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Wednesday, January 23, 2008

Para vivir

22 de enero de 2008

Para vivir

Rafael Ferro Salas

PINAR DEL RÍO, Cuba, enero (www.cubanet.org) - Reinaldo Castillo se
levanta cada mañana bien temprano y sale de su casa a realizar su
trabajo. Vive con su esposa y tres hijos pequeños. Labora como
barrendero en las calles de esta ciudad.

Marta López Romero camina seis kilómetros desde su casa al lugar en el
que se desempeña como moza de limpieza. Cerca de ella vive Lázaro
Herrera González, labora como mecánico y camina lo mismo que Marta para
llegar a su centro de trabajo.

Estas personas, al igual que otros cubanos, trabajan y el salario que
reciben apenas les alcanza para alimentar a los suyos. El sueldo medio
en Cuba es de 250 pesos, y la moneda nacional compite en la calle con
otra equivalente al dólar americano, el CUC. Los productos esenciales se
adquieren en tiendas donde las compras se hacen con esta moneda de nuevo
tipo.

Para Reinaldo Castillo adquirir unos dólares y comprarles algo de ropa a
sus hijos, significa dejar de comer.

"Mi mujer y yo podemos privarnos de comer en ocasiones para poder
comprar algo para los muchachos pero a ellos no podemos hacerles eso,
son niños. Yo gano 250 pesos y para adquirir un CUC tengo que entrega 25
pesos cubanos. Si un pantalón para uno de mis hijos cuesta en la tienda
por divisas 14 dólares, ya tengo que ir pensando en dejar de comer por
un tiempo para vestir a ese hijo mío", dice.

Muchos cubanos enfrentan también una situación difícil a la hora de
comprar los alimentos básicos. En la isla se distribuye una canasta
familiar por medio de una tarjeta en la que se controlan las entregas;
los alimentos que no se incluyen en esa libreta hay que comprarlos a
precios muy altos en el mercado clandestino o en las tiendas donde las
ventas están dolarizadas.

Hasta finales de los años ochenta Cuba era el principal destino de los
productos del llamado Campo Socialista. Había facilidades en los precios
y los intercambios entre gobiernos, la Unión Soviética estaba al frente
de ese campo y era el abastecedor principal del régimen cubano. A
principio de los años noventa cayó el campo socialista y todo cambió
para mal en la mayor de las Antillas. Se manifestó la crisis total en
casi todos los sectores del país; la construcción, el transporte y la
agricultura colapsaron cambiando la vida de los habitantes.

El éxodo se convirtió en orden del día. Las gentes salían del país en
masa y sin permiso, a todo riesgo por las costas y a merced de la
suerte. También abandonaban los centros de trabajo al sentirse poco
remunerados respecto a los salarios recibidos en comparación con las
ofertas en la calle. Hasta el día de hoy, el Estado no encuentra una
fórmula para el equilibrio justo y de esa manera romper la enorme brecha
que existe entre los cubanos que tienen algo y los que nada tienen.

El Estado cubano se involucró en una campaña de electrificación a los
hogares de la isla. Se vendieron módulos para la cocción de alimentos,
refrigeradores y aires acondicionados, aumentando el nivel de
endeudamiento en las gentes mucho más que el de vida.

Lázaro Herrera González: se refiere al hecho:"El Estado nos obligó a
cocinar con electricidad al quitarnos el gas licuado. Todos tuvimos que
comprar los módulos eléctricos y el salario no da para pagar eso por
crédito. Es como una broma de mal gusto que nos hicieron Por una parte
nos vendieron los equipos para cocinar y por la otra nos dejaron sin
tener que echarles adentro para poder comer. Los que trabajamos nos
quedamos casi sin dinero para la comida a la hora de cada cobro a fin de
mes"

La realidad es que en Cuba las gentes enfrentan la escasez y las
limitaciones de opciones buscando alternativas de riesgo en todos los
sentidos, teniendo en cuenta que las prohibiciones se han convertido en
compañeras de viaje en la ruta que emprendemos todos para vivir.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/en08/22a7.html

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