Entre el mar y las colinas
FERNANDO DÁMASO | La Habana | 28 de Agosto de 2016 - 09:48 CEST.
El territorio que constituye el municipio Habana del Este, anteriormente 
formó parte de los municipios de Regla y de Guanabacoa. Históricamente, 
en lo que es la entrada a la Bahía de La Habana, en 1563, el gobernador 
Diego de Mazariegos hizo construir, en "el morro" existente en el lugar, 
una torre de cal y canto, para que sirviera como atalaya contra 
corsarios, teniendo una visión de hasta ocho leguas. En ella se situaban 
vigías que anunciaban la presencia de naves enemigas. Posteriormente se 
decidió, el 15 de abril de 1583, colocar dos cañones, además de los 
vigías, procurando que uno de estos fuera hábil para disparar la artillería.
Debido a los continuos ataques de corsarios y piratas, en 1589 se 
iniciaron, bajo la dirección del maestre de campo Juan de Tejeda y por 
el ingeniero Juan Bautista Antonelli, los trabajos para la edificación 
del Castillo de El Morro, denominado de Los Tres Reyes, el cual fue 
terminado en 1630.
El castillo posee una torre con su faro, que servía de guía a los 
navegantes tanto de día como de noche. Contaba, dentro de sus murallas y 
fosos, con dos grandes aljibes, una iglesia, casas del comandante, 
capellán y oficiales, tres cuarteles para la tropa, oficinas, calabozos 
y bóveda. Como defensa poseía varios cañones de grueso calibre mirando 
al mar, otros de menor calibre  a la boca y fondo del puerto, y una 
batería de media luna con doce cañones, que se conocían como "Los Doce 
Apóstoles". A quinientos metros del castillo se organizó otra, con igual 
número de piezas, denominada "La Pastora".
El castillo cumplimentó sus fines de defensa, rechazando diferentes 
ataques, hasta que se produjo el de la escuadra inglesa en 1762, cuando 
fue ocupado, después de 44 días de tenaz resistencia. En 1763, 
restablecido el poder español, El Morro fue reconstruido. La luz de su 
faro, que inicialmente se alimentaba con leña, en 1795 se trató de 
sustituir por un gas inflamable producto del chapapote cubano, pero 
fracasó; en 1819 se empleó el aceite; en 1845 el denominado aceite de 
colza; en 1929 el acetileno y, a partir de 1945, la electricidad.
En 1824, a la farola se le instaló un nuevo fanal, muy superior a los 
anteriores, y en 1844 se comenzó la construcción de la nueva torre de 85 
pies de altura que, por el promontorio donde está situada, alcanza los 
151 pies sobre el nivel del mar, a la que se le colocó un fanal del 
sistema francés Freesnel, superior al anterior. La obra se terminó en 
1845, dándosele a la torre el nombre del capitán general Leopoldo 
O'Donell, quien por entonces gobernaba la Isla.
El castillo ha servido, conjuntamente con el Palacio de los Capitanes 
Generales, para arriar e izar las banderas cada vez que la Isla ha 
cambiado su status político: el 30 de junio de 1762 se arrió la bandera 
española y se izó la británica; el 6 de julio de 1763 se arrió la 
británica y se volvió a izar la española; el 1 de enero de 1899 se arrió 
la española y se izó la norteamericana; y el 20 de mayo de 1902 se arrió 
la norteamericana y se izó la cubana, dando inicio a la República.
Cerca de El Morro, en el cerro conocido como de La Cabaña, donde los 
ingleses en 1762 colocaron sus baterías para atacar el castillo, en 1763 
comenzó la construcción del Castillo de San Carlos de La Cabaña, 
concluyéndose en 1774. Sus planos fueron trazados por el ingeniero 
francés M. De Valliere, con dibujos suministrados por M. Ricaud de Targale.
