto de vista económico, ¿qué sentido tiene
prolongar artificialmente una vida laboral improductiva al servicio de
una burocracia atroz, en empleos mal retribuidos, con escasas
posibilidades de desarrollo personal y profesional, en un marco de
obediencia continua y servicio al partido único que todo lo impregna?
Más gasto público. No, necesariamente. El sueldo de los trabajadores
cubanos, por muy bajo que sea, sale del presupuesto del Estado
mayoritariamente. Nada que tiene que ver con la productividad. Al menos
de momento. Nada que ver con la calidad en el desempeño, la eficacia o
la rentabilidad. Son palabras del propio Raúl Castro.

En tales condiciones, ¿de dónde sale el dinero de las pensiones?: del
mismo sitio, del presupuesto del Estado. Pero ¿es que alguien piensa que
un jubilado cubano es menos productivo que un burócrata desempeñando sus
funciones, por ejemplo, en una de las asociaciones de masas del país?
Habría que discutir estos aspectos. En tales condiciones, da igual
trabajar para el Estado que estar jubilado. La diferencia, si cabe,
perjudica al que recibe una pensión, mucho más baja que el sueldo medio
de 400 pesos, 18 euros al mes, que se cobra en el país.

Si el problema es que no hay dinero en la caja del Estado para pagar
sueldos y pensiones, lo que tiene que hacer Raúl Castro es facilitar el
desarrollo de la actividad privada, del mercado, y promover un sistema
basado en la productividad y la eficiencia, suprimiendo todo el gasto
improductivo asociado al régimen comunista, cuya pervivencia es mucho
más peligrosa y dañina para la economía cubana que el crecimiento del
número de jubilados con muy poco poder de compra.

La otra iniciativa anunciada en la reforma de la seguridad social es el
pluriempleo, es decir, la posibilidad de tener más de un contrato
laboral. Cubanos que tendrán que trabajar más horas que en ningún otro
país para poder llegar a fin de mes. Semanas laborales que van a
enrojecer a las 65 horas del Parlamento europeo en el paraíso comunista.

La realidad es que esta situación ya se viene dando de facto en la Isla,
lo que ocurre es que hasta ahora nadie se había atrevido a su
regulación, en busca evidentemente de más impuestos. ¿De dónde salieron
los cuentapropistas del Período especial a los que eliminó Fidel Castro
con impuestos y vigilancia? ¿Y los paladares? De la necesidad de llegar
a fin de mes.

El pluriempleo aparece como el ejemplo más evidente del reconocimiento
de los bajos sueldos existentes en el país y la necesidad de aflorar una
parte, ciertamente relevante, de la actividad productiva que escapa a
cualquier control económico. Se trata de una medida terapéutica de corto
plazo con consecuencias imprevisibles de cara al funcionamiento de la
economía de mercado.

El pluriempleo puede suponer una apuesta arriesgada para promover una
salida progresiva de puestos vinculados a la actividad estatal hacia la
iniciativa privada, pero en condiciones muy injustas y desiguales.
Injustas sobre todo para el trabajador que se ve obligado a recurrir a
dos o más empleos para llegar a fin de mes, y por tanto, accede a los
puestos en condiciones de inferioridad respecto de los empleadores.

No me extraña que el discurso de Raúl Castro no haya gustado a los
cubanos. Con este tipo de medidas, nadie va a saber a qué atenerse. Los
cambios introducidos, si bien es cierto que de forma lenta, se habla de
un plazo de siete años, son un ejemplo de lo mal que van las cosas en la
Isla. Nada bueno para los cubanos. Cuando los gobernantes carecen de
ideas claras sobre cómo dirigir una sociedad y carecen de legitimidad
democrática para hacerlo, los resultados no suelen ser positivos.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=16228

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