Harold Cepero y su anhelo de una Cuba mejor
Murió en medio de sus actividades políticas pacíficas, para hacer una 
Cuba mejor en la que todos estén incluidos dijo Mons. Antonio Rodríguez 
Díaz rector del Seminario San Carlos y San Ambrosio que conoció al 
activista del Movimiento Cristiano Liberación.
julio 31, 2012
Mons. Antonio Rodríguez Díaz rector del Seminario San Carlos y San 
Ambrosio destaca el valor de Harold Cepero Escalante como laico 
comprometido con el ámbito de la Política, desde su fe cristiana.
En el mismo accidente automovilístico en el que murió el líder opositor 
Oswaldo Payá Sardiñas el pasado 22 de Julio, también sufrió graves 
lesiones otro miembro del Movimiento Cristiano de Liberación, el joven 
de treinta y dos años, natural de Chambas en Ciego de Ávila, Harold 
Cepero Escalante, quien murió horas más tarde en Bayamo.
En el año 2002, cuando Harold cursaba sus estudios de Veterinaria en la 
Universidad de Camagüey, fue expulsado, junto a otros alumnos, por haber 
firmado estos el "Proyecto Varela".
Algún tiempo después, inició un proceso vocacional sacerdotal, que lo 
condujo al Seminario "San Agustín" de la ciudad de Camagüey para, 
posteriormente, pasar al Seminario "San Carlos y San Ambrosio" de La 
Habana, donde estuvo hasta Junio del año 2010, cuando al concluir el 
primer año de Teología, decidió dejar los estudios sacerdotales, al 
descubrir que esa no era la vocación a la que Dios lo llamaba. Entonces, 
trabajó, primero como cuidador de cerdos en el Hogar de Ancianas "San 
Francisco de Paula" en la Víbora, y más tarde, como cocinero del comedor 
de ancianos de la "Parroquia del Espíritu Santo" en La Habana Vieja. 
Desde su salida del Seminario fue miembro activo del Movimiento 
Cristiano de Liberación.
Conocí a Harold hace cuatro años. Sus amigos lo clasificaban como un 
hombre algo bohemio y gitanesco. Esa era la primera impresión que 
mostraba, su comportamiento corporal y psíquico, que revelaba un 
espíritu libre. Poco a poco, en la vida diaria bajo el mismo techo, me 
fui dando cuenta de que era una persona de gran sensibilidad para los 
problemas de los demás, acompañada de una gran dosis de olvido de sí 
mismo. Era muy cercano a sus compañeros del Seminario, y, a la vez, era 
muy querido y apreciado por ellos.
De hablar bajo y despacio, hombre de campo, que pasaba gran parte de sus 
vacaciones trabajando en la finca de sus abuelos. Lo mismo sembraba 
matas de aguacate, que chapeaba hierba o asistía al parto de las cerdas. 
No pudo librarse de su caminar campesino. Jugador de futbol, sobre todo, 
como a mí me gustaba, con jóvenes de La Habana Vieja.
Hasta aquí podríamos pensar que estamos ante un campesino noble, 
servicial, deportista,  y amigo de todos. Sin embargo, todo esto venía 
acompañado de otra gran sensibilidad: su gusto por las artes. Disfrutaba 
del ballet, de la ópera y del rock, de la plástica y de la literatura, 
en especial los temas políticos. Hablaba con perfección el inglés, a la 
par que mostraba su alegría hacia el Griego Clásico.
Así fue cursando los tres de  Filosofía en el Seminario, hasta que 
después concluyó su Primer Año de Teología. Se dio cuenta que aunque era 
un seminarista correcto, su mundo no estaba marcado por la vocación 
sacerdotal. También yo. Se lo dije, y voluntariamente salió del 
Seminario. Su mundo era otro, el de la Política. Quería ser un laico 
cristiano comprometido con el ámbito de la Política, desde su fe 
cristiana. Su vocación era ciento por ciento laical. De este modo, 
dedicó los dos últimos años de su vida a la política militante, desde su 
trabajo de humilde cocinero y hombre de la calle. Sin vivir de la 
Política, como tampoco antes había vivido de la Política, como tampoco 
antes había vivido de la Iglesia.
Murió en Bayamo, la ciudad de Céspedes, Aguilera, Figueredo y otros 
grandes de la Patria. La ciudad del Himno le sirvió de altar para 
entregar su alma a Dios. Una de las almas más hermosas que he conocido 
en mi vida. Así murió Harold  en medio de sus actividades políticas 
pacíficas, para hacer una Cuba mejor en la que todos estén incluidos. 
Cuando ahora su alma está ante el Juicio de Dios, los ángeles la rodean 
y cantan: "Morir por la Patria es vivir".
http://www.martinoticias.com/content/harold-cepero-cuba-monsenor-antonio-rodriguez/13303.html
No comments:
Post a Comment