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Monday, May 01, 2006

Vendedores mudos Se acabo el pregon?

Mayo 1, 2006
Vendedores mudos. ¿Se acabó el pregón?
Reinaldo Cosano Alén, Lux Info Press

LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org) - Ventana entreabierta.
Penumbra. Una mano se introduce con algún dinero. Retorna rápido con una
pequeña caja. El individuo se aleja. La comida en la cajita. Operación
perfecta. En la esquina un policía observa, pero no ve nada. Tácita
conspiración. En la transacción ilegal no medió palabra. Ni gesto.
Quizás por el dicho de que "las paredes tienen oídos", expresión
atribuida a la zarina Catalina II, quien hizo colocar conductos secretos
de escucha en el palacio para espiar las conversaciones, y que, para
remarcar la idea, el cubano de hoy gusta añadir: "Y cada clavo o remache
de puerta, un micrófono".

Inmutable, el anciano toma el sol. Pero ocurre algo más. A su lado, en
el piso, aparentando que no es mercancía suya, hay varias botellas con
alcohol y otras con kerosén para el uso doméstico. Escasean. Hay también
herrajes de plomería. En una mano, el anciano muestra una cajetilla de
cigarrillos, en la otra un billete, divisa de uso interno que el estado
vende en muy pocos lugares. La venta a cargo de los particulares está
prohibida y penada.

El jubilado no mueve los labios, no hay ningún anuncio o cartel, voz,
palabra, gesto para atraer clientes. No está autorizado a vender, pero
tampoco tendrá licencia. Perfecto disimulo entre el viejo, el ocasional
cliente y el inspector de comercio que sabe que el anciano está ahí
"tomando el sol".

Producción casera de ron a partir de agua azucarada en una olla de
presión. Al pitón o escape se adiciona el conducto adecuado. El
ingenioso "alambique" destila gota a gota la bebida que animará
encuentros entre amigos.

"¿Dónde venden ron?", pregunta un desconocido botella vacía en mano.
Alguien le dirá: "¡Allí!". Entrega el envase y veinte pesos. Se lo
devuelven lleno. Sobran las palabras. "En boca cerrada no entran
moscas". Si descubren la fabriquita y la venta clandestina, ¡se acabó!
Después el lamento. El ron no es de buena calidad, como el que venden en
las tiendas en dólares y el que se exporta, pero es barato.

Como en tantos otros países de raíces hispanas, la venta ambulante en
Cuba, desde los primeros tiempos, iba acompañada del pregón, o se
sustituía la voz del vendedor callejero por el sonido de algún instrumento.

¿Dónde está el afilador de tijeras con su pequeña armónica que recordaba
el uso del caramillo o flauta de la antigüedad? ¿Qué se ha hecho el
vendedor de helados haciendo sonar el triángulo de hierro para atraer a
los niños? ¿Dónde el vendedor de frutas y verduras con campanillas en la
carretilla que anunciaban su proximidad?

"La verdad es que el pregón callejero y los accesorios que sirven para
anunciar sonoramente una actividad comercial ambulante se encuentran
entre las cosas más misteriosas que pueden atraer la atención del
hombre. Hay oscuras supervivencias, tradición de origen remoto, hábitos
seculares, en esos anuncios vocales, en esos instrumentos primitivos de
que se vale el profesional o vendedor ambulante para señalar su
mercancía", comentó Alejo Carpentier en 1944.

El pregón y las formas sonoras, elementos de la cultura nacional, han
desaparecido. El déspota Miguel Tacón, gobernador español de la Isla en
la primera mitad del siglo XIX, prohibió pregonar en las proximidades de
su residencia y palacio de gobierno en La Habana, para eliminar la bulla
y los "gritos desaforados" que lo molestaban, pero no prohibió el pregón
en el resto de la ciudad ni en el país. Mucho menos prohibió el comercio
ambulante.

El pregón no está rigurosamente prohibido, pero no tiene razón de ser
porque el comercio ambulante de particulares ha sido prácticamente
aniquilado en Cuba. Quien lo haga sin permiso oficial corre el riesgo de
atraer la atención de inspectores y policías. Ha muerto el pregón.

