Censura, censores y censurados
Los censores pueden acabar con la carrera de un escritor y también 
actuar como personajes tragicómicos: comedia para el observador, 
tragedia para quien sufre la censura
Roberto Madrigal, Cincinati | 02/05/2017 12:06 pm
El tema es tan viejo como el castrismo. La censura nunca ha dejado de 
ejercerse en Cuba. Quizá la tenacidad, el celo y la eficiencia han 
flaqueado por momentos, pero el ojo represor ha sido una constante. No 
me refiero a la censura en otros lares.
Cultura y educación son la última frontera, la última línea de defensa 
de los totalitarios. Son los mecanismos a través de los cuales se moldea 
el pensamiento de los jóvenes, se elabora la imagen pública del 
gobierno, se distorsiona la información y se establecen los límites del 
cuestionamiento. El dólar puede ser despenalizado, los pequeños negocios 
pueden florecer con límites y los miembros de la nomenklatura tienen 
derecho a enriquecerse, pero tiene que ser riqueza con conciencia 
revolucionaria. Después de la cultura, el veril.
Los casos recientes de los filmes Santa y Andrés, de Carlos Lechuga y 
Nadie, de Miguel Coyula, así como las expulsiones del recinto 
universitario de Las Villas de la profesora Dalila Rodríguez y de la 
estudiante de periodismo Karla María Pérez González, ilustran una vez 
más, la importancia que el Gobierno cubano otorga a la cultura y la 
educación como mecanismos de control. Las masas se ilustran a 
conveniencia del Estado.
Las universidades son de los revolucionarios. Dalila cometió el delito 
inevitable de ser hija de un disidente y probablemente de no haber 
renunciado a él, como en los viejos tiempos. Karla se atrevió a sumarse 
a un grupo juvenil opositor. En un artículo recién publicado en La 
pupila insomne el profesor Rafael Plá León, "filósofo y profesor de 
disciplinas filosóficas" según apunta el portal EcuRed, filosofa en un 
galimatías, sobre la vigencia del lema "que nos enseñó Fidel en el 
fragor del proceso que se bautizó como profundización de la conciencia 
revolucionaria en el curso 1979-80: 'La universidad es para los 
revolucionarios'… porque no es excluyente para los que no son 
revolucionarios… pero sí pone en su lugar al contrarrevolucionario… 
simplemente sienta las bases de la hegemonía revolucionaria en la 
Universidad como una de las conquistas históricas de la Revolución". Por 
supuesto, el censor se reserva el derecho de definir a los 
revolucionarios, a los no revolucionarios y a los contrarrevolucionarios 
según le convenga. La censura es difusamente definida, el censor es 
antojadizo.
Una cosa está clara, se puede criticar a los revolucionarios y a los 
socialistas, pero no a la Revolución ni al Socialismo, y mucho menos la 
figura de Fidel Castro. Como ya dijeron antes, en otro lema ridículo, 
los hombres mueren y el partido es inmortal. Ese es el postulado, el 
dogma inviolable que rige la censura.
Santa y Andrés se atrevió, mediante un juego narrativo con el tiempo, a 
querer decir que la censura del libre pensamiento y la represión a los 
homosexuales, no fueron un episodio superado en la historia del 
castrismo, un error coyuntural. De eso se dio cuenta uno que en su 
momento fue censurado y ahora es censor diligente, el poeta y profesor 
Guillermo Rodríguez Rivera y lo expresó en un artículo que recientemente 
publicó en el blog de Silvio Rodríguez. En su artículo aboga por el 
diálogo y el entendimiento, pero con su análisis, emplaza al filme y lo 
pone sutilmente en la picota.
Los censores son todos aquellos que por miedo, por celo, por estupidez, 
por frustraciones personales y ambiciones delirantes, se prestan a 
ejercer la censura, a aplicarla de la forma más estricta posible. 
Algunos son inteligentes, muchos otros son ignorantes y se sienten 
inseguros.
Los censores ejecutan actos de diverso tipo. Desde los que son capaces 
de acabar con la carrera literaria (en la Isla), de Heberto Padilla y de 
Reinaldo Arenas, hasta los tragicómicos (comedia para el observador, 
tragedia para quien sufre la censura), que castigan a una pobre editora 
por no haber eliminado la frase "abajo el comandante en jefe" de… La 
guerra de las salamandras (un caso real), sin importar que la novela 
fuera originalmente publicada en 1936 y que el autor hubiera muerto en 1938.
Es difícil acusar a las víctimas del crimen del cual son sujetos. Pero 
los censurados, en muchos casos, se convierten en cómplices de los 
censores (y algunos terminan de censores, como es el caso de Miguel 
Barnet). Dominados por el miedo, empiezan con la autocensura y luego si 
se les escapa algo y son atrapados en la telaraña del censor, comienzan 
a justificarse disfrazando sus verdaderas intenciones con excusas 
inexcusables. El propio Lechuga, en un momento de debilidad se quejó de 
la censura y habló de que él siempre se "había portado bien", tratando 
de pedir redención aludiendo al oficio de carnero. Pero luego se le pasó.
Por temores justificados e injustificados, pero nunca justificables, la 
mayoría de los intelectuales y artistas cubanos, también por el afán de 
pertenecer al canon isleño, se dedican a pedir migajas. Expresan sus 
desacuerdos pidiendo comprensión al censor. He ahí al grupo G20 que pide 
una ley de cine y trata de gestionar no se sabe qué con el ICAIC. No se 
comprometen a defender a sus compañeros caídos, como fue el reciente 
caso del cineasta Juan Carlos Cremata, sino a pedir pequeños cambios 
para moverse mejor en el futuro. Por cierto, llevan como tres años en el 
asunto y no han conseguido nada todavía.
La censura es el arma poderosa que mantiene la cultura y la educación 
como arma de dominación política, los censores son los funcionaros 
diligentes que la interpretan con la mayor ortodoxia posible, sin el 
menor sentido del humor, los censurados, si no terminan habitando el 
reino del silencio o poniendo pies en polvorosa, se convierten en 
cómplices de la censura y del censor, porque hay cosas que son 
herméticas, y ellos lo saben bien.
Source: Censura, censores y censurados - Artículos - Cuba - Cuba 
Encuentro - 
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/censura-censores-y-censurados-329255
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