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Wednesday, February 06, 2008

En Cuba se ratifica, no se elige

Diario Las Americas
Publicado el 02-05-2008

En Cuba se ratifica, no se elige

Por Ernesto F. Betancourt

En semanas recientes hubo en Cuba un proceso que llamaron elecciones. En
realidad lo que hubo fue la ratificación de los que habían sido elegidos
por Fidel y, tal vez, Raúl: 614 candidatos a 614 escaños de diputados de
la llamada Asamblea Nacional del Poder Popular. El descaro de los
beneficiarios de este proceso no tiene límite. El Presidente de la
actual Asamblea, Ricardo Alarcón, hizo crítica de lo que hubiera sido un
verdadero proceso electoral. En Cuba, el pueblo no puede escoger a los
candidatos. Ese es un poder reservado para la jerarquía del Partido.

Temerosos de que la gente, ansiosa de cambio, hiciera lo mismo que en
Polonia a fines del régimen militar, en que el pueblo polaco eligió a
los candidatos presentados por Solidarity, y no a los del Partido
Comunista polaco, por una omisión del proceso, a Fidel se le ocurrió la
argucia del voto único, o sea, que los llamados electores votaran por la
lista completa de candidatos. Así, se aseguraban que los votantes no
discriminaran contra candidatos como él, quien está más muerto que vivo.
Aún así, hubo gente que demostró su desacuerdo con su candidatura por lo
que Raúl quedó número uno en votación, mientras Fidel cayó al número 19.
Reflejando las pugnas internas dentro de la nomenclatura cubana, o tal
vez, el pique del hermanito Raúl, Granma hizo pública esta distinción.

Además, los candidatos no pueden hacer campaña. Dicen que de esa manera,
se evita caer en la mercantilización del poder como en los países
llamados democráticos. Por tanto, los miembros de la Asamblea son
escogidos por la elite que hacen la selección de acuerdo con criterios
generacionales, raciales o de grupúsculos dentro del régimen. Lo único
que hace el pueblo es ratificar, en esas llamadas elecciones, la
selección hecha. Este proceso, no puede llamarse electoral.

Comparémoslo con el proceso de primarias para la escogencia de los
candidatos a la presidencia de los Estados Unidos. Los ciudadanos
deciden a quién debe presentar cada partido a la aprobación del
electorado. Los temas que interesan al electorado van cambiando y los
candidatos tienen que ganar la aprobación del electorado explicando su
posición en cuanto a cada tema. Eso resulta en una democracia vibrante
que responde a la cambiante opinión pública sobre las propuestas de cada
candidato a encarar los temas que van surgiendo durante el debate.

Ese es el cambio que ansía el pueblo cubano y que las autoridades que
emanan del actual proceso electoral del país no pueden representar. Raúl
puede convocar a todas las reuniones que quiera sobre los cambios que
desea el pueblo. Mientras no se cambie el proceso electoral y el pueblo
pueda hacer la escogencia de sus gobernantes continuará la actual
dictadura. La modalidad puede ser más o menos velada. Pero sin una libre
escogencia de las autoridades a resultas de un proceso electoral
competitivo y no coactivo, como el actual, no habrán los cambios que
desea el pueblo cubano.

Hace falta liberar las leyes y dotar al poder judicial de independencia,
poniendo en libertad a los presos políticos. Hay que abolir el delito de
peligrosidad. Hay que poner fin a la represión. Hace falta introducir la
libertad de expresión y acabar con el monopolio de medios de
comunicación. Hacen falta partidos múltiples que compitan por el poder
político gozando del apoyo mayoritario de la población a sus políticas.

Hay que darle la tierra a quien la trabaja. Hay que introducir la
libertad de contratación laboral y comercial. Hay que restaurar el
respeto al principio de propiedad privada en las viviendas y en las
empresas. Hay que unificar las monedas y darle un valor consistente con
la disponibilidad de bienes de consumo. Los salarios deben ser
equitativos y compensar por lo que produce el ciudadano y lo que
necesita para atender las necesidades de su familia. Debe eliminarse
progresivamente la tarjeta de racionamiento.

Tiene que haber justicia ante todas las arbitrariedades que ha cometido
este régimen. No puede prevalecer un sistema de venganza y revancha,
pero sí de justicia. Hay que ofrecerle garantías a la mayoría de
miembros del régimen que no han cometido abuso alguno.

Como puede apreciarse, el futuro de Cuba no será fácil de alcanzar, pero
no es imposible. Ante ofertas de cambio, como las de Raúl, que sólo son
una tomadura de pelo, puede producirse una explosión social. De ser así,
no habrá un tránsito pacífico. Correrán ríos de sangre.

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