No obstante, se vende, pero sin anuncio comprometedor: huevos, cebollas,
DVDs CDs, cepillos de dientes, filete de pescado, cajas de fósforos,
cigarrillos, agujas de coser, ropa, bolígrafos, libros, espejuelos; en
fin, la más variada gama de productos. Pero en silencio, con la boca
cerrada. Otorgar patente comercial a cuantos la soliciten sería una
vuelta al capitalismo, según proclama el gobierno.

Sin embargo, sería conveniente no pasar por alto esta reflexión del
historiador cubano Calixto Masó: "El trabajo libre existió en Cuba desde
los inicios de la colonización española, y los blancos, después los
pardos y morenos libres constituyen el antecedente de los obreros
cubanos. Los pequeños comerciantes, artesanos, sitieros y otros,
atendían personalmente sus pequeños negocios, o explotaciones".

El cubano, siempre reconocido por su carácter cooperativo, comunicativo,
abierto, expresivo, se ha vuelto hermético al anunciar su mercancía,
incluso poseyendo patente comercial. El cubano de hoy parece laconio, no
cubano. Los habitantes de Laconia, antigua comarca griega al sur del
Peloponeso, se caracterizaron por su lenguaje conciso, breve. De ahí
surge el adjetivo lacónico.

Los buhoneros habaneros llegaron, incluso, a tener su escuela de pregón
al aire libre en la desaparecida plaza de San Lázaro, donde ensayaban
sus engoladas y a veces estridentes voces, que llegaban a molestar a los
vecinos, mientras otros aceptaban rebuznos y gritos con naturalidad.
Cuba, país de inmigrantes en el pasado, abrió sus brazos, entre otros
pueblos, a árabes y judíos, a los que los cubanos calificaban
comúnmente, sin distingo racial o nacional, como "moros" o "polacos".
Casi todos se dedicaron al comercio. Sus pregones, por lo general, eran
muy concisos, porque se les trababa la lengua por el poco dominio del
español.

Un ejemplo de la astucia de muchos hebreos fue repetir infinitamente por
las calles: "¡Compro oro viejo, compro oro viejo!". Como si el oro
tuviera condición de metal viejo o nuevo. Pero el gancho daba resultado,
al depreciar la joya del cliente.

La tradición cultural cubana hasta 1959 concedió gran importancia al
pregón, y sus personajes folclóricos, y a diferentes manifestaciones
artísticas. En poesía, incluso con innovaciones métricas de versos y
estrofas. En música, muchas composiciones saltaron las fronteras
nacionales, como "El manisero", "El florero", "Olga la tamalera", "El
que siembra su maíz", "El yerbero", "Frutas del Caney"; verdaderos
pregones convertidos en música y canto.

En el teatro, fueron llevados a las tablas personajes populares como el
Negrito, la Mulata, el Gallego, comerciante casi siempre en medio de
algún enredo comercial con los otros, y ocasionalmente relacionados
también con el vendedor de billetes de lotería, el billetero.

Los vendedores-pregoneros de periódicos durante las dictaduras de
Gerardo Machado y Fulgencio Batista, atraían a los compradores con sus
pregones, armados sobre juego de palabras e insinuaciones. Hoy, ningún
periódico o noticia se pregona, porque se comercia el diario en los
estanquillos estatales. Quienes lo revenden por las calles lo hacen a
cuenta y riesgo, sin atreverse a pregonarlo.

Tan hondo había calado el pregón como parte de la idiosincrasia nacional
que aparecía hasta en los chistes populares. Por ejemplo: Un vendedor de
pescado, al acercarse a la casa de una clienta a proponer su mercancía,
quedó asombrado al observar que un grupo de hombres miraba
insistentemente al balcón. Enterado de lo que ocurría, y un poco celoso,
quiso advertir a la descuidada amiga con el pregón de su mercancía
marina: "¡Sierra, rubia, el colorao!"

Los vendedores mudos de hoy tendrán algún día voz, porque el pregón,
definitivamente, no podrá desaparecer de nuestra nación.

LUX INFO-PRESS
Agencia Cubana Independiente de Información y Prensa
E-mail: Fsindical@aol.com

http://www.cubanet.org/sindical/news/y06/05010601.html

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