El cerro donde fue construido pertenecía a don Agustín de Sotolongo, 
quien lo cedió gratuitamente. Su posición estratégica domina la ciudad, 
la bahía y el canal de entrada por un lado, y el mar del norte por el 
otro, siendo considerada por su extensión (más de 700 metros de largo) y 
su admirable y sólida construcción, la primera de América en su época. 
Siempre estuvo dotada de artillería de grueso calibre y en perfecto 
estado de defensa.
Para completar las defensas de El Morro y La Cabaña, se construyó a 
2.090 varas al sureste del primero y 1.200 de la segunda, el Fuerte San 
Diego número 4, protegido por ambas fortalezas, que le cubrían el 
flanco, y este a su vez descubría y batía los accidentes y sinuosidades 
del tereno,  donde no alcanzaban los medios de La Cabaña, preservándola 
de un ataque por el sur.
Durante la Colonia, a falta de hechos de armas, La Cabaña sirvió de 
campamento de tropas y de prisión, siendo escenario sus fosos de 
múltiples ejecuciones de patriotas cubanos y extranjeros. Durante la 
República, además de campamento militar, también fue utilizada como 
prisión militar. Después del 1 de enero de 1959 fue utilizada 
principalmente como prisión, y en ella se celebraron juicios sumarísimos 
y ejecuciones y, en una parte de ella, se ubicaron instalaciones y 
centros de estudios militares. Hoy ambas fortalezas, bajo la 
denominación de Parque Militar Morro-Cabaña se utiliza con fines 
turísticos y culturales, siendo uno de sus atractivos diarios, cada 
noche a las 9 pm horas, el espectáculo de la preparación y disparo del 
cañón, rememorando el que se hacía en época de la Colonia, para avisar 
que se cerraban las puertas de la muralla que protegía a la ciudad.
Como complemento para impedir la entrada de posibles enemigos por la 
desembocadura del río Cojímar, se construyó un torreón o pequeño 
castillo en el lugar, a partir de 1646, el cual sufrió  graves daños en 
1762 cuando el ataque de los ingleses, siendo reconstruido 
posteriormente. Otro pequeño torreón, más bien de observación, también 
se construyó en la desembocadura del río Bacuranao.
Todas estas fortalezas, castillos y torreones carecen actualmente de uso 
militar, y forman parte de las atracciones turísticas del municipio, 
junto con sus buenas playas y otros lugares históricos.
Un asentamiento de novela
El municipio Habana del Este, que no existió como tal durante la 
República, fue creado a partir del año 1976. Su acceso  directo se 
facilitó por  la existencia del túnel bajo la Bahía de La Habana, 
construido a finales de la década del 50.  Incluye los repartos Ciudad 
Camilo Cienfuegos, Habana del Este, Alamar, Celimar, Antonio Guiteras y 
Residencial Vía Túnel, así como los caseríos de El Mamey, Las 
Merceditas, Loma del Tanque, Km. 8 ½ de la Monumental, Km. 9 de la Vía 
Blanca, Colinas de Villa Real y Km. y medio. Además, los repartos y 
caseríos ubicados en las localidades de Cojímar, Santa María del Mar, 
Guanabo, Peñas Altas y Campo Florido. Se encuentra enclavado entre 
Brisas del Mar, Castillo de El Morro, Avenida de Guanabacoa, Marbella, 
Embalse La Coca  y río Peñas Altas.
En el municipio se destacan el asentamiento urbano conocido como Habana 
del Este, hoy Ciudad Camilo Cienfuegos, un proyecto de edificios de 
viviendas e instalaciones de servicios moderno y funcional, construido a 
principios de los años 60, utilizando fondos obtenidos de la Lotería 
Nacional, el cual después fue totalmente desvirtuado, convirtiéndose en 
un reparto de edificios de microbrigadas de mala calidad constructiva y 
peor estética; las edificaciones del denominado Hospital Naval, hoy 
denominado Hospital Clínico Quirúrgico Militar Dr. Luis Díaz Soto; y las 
instalaciones deportivas, mal ubicadas y peor construidas, para los XI 
Juegos Panamericanos de 1991, la mayoría actualmente en desuso o en 
pésimas condiciones.
