La hora de la denuncia
Es la hora de denunciar un asesinato político. De reunir pruebas y 
testimonios. De pedir y exigir una investigación independiente.
Tania Quintero
julio 31, 2012
Viví en Cuba durante los años de más popularidad, nacional e 
internacional, de Oswaldo Payá Sardiñas. Como ya dije en mi blog, apenas 
le conocí.
En los ocho años que escribí como periodista independiente desde La 
Habana (1995-2003), reporté más sobre los redactores de La Patria es de 
Todos, o sea del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna (Martha 
Beatriz Roque Cabello, Vladimiro Roca Antúnez, René Gómez Manzano y 
Félix Bonne Carcassés). También estuve vinculada a dos de los 
economistas afines a ese grupo, Arnaldo Ramos Lauzurique y Manuel 
Sánchez Herrero, fallecido de cáncer en 1999.
Para mí, tres fueron los logros fundamentales de Payá. Primero, crear 
uno de los más amplios y duraderos grupos opositores que hasta la fecha 
ha habido en Cuba, el Movimiento Cristiano Liberación. Segundo, haber 
sido el único opositor que logró reunir miles de firmas en apoyo al 
Proyecto Varela, el más conocido y exitoso de todos sus programas 
políticos. Y tercero, haber tenido la suerte de haberse casado con una 
gran mujer llamada Ofelia Acevedo Maura, y junto a ella crear una 
familia ejemplar.
Aunque nunca compartí con Payá ni visité su casa, siempre admiré esos 
tres logros suyos. Recuerdo que me molestó mucho cuando en aquel libraco 
que hizo el régimen para atacar a la disidencia, pusieron una foto de 
Payá bañándose con su familia en Varadero. Una falta de respeto y una 
violación de la privacidad.
A pesar de que algunos disidentes decían que era 'casasola', cerrado y 
desconfiado, lo cierto es que Payá fue un hombre sencillo, modesto y 
austero.
Prefiero no creer en el Payá 'mártir', 'visionario', 'heroico', entre 
otros calificativos que se vienen diciendo de él, y sí en el habanero de 
carne y hueso descrito por el periodista estadounidense Patrick Symmes, 
en la última de las siete crónicas que bajo el título de Treinta días 
viviendo como un cubano, subí a mi blog en marzo de 2011.
En La Habana conocí personas que cuestionaban el hecho de que Payá 
siempre hubiera trabajado como ingeniero, su profesión. Laboró en 
empresas de salud pública, lo cual a mí me parecía bien, que le 
permitieran trabajar y lo pudiera hacer en un sector primordial  para la 
población.
De Payá tienen que escribir y defender su legado quienes de verdad le 
conocieron y arrimaron el hombro con él, vivan en la isla o en el 
exterior. O no lo arrimaron y desde la cercanía o la lejanía tuvieron 
discrepancias, pero compartieron un mismo espacio en el tiempo, aunque 
sus ideas y planes fueran distintos. Con sinceridad, no hipócritamente.
El 1 de junio de 2009, cuando estaba en su apogeo la plataforma Voces 
Cubanas, Payá en su web publicó Que los blogueros sean voz de los que no 
tienen blog. El escrito generó gran malestar entre los blogueros 
alternativos, entre ellos mi hijo Iván García, en ese momento 
participando en la 'academia blogger'. En el entorno blogueril hablaron 
entonces horrores de Payá.
Pero Iván fue el único que tuvo el valor de dejar plasmado el 
descontento de la 'flor y nata' de la bloguería criolla. En El Cristo 
del Cerro, publicado en Penúltimos Días, Iván no sólo expresó sus 
opiniones: también recogió varios de los criterios negativos que en 
junio de 2009 tenían sobre Oswaldo Payá algunos de los que hoy, sin 
sonrojarse, dicen y escriben toda clase de alabanzas y casi lo han 
subido a un altar.
Es irrespetuoso que ésos que una vez dijeron oprobios de Payá; que han 
tratado de ignorar y silenciar a los disidentes de más larga 
trayectoria; que han dicho que éstos ya están 'viejos' y pasados de 
moda, y hasta se han burlado de los opositores, de la noche a la mañana 
se hayan convertido en más 'payistas' que su viuda y sus hijos.
Basta ya de oportunismos. Es la hora de denunciar un asesinato político. 
De reunir pruebas y testimonios. De pedir y exigir una investigación 
independiente.
Si en algo los servicios secretos cubanos son expertos, es en métodos 
estalinistas de eliminación de adversarios o personas no gratas. Lo 
saben algunos diplomáticos y corresponsales extranjeros que han 
trabajado en Cuba: a más de uno les han aflojado las ruedas o les han 
acorralado o embestido cuando transitaban por calles, avenidas o 
carreteras, para provocarles 'lamentables accidentes de tránsito'.
No es el momento de politiquear ni coger de bandera al último muerto en 
la oposición. Igual que ocurrió con Orlando Zapata Tamayo, han comenzado 
las cartas y recogidas de firmas, un tipo de protesta que hasta la fecha 
no ha dado resultados concretos.
Volviendo a los 'payistas' de última hora: lo primero que tendrían que 
hacer es autocriticarse y reconocer que menospreciaron a Payá y a los 
opositores que llevan más de 20 años luchando por cambios democráticos 
dentro de la isla.
Resulta significativo -y llamativo- que a partir de la muerte de Oswaldo 
Payá y Harold Cepero, las mismas personas que se jactaban de su 
'no-disidencia', ahora hayan dado un giro de 180 grados y comenzado a 
escribir y dar entrevistas como si toda la vida hubieran simpatizado con 
Payá y la disidencia tradicional.
Una actitud tan arribista y criticable como la de la iglesia católica y 
su cardenal, que abiertamente ningunearon a Payá, y según el mismo Payá 
dijo a la BBC, estaba convencido de que la iglesia estaba conspirando 
con el gobierno en la creación de un partido democristiano, 
probablemente como parte del guión que han diseñado para crear una 
'disidencia' a su imagen y semejanza y que en el futuro contribuya a 
darles una fachada 'democrática'.
Atrás no se quedan las declaraciones, en su mayoría formales e 
igualmente hipócritas, hechas por políticos estadounidenses y exiliados 
residentes en la Florida. Salvo excepciones, en los últimos tiempos casi 
todos ellos han preferido apoyar a las 'nuevas generaciones' y desechar 
a los 'viejos opositores'. Y si en Cuba había un 'viejo opositor', no 
por su edad, si no por su curriculum, ése fue Oswaldo Payá Sardiñas.
http://www.martinoticias.com/content/article/13305.html
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