2008-01-24.
Yoel Espinosa Medrano, Periodista Independiente, Cubanacán Press
¡Un camión con langostas, pargos, bonitos, y también otros productos 
marinos! ¡Cosa extraña!, dijo al colgar el teléfono aquella mañana José 
Díaz, administrador de la unidad de venta a la población, perteneciente 
a la empresa estatal Pesca Villa, ubicada en el edificio 12 plantas del 
reparto Brisas del Oeste, en la ciudad de Santa Clara.
El funcionario y los dependientes, entusiasmados, informaban a cuanta 
persona venía en busca de algún producto «marino» para mitigar la 
alimentación familiar ante la carencia de cárnicos por la red normada de 
distribución o los altos precios de las carnes de cerdo, sus derivados 
ahumados y de ovinos en el mercado estatal o privado.
Pero… La noticia se propagó a la velocidad, casi de la luz, como si 
encandilara la vista a los clientes potenciales que andan en la búsqueda 
de proteína animal, principalmente de pescados de mar o de agua dulce, 
los más asequibles a los bolsillos del cubano común y corriente.
En la cola ya existían más 60 personas en la espera del anunciado camión 
estatal de distribución. Los reunidos hablaban de diversos temas, 
mientras Yudit Ruiz, quien casi a diario visita el recinto, expresó:"Al 
fin se acordaron que esta unidad es para vender productos del mar".
"¡Sí, pero estos, generalmente no son para los cubanos de a pie, pues 
tienen altos precios, los nuestros son de agua dulce, casi 
desperdicios!, y el murmullo iba subiendo de tono, ya que no se explica 
por qué cuestan tanto estos pescados si vivimos en un país rodeado de 
agua", exclamó una mujer.
El viejo José quien compra periódicos y después los revende para ganarse 
unos quilos y echarle algo al estómago espetó: "La prensa dice que hay 
petróleo para desarrollar la industria pesquera pero nosotros no vemos 
esos productos. Yo les aseguro que dentro de poco tiempo esta pescadería 
cerrará porque Hugo Chávez perderá las próximas elecciones.
Cerca de estas féminas, sentados en el muro de la jardinera, a un lado 
de la pescadería, tres hombres que peinaban canas comentaban que desde 
hacía seis meses la entidad solo ofertaba ventrecha de claria, picadillo 
de pescado de agua dulce, raya salada, alguna que otra tilapia y la 
inagotable masa de croqueta, y se comentó que a pesar de la mala 
calidad, el precio inferior de cada producto superaba los 10 pesos por 
kilogramos.
El sol se hacía sentir, ya casi a media mañana, y la impaciencia se 
apoderaba de los presentes. Varios clientes se marcharon defraudados por 
la larga espera del camión y hasta profirieron gruesas palabras contra 
el administrador y los dependientes.
Otros preguntaron al administrador cuando llegaría la mercancía, y este 
solo atinaba a decir que dentro de un rato; mientras tanto una señora, 
algo desanimada, decía a otra que le seguía en la cola, que ya no era 
posible ver un programa nuevo en la TV porque todos eran de repetición.
Un niño ya cansado de corretear dijo a la madre que tenía hambre, y ésta 
le respondió que comería algo cuando llegara a casa porque en el 
merendero "Brisas Riviera", ubicado en el edificio, solo ofertaban 
croquetas horneadas con pan elaborado el día anterior, alimento que ni 
un perro callejero apetecía.
De pronto dos jóvenes pasaron a todo correr por frente de los que 
esperaban por los pescados. Huían de cuarto policías por vender chavitos 
de manera ilegal, y ahí mismo cayó en manos de los uniformados el viejo 
Raúl, operado del corazón e imposibilitado de realizar esfuerzo físico, 
quien también se dedica a la venta del dinero con el que se adquieren 
productos de primera necesidad en las llamadas tiendas recaudadoras de 
divisas. En el acto, le decomisaron a Raúl 70 pesos en moneda nacional 
libremente convertible (CUC) y lo multaron con 750 pesos en moneda nacional.
En la cola de los pescados todos criticaban la acción de los policías, 
cuando al fin llegó el esperado camión marca Kamaz 3, de procedencia 
soviética, y comenzaron a descargar la anunciada mercancía..
Tal parece que, en tiempos de nominaciones de candidatos y diputados al 
Poder Popular y a la Asamblea Nacional es necesario acallar a la gente 
con envíos de estos suministros, y quien sabe si, por estar casi 
finalizando año esas mercancías no encontraron salidas en los mercados 
foráneos, pero lo cierto es que llegaron al establecimiento de 
pescadilla en el Reparto Brisas del Oeste.
Muchos de los presentes, impacientes por saborear algún que otro 
marisco, se incomodaron cuando el estibador descargó tres cajas con 
cabezas y cuescos de langostas. Un señor con buen animo expresó de forma 
jocosa: "Caballero recuerden que en Cuba el pueblo solo puede comer 
langostas mutadas."
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=13641
 
 
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