2007-09-05.
Hugo Araña, Bibliotecario y Periodista Independiente, Corresponsal en la
isla de Misceláneas de Cuba
Que veamos a cientos de cubanos diariamente en las afueras de la Oficina
de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, en los trámites de
abandonar el país, es pan cotidiano desde hace unos cuantos años. Por lo
cual, ya no motiva asombro.
Pero este comunicador pensaba que esa afluencia numerosa solo ocurría
allí. Aunque es sabido que en otras sedes diplomáticas de la capital
cubana concurren algunos cubanos con el mismo propósito, pero no en esas
cantidades.
Sin embargo, en días pasado al transitar por las calles Egido y Malecón,
donde esta situada la embajada de España, vio cientos de otros
compatriotas, en una operación similar: abandonar la isla.
Esto me llevó a reflexionar y buscar semejanzas con nuestra realidad,
porque en cuanto programa televisivo tienen a mano las autoridades del
régimen, para informar sobre la emigración que cada día es mayor en los
latinoamericanos, donde según los portavoces oficialistas, catalogan de
víctimas por la explotación de las oligarquías que someten a las clases
sociales de bajos ingresos económicos.
Junto al abandono que ciertos gobiernos de esas áreas mantienen con sus
ciudadanos, por lo que optan de forma legal e ilegal a efectuar el
triste camino de la emigración, principalmente hacia los Estados Unidos.
Agregando la coletilla, de que todo radica en la atracción que ejerce
esa nación como el rey del consumismo, además de la xenofobia y la
discriminación, y sin embargo la migración fluye hacia allí, de estos
que solo ansían vivir un poco más decorosamente.
Hasta aquí todo pudiera ser verdad. Pero este comunicador se pregunta
entonces, ¿por qué si en Cuba no existe la discriminación, una buena
parte de la población sueña con emprender ese camino? Porque no nos
creamos y dejemos que se nos convenza de que todo radica en el deseo de
unirse a sus familiares en la tierra norteña. Eso es un clásico
eufemismo que no resiste una investigación. Aunque sí, puede que
algunos, principalmente los de edad avanzada, o como se dice aquí, de la
tercera edad, asían vivir junto a sus hijos y nietos, los cuales conocen
a estos últimos por fotos.
¿Pero los jóvenes que están en edad laboral donde nos los dejan? Muchos
con títulos profesionales o con el grado 12, a quines desde pequeño les
inculcaron las bondades de éste sistema. ¿ Entonces por qué quieren irse
también? Aún cuando por esto o por aquello no reciben el permiso de
entrada en ese país, optan por cruzar el Estrecho de la Florida en las
formas más inauditas.
Estos lo que anhelan no es otra cosa que vivir decentemente. Tener lo
imprescindible como cualquier otro ciudadano del mundo pese al esfuerzo
que enfrentará para lograrlo. Pero al final, lo consiguen, porque aquí,
en este paraíso cubano, el trabajo perdió su valor.
Además, verdad es que no tenemos lo que es conocido como oligarquía.
Pero existe otra, y quizás más tenebrosa, compuesta por ministros,
directores de empresas, miembros supremos de ciertos organismos que
explotan el obrero y le pagan con el ya miserable peso cubano, cada día
más desvalorizado, y como decimos en buen cubano "la lista no da con el
billete".
Porque para que se sepa ya de una vez, en Cuba nadie puede vivir con lo
que gana, ni aunque ahorre al máximo. Si lo trata, pobre de él. Se
vuelve un demente crónico. Por lo tanto, no critiquemos al vecino, que
el régimen tiene su techo de vidrio, por cierto, bastante frágil.
Mientras, vemos con dolor y tristeza como esa juventud nos abandona.
Prefieren arrastrar el desarraigo por lo que dejan atrás, y al menos ser
alguien y sentirse como seres humanos.
Recordemos que por los Convenios sobre Migración entre Cuba y los
Estados Unidos, firmado años atrás, veinte mil cubanos al año pueden
emigrar de Cuba. Son veinte mil que si tuviésemos un régimen más
abierto, aún en el socialismo (recuerden el chino a pesar de todas sus
lagunas) no lo harían tal vez, pero tenemos una economía bastante
centrada en manos de militares y hombres que la tienen sumida en un
impase, que se detecta lógicamente en su negativo peso en la población.
Estos que controlan la economía se enriquecen por días, que algunos
llaman con despecho la noveau class socialista, cuyas cuentas bancarias,
por supuesto, no reposan en bancos de la isla, sino lejos, muy lejos, en
la Europa, que tanto critican, con fingido desdén.
Mientras, cada día, a cada momento, tenemos que despedir a cualquiera de
nuestros familiares o al vecino que se crió junto a nosotros y compartió
lo bueno y lo malo sin ninguna diferencia sanguínea. ¡Y como duele eso
señores! La sensación es como si la boca se nos llenara de cenizas,
cuando y hasta aguantando las lágrimas, le deseamos éxitos allá y le
damos el definitivo ¡ADIOS!
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=11438
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