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Tuesday, January 01, 2008

El dilema de las aceras cubanas

31 de diciembre de 2007

El dilema de las aceras cubanas

Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Después de casi medio
siglo de Revolución castrista triunfante, en los cuales ha proliferado
el típico y tradicional solar habanero, las viviendas improvisadas en
locales comerciales y sobre todo las llamadas barbacoas, habitaciones
construidas dentro de otras habitaciones, apenas sin ventilación ni luz
solar, es que la prensa oficialista de Cuba comenta sobre el problema de
las aceras en los municipios de la capital.

Señala Juventud Rebelde en su sección Acuse de Recibo cómo las aceras se
usan para tender ropa, hacer escalones que dan paso a las viviendas,
como entretenimiento para los niños, como garaje de motos o talleres de
reparación de autos, para jugar dominó, etc.

Todo eso es cierto, pero hay más. Los cubanos que malviven en esos
lugares desde décadas, se ven forzados a usar la acera como continuación
de sus inmuebles, por llamarlos de algún modo, porque hacer otra cosa no
pueden.

En los días de calor, por ejemplo, para tomar un poco de aire, hay que
sacar sillas o sillones a la acera, si se conversa con los vecinos, no
hay espacio en el inmueble. Hay que salir a la acera. ¿Y qué hacer con
la ropa lavada, si tampoco hay patio en el localcito que ayer, en el
capitalismo, era un establecimiento para vender café, pollo frito o café
con leche y pan con mantequilla?

Es algo muy común transitar por las aceras de La Habana entre pañales de
bebitos en tendederas, blumers, pitusas y sábanas y pidiendo permiso a
quienes se sientan cómodamente en sus viejos taburetes en las aceras.
Esto forma parte ya de nuestro paisaje cotidiano. Es un pálido reflejo
de la gravedad habitacional que sufre el país a partir de 1959, algo que
se agrava por días sin que pueda vérsele solución alguna.

Sin embargo, lo peor no se ha dicho en la prensa nacional respecto al
dilema de las aceras. En primer lugar, que durante todos estos años de
castrismo no se han restaurado. Se dice que el costo de ese trabajo hace
imposible su reparación. No creo que sea tanto obstáculo para ciegos y
débiles visuales que las aceras sean una prolongación de las viviendas,
como las grandes roturas que las mismas presentan de por vida y cuya
responsabilidad recae en el Estado.

Y algo más: ¿cómo explicar que las aceras, sobre todo en sus esquinas,
permanecen llenas de jóvenes conversando durante horas, dando la
impresión de que Cuba es un país de vagos? Si usted quiere saber si en
Cuba son tantos los que no trabajan ni estudian, son las aceras las que
podrán responderles.

Son, sin lugar a dudas, las que dan la medida de muchas cosas que calla
y oculta la prensa oficialista. Me refiero a la calidad de vida de los
cubanos. Cabe entonces preguntarse si el relator especial de las
Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, señor Jean Ziegler,
quien recientemente visitó Cuba, pudo contemplar estos espectáculos y
visitar la intimidad de esos míseros hogares de la capital, donde, como
todos los que vivimos en Cuba, sabemos que se vive mal, muy mal, y que
la alimentación está acorde con las pésimas condiciones materiales de
los mismos.

Difícilmente los cubanos dejarán de invadir las aceras para lo que las
necesiten. Esto forma parte ya de una costumbre, surgida y arraigada en
estos años de castrismo.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/dic07/31a5.htm

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