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Thursday, January 24, 2008

CUBA Y SU IDIOM

CUBA Y SU IDIOMA
2008-01-24.
Luis Tornés Aguililla

Enero de 2008. A pesar de las advertencias y de la prudencia que el
destierro nos procura en cuanto a la necesidad de ser modestos, me
pregunto cuáles son las causas de lo que ocurre actualmente en Cuba en
torno al deterioro del idioma como instrumento de una política con
vistas a salvaguardar lo indispensable cuando llegue el momento
ineludible del choque (otros dirán encuentro) entre los dos mundos que
obligatoriamente componen nuestro futuro: El mundo estadounidense y el
mundo cubano.

¿Acaso nosotros, los cubanos, tendremos que ser en el Caribe los Cayugas
del lago Ontario, quienes primero perdieron el idioma y por último el
territorio?

Alguien o algo tendrá que cargar con la responsabilidad del desparpajo
sin nombre que se escucha en las calles cubanas en lo que puede ser ya
considerado como un dialecto derivado del castellano, resultado tangible
y paroxístico del castrismo cuyas prioridades etnológicas y lingüísticas
son seguramente opacas pero en ningún modo inexistentes ya que si bien,
la criminal y premeditada idea de erguir nuestra manera de hablar en
idioma "revolucionario auténtico" pudo, en el fragor de los primeros
días de 1959 tener alguna legitimidad, no es menos cierto que cuando
llegue el día de la desnudez simbólica y del desahogo material vendrán
entonces por un lado, los siglos de búsqueda de la identidad perdida
para esa mayoría a la que no le quedó otro remedio que el de adaptarse y
hablar como se habla en los arrabales y por el otro, los siglos de
reticencia sociológicamente justificada de los que siendo gente decente
fue socialmente desterrada de facto fuera o dentro de Cuba (que es casi
lo mismo) por no aceptar el diktat estético de la vil multitud.

Y en primera línea está nuestro propio idioma, porque nuestra manera
"auténtica " de comunicar podría representar para las futuras
generaciones de cubanos una jerga sin impacto económico y sin el crédito
necesario para enfrentar la realidad geopolítica de un mundo
"sajonizado", el mundo del "microchip", del "PC" y del saber o no saber
"inglé".

El prestigio de una lengua es seguramente algo subjetivo, pero la imagen
interiorizada que los locutores expresan con sus actos puede ser vivida
positivamente –si el Estado es responsable ante sus obligaciones– o
negativamente, en particular por la juventud, si esa lengua es víctima
de una pérdida de prestigio regional tal y como ocurriría en Cuba cuando
llegue el momento inevitable de fusión entre las dos principales
comunidades nacionales (Florida y Cuba). Recuerdo a mi amigo César
Augusto quien estudiaba ingeniería en Camagüey con manuales en inglés y
me decía con una sonrisa discreta "yo conozco mi futuro". Mi amigo tenía
razón.

No se trata de elucubraciones sino de una realidad pues la pujanza
mimética que ejercerá sobre las nuevas generaciones el primo que venga
de Miami a Baracoa en su Jeep tres veces por año será una fuerza
imparable si ahora no se toman las medidas que convengan para darle a
nuestro idioma el brillo y el rango emocional que le permitan medirse
luego, en el seno de un contexto democrático, a la otra cultura de enfrente.

El idioma en Cuba, en su calidad de vector de la parte hispánica de
nuestra identidad (los cubanos estamos más cerca de los gallegos que de
los bátavos) está en gran peligro y la lengua como estructura evolutiva
nos puede llevar mañana a una sociedad incapaz de enfrentar desafíos
estéticos insospechables hoy porque cuando ya no se trate de exabruptos,
ni de guerras, ni de largos discursos sino de salir a flote en un
contexto económico y político particularmente adverso, los cubanos
tendremos necesidad de un idioma saludable que no tenga que recurrir a
la violencia ni a la ironía permanentes para que nuestro mensaje de
sociedad organizada pase por encima del murmullo universal.

Si en este año 2008 y después de haber dicho que se verán grandes
cambios, el Estado cubano no obra en dirección del interés nacional y si
en vez de seguir comprando armas y micrófonos sofisticados no invierte
en la restauración del desastre en que se encuentra nuestro idioma,
entonces, culturalmente hablando, el dilema cubano podría simplificarse
en un mensaje implícito proferido por parte del mamut anglosajón: ¡O en
inglés vives conmigo o "sinmigo", mueres!

Queda una pregunta: ¿Qué interés práctico podrá tener la calidad del
idioma para un hombre o para una mujer del pueblo en el contexto
dictatorial actual con sus farsas electorales y sus payasadas a dos manos?

La respuesta vendrá luego, después del entierro.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=13651

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