2007-12-29.
Roberto de Jesús Guerra Pérez, Periodista y Director Centro de
Información de la Corriente Martiana
Ilusa Caridad Guerra Guerra se entusiasmó en el año 2000, cuando en el 
municipio Madruga, en la provincia La Habana, un inspector se presentó 
en su destartalada casa y le indicó que debía ir al día siguiente a la 
Dirección Municipal de la Vivienda puesto que su caso había sido 
analizado junto al de ocho casos críticos de damnificados, para 
construir con sus propios manos la vivienda que tanto le urgía.
En una reunión en la Dirección de la Vivienda, le comunicaron a los 
casos críticos que les suministrarían los materiales requeridos, pero 
que la fuerza de trabajo debían ponerla ellos. Les dijeron que tenían 
que arreglar sus terrenos y que las casas se fabricarían entre tres y 
cuatro meses.
Hasta aquí todo marchaba a pedir de boca… expresó la engañada. Sólo 
faltaba la orden para comenzar a construir. Pasaron los días, los meses… 
Les dijeron primero que la arquitecta, que era la encargada de hacer los 
planos, estaba de certificado médico por un mes. Luego, que los planos 
habían quedado muy mal y los estaban haciendo nuevos. Y después, que los 
materiales habían sido asignados a damnificados de un huracán que hizo 
su paso por las provincias del Oriente del país.
De este modo, me quedé hasta el 2005 (¡sic!), que fue cuando comencé de 
nuevo las gestiones. Fue entonces, cuando me dieron la orden de 
construcción, refiere Caridad Guerra, quien agrega que en junio del 
2005, el ciclón Isidore arrasó con lo que le quedaba de su destartalado 
domicilio. Con lo que le dejó el ciclón, logró hacer un pequeño cuarto 
con la ayuda de algunos vecinos, luego comenzó el proyecto de vivienda y 
le correspondió un módulo.
Caridad inició entonces los trámites. Se hizo el proyecto. Le entregaron 
el plano de la casa y un documento que contiene los materiales 
requeridos, y las cantidades correspondientes que le darían. En fin, 
todo aparentemente perfecto, subraya la damnificada.
  A la semana siguiente fue a Vivienda a entregar un documento, y le 
indicaron que dos semanas más tarde fuera para recibir las instrucciones 
sobre el transporte y recoger la autorización para ir a buscar los 
materiales, que por cierto, le ratificaron que habían.
A las dos semanas fue y comenzó la agonía: no la podían atender porque 
no estaba el responsable, porque no estaba la abogada, porque el 
inmueble estaba en reparación… Volvió a los 20 días, y lo mismo. Así, 
transcurrieron 7 meses, y fue entonces que  le comunicaron que ya todos 
sus documentos habían sido trasladados para el depósito de materiales, y 
los trámites que faltaban eran en este sitio.
Fue Caridad al rastro,  y no la atendieron porque este estaba bajo 
inspección. Retornó a los quince días y entonces le sugirieron que 
volviera en otra ocasión, porque no estaban distribuyendo los materiales 
todavía. Cuando ella volvió, entonces la excusa era que no se habían 
ajustado los precios; en la visita siguiente, que el encargado estaba 
fuera del municipio.
Después de tantas gestiones baldías, le dijeron que no se preocupara, 
porque los materiales de cada módulo estaban allí. Y así, llegó el mes 
de diciembre del 2006. Y entonces, era que no se entregarían más 
materiales hasta el nuevo año.
Y en marzo del 2007, Caridad se presentó allí, y así sencillamente, sin 
darle explicación ni excusa le comunicaron que ya no se van a entregar 
más materiales para los módulos a damnificados de vivienda, porque el 
nuevo proyecto de este año incluía solamente la reparación de edificios 
y algunos módulos de vivienda de los asignados mediante el Partido 
Comunista de Cuba (PCC).
Y como Caridad no estaba afiliada a este Partido, no se lo dieron. Pero 
Caridad descubrió lo peor: una abogada de vivienda se le acercó y le 
dijo: no des más carrera que lo que están haciendo contigo es 
peloteándote, te dieron la orden de construcción para que estuvieras 
tranquila, pero los materiales de construcción no te los van a dar 
porque tú tienes un hermano que es preso político, y lo tienen en la 
provincia como un Contrarrevolucionario, y tú sábes que aquí hay que 
estar con la revolución porque el que esté en contra de ella, nada le toca.
Asegura Caridad que después se enteró que desde el 2005, en la Dirección 
Municipal de la Vivienda y en el Rastro, todos tenían la información de 
que a ella no se le podía dar el módulo, por   familiares suyos, estar 
en contra del proceso revolucionario. ¡Me mintieron! ¿Por qué si sabían 
esto, no me sentaron y me lo dijeron? Para ser revolucionario, hay que 
ser humanitario, yo sabría comprenderlo. A los que estaban siendo 
utilizados por los de arriba, se cuestiona Caridad
Y uno se pregunta por qué, en asuntos tan sensibles como la esperanza de 
una vivienda, se puede prometer y luego incumplir, abandonando a su 
surte a una familia, que por sus ideas, siguen siendo engañada y olvidada.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=13363
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