No nos quieren en Cuba, pero sí nuestro dinero
LISSET CEPERO
Recientemente viajé a Varadero con mi esposo y mi bebé de nueve meses 
por primera vez después de quedarme en Canadá durante los Juegos 
Panamericanos de Winnipeg 99. Me dijeron cuando llegué que ''abandoné 
una misión, y no reúno los requisitos para entrar a la república de 
Cuba''. Argumentaron que el ''error'' en otorgarme el permiso de entrada 
era del consulado cubano en Toronto y cancelaron mi pasaporte, así como 
las tarjetas de turistas de mi esposo y el niño.
Nos pusieron de regreso a Toronto en el mismo vuelo que llegamos, 
mientras mis padres se quedaron esperando del otro lado con la gran 
ansiedad e ilusión de encontrarse con su única hija y conocer a su 
primer nieto.
Algunos amigos nos aconsejaron no hacer tan riesgoso viaje. Lo decidimos 
con la seguridad de que no pueden encarcelar a alguien por el solo hecho 
de ejercer su derecho a vivir en un país libre. De lo que podrían 
acusarme es de tener una vida nueva dedicada a mi nueva carrera y a mi 
familia. Todos los pasajeros y la tripulación del vuelo 6011 de Sky 
Service presenciaron cómo son ''bienvenidos'' los cubanos en su propia 
tierra y sus familiares, no importa cuál sea su ciudadanía o nacionalidad.
Desde que llegué a la primera ventanilla del aeropuerto de Varadero 
empezó la tortura psicológica cuando me mandaron a llenar más papeles, y 
luego una oficial llamaba a la otra y la otra al otro, y al otro, así 
hasta que todo un ''ejército'' apareció para ver si entendían a través 
de sus computadoras quién yo era y cómo había salido.
Todavía tuvimos que soportar una provocación más cuando uno de los 
oficiales que nos escoltó al avión de regreso a Toronto, comenzó a hacer 
comentarios fuera de lugar y sin conocimiento cabal sobre la situación 
política actual de Bolivia, el país de origen de mi esposo Nelson. 
Cuando no supo cómo responder a la profundidad de los argumentos de 
Nelson, y a su tono de voz amable y calmado, le gritó a lo cubano: ''Sí, 
pero tú también abandonaste tu país''. Nos resultó muy chistoso pues 
obviamente no tiene ni la menor idea sobre la vida de un misionero que 
ha servido por más de 20 años en diferentes lugares del mundo, y a quien 
lo que verdaderamente le interesa es fomentar el amor al prójimo y no 
enfrentamientos sin sentido, menos de índole política.
Tristemente el espíritu que reina en Cuba es otro muy diferente y 
todavía peor que el que dejé casi una década atrás.
Nuestra experiencia sirvió para que turistas canadienses conocieran la 
verdadera Cuba, que a veces prefieren ignorar. Algunos de ellos nos 
confesaron que lo pensarían dos veces antes de considerar la isla para 
próximas vacaciones. La mayoría desconocía que para los cubanos no 
importa cuáles otras ciudadanías poseamos, pues estamos obligados a 
viajar a Cuba con un pasaporte cubano que cuesta 320 dólares más otros 
cinco por trámites administrativos.
La pesadilla continuó cuando llegamos a Toronto pasadas las dos de la 
mañana y mi maleta no llegó. A esa hora, a llenar papeles para 
reclamarla. Mi esposo todavía confía en que Sky Service la traerá a 
nuestro hogar. Por mi parte, ya tengo demasiadas pruebas para acusarlos 
de ladrones. Cuando me quedé en Winnipeg en 1999, supe por mis propios 
colegas --algunos de ellos todavía en La Habana-- que se repartieron 
todas mis pertenencias, como si fueran un botín de guerra. Ahora, nueve 
años después me roban 325 dólares por un pasaporte que confeccionaron en 
Canadá y cancelaron en Cuba. No me quieren en Cuba, pero sí quieren mi 
dinero.
Mis padres están tristes y preocupados. Me aconsejan que me quede 
tranquila y no haga nada por la posibilidad de más represalias que no 
les permitan volver a verme nunca más, ni conocer a su único nietecito y 
a mi esposo. Lo único que puedo hacer es usar mis habilidades 
periodísticas y mi propia experiencia para mostrar lo que realmente es 
Cuba. Yo creo que esa es mi misión.
Periodista cubana residente en Canadá.
 
 
1 comment:
Los turistas canadienses se hacen los de la vista gorda. Son personas sin escrúpulos a los que no les interesa el sufrimiento de 5décadas de represión y miserias (humanas y materiales). Si de veras estuviesen interesados en la actualidad del pueblo cuabano, buscarian en la internet, hablarian con cubanos que salieron de su isla por ideas politicas y comprenderian que visitar un pais asi es seguir atizando el fuelo de la represion, pues al inyectar dinero al regimen castro-comunista estan alimentando la máquina represiva de ese regimen directa e indirectamente. Que se instruyan y averigúen. "No hay peor ciego que el que no quiere ver".
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