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Wednesday, October 01, 2008

EXPOSICIÓN DE LA NOSTALGIA

EXPOSICIÓN DE LA NOSTALGIA
2008-10-01.
Hugo Araña, Periodista y Bibliotecario Independiente, Corresponsal en la
isla de Misceláneas de Cuba

(www.miscelaneasdecuba.net).- MATANZAS.- Con el título de Papeles de
agua y tierra, el artista de la plástica matancera Rolando Estévez,
presenta en estos días una pequeña muestra de su quehacer, en el que la
pintura y la instalación se combinan para mostrarnos ese aire nostálgico
que a veces, y por cualquier motivo, produce o motiva un viaje al
recuerdo o los recuerdos que quedaron atrás, pero que no se olvidan y
permanecen allí, latentes, cuando el artista pretende o consigue
enfrentarse a ese ya al paso de los años, en que la añoranza, las
amistades perdidas en el tiempo, es imposible de recuperar.

La misma utilización del papel tosco, donde con trazos finos y gruesos
negros, a veces fugaces, Estévez los utiliza para semiescondidos,
hallemos restos de poemas tanto suyos como de las fallecidas poetisas
Dulce María Loynaz y del Castillo y de Digdora Alonso, que en metáforas
o en analogías poéticas, tanto ellas como él, tienden o nos sugieren
entrever el previsible manto de la evocación.

Como para enunciar quizás también, la vaguedad del todo, y así cubrir
parte de las instalaciones, con un sutil velo, de un tul azuloso
apagado, la posible y verdadera fusión de lo perdido que poco a poco va
perdiendo sus verdaderas formas o contornos algún día precisos, como si
quisieran escapar de esa vieja y maltratada maleta abierta ya olvidada y
candidata al abandono, repleta de recuerdos que acompañaron al que
emprendió el viaje, como fiel y muda acompañante a una persona querida,
lo mismo a un exilio o un destierro, y por qué no, también a un insilio,
o en aquella instalación semejante a una catedral gótica por su
configuración, ya en fase de destrucción, sosteniendo a duras penas lo
que todavía puede sostener, frente a los duros y lastimosos golpes, que
canto a canto la convierten en polvo del recuerdo.

Estévez para ello, no escatimó el uso de colores fuertes primarios como
secundarios, donde el sucio azul y el amarillo vangoniano predomina,
como pretendiendo que todo se haga difuso, algo difícil a la vista de
percatarse a cabalidad, porque así, son las añoranzas, las nostalgias
que se vuelven imprecisas, posiblemente desfiguradas sin remedio alguno.

La misma atmósfera creada por este artista de la plástica, en utilizar
para su exposición, el pequeño, y podríamos agregar íntimo Salón de
Exposiciones de la Farmacia Emilio Triolet, Museo Farmacéutico
matancero, visitado por cientos de turistas extranjeros, no pudo ser más
sugerente.

Quién asista Papeles de agua y tierra se encontrarán, como apuntamos en
el título de este comentario, a un rezago de la nostalgia. Esa, que de
pronto se aparece en nuestras vidas sin a lo mejor desearlo, porque
cuando hacen acto de presencia, nos obliga a reconocer ya sumida y
refugiada en el pasado. Ese pasado inexorablemente velado en los tules
del olvido.

Pero como pasado bueno o malo al fin, lo necesitamos para reconocernos
como estamos, o lo que hemos convertido aún sin desearlo, que, donde
todo se mezcla, lo mismo la tristeza del tiempo perdido nada proustiano,
como aquél y sufrido beso del adiós con todo lo que acarreó, yacen allí,
en esas instalaciones, convertidas para siempre en papeles de agua, cuyo
líquido irá desapareciendo sus formas, hasta juntarse con la tierra,
donde no podremos hallar lo que quedó de todos nosotros, sin
recuperación alguna.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=17396

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