Entre los lugares interesantes del municipio debe señalarse a Cojímar, 
un tranquilo pueblo de pescadores fundado en 1808, inmortalizado por el 
escritor norteamericano Ernest Hemingway en su novela El viejo y el mar, 
lugar muy apreciado por él, donde gustaba compartir con amigos y 
moradores, siendo asiduo al restaurante La Terraza, donde se mantiene el 
lugar que gustaba ocupar.
Cercano al restaurante, en la desembocadura del río, se encuentra el 
torreón o castillito de la época colonial y, frente a él, la glorieta 
con el busto del escritor, instalada por cuestación popular por los 
vecinos del pueblo a la muerte de este. Hoy Cojímar, aprovechando la 
fama dada por Hemingway, trata de erigirse en un polo turístico, pero 
necesita de las inversiones que cambien su imagen de pueblo ruinoso y 
deteriorado, comenzando por la higienización de su litoral, totalmente 
contaminado con todo tipo de desechos, que hacen desagradable la 
estancia en el mismo.
Más allá, entre la Vía Blanca y el mar, se encuentra el adefesio 
urbanístico que constituye el reparto Alamar,  un asentamiento urbano 
caótico, denominado por sus propios moradores "la Siberia de Cuba", 
edificado arbitrariamente desvirtuando la parcelación existente para un 
reparto de playa.
Muchas de sus edificaciones, al igual que algunas de la Ciudad Camilo 
Cienfuegos, han sido sometidas a adaptaciones arbitrarias, de forma 
inconsulta con profesionales de la arquitectura, motivadas por 
diferentes necesidades de sus inquilinos, deteriorándolas y afeándolas 
con rejas, divisiones, ampliaciones, apropiaciones de espacios comunes y 
otras acciones, las cuales han determinado la depauperación del hábitat. 
A ello se agrega el deterioro de las calles, aceras, instalaciones de 
servicios públicos, parques y espacios arbolados.
A las Playas del Este
A continuación aparecen las playas de Bacuranao. Tarará. Santa María del 
Mar, Boca Ciega, Guanabo, Veneciana y Brisas del Mar, con sus hoteles, 
instalaciones de descanso y deportivas, restaurantes, clubes y 
cafeterías, en moneda convertible o pesos cubanos, hasta las zonas 
rurales al sur del municipio.
Guanabo, que constituye, además de playa, un poblado importante, fue 
fundado en 1800 en el denominado Corral Guanabo de Jutías, teniendo su 
parroquia en 1803. Durante años, la playa del mismo nombre constituyó 
uno de los lugares preferidos por los habaneros de escasos recursos 
económicos para disfrutar del mar, debido a su fácil acceso mediante 
ómnibus y al desarrollo de sus instalaciones comerciales, las cuales 
ofrecían sus productos y servicios a precios módicos. Hoy se ha 
convertido en una playa contaminada y sucia.
En algunas épocas del año, cada día, miles de cangrejos cruzaban la Vía 
Blanca, siendo muchos de ellos aplastados por los neumáticos de los 
vehículos. El espectáculo resultaba deprimente, y el olor a crustáceo se 
respiraba en el ambiente. Hacían sus recorridos entre el mar y las 
colinas cercanas, en viajes de ida y vuelta, ajenos al peligro. Además, 
sus muelas producían no pocos ponches, para desgracia de los choferes. 
El tramo de mayor concentración era precisamente antes de llegar al 
cruce de Guanabo, que servía de acceso a la playa, donde funcionaba un 
semáforo de luz amarilla intermitente, cerca del restaurante-bar El Gato 
Verde.
Cercana a la faja costera se encontraban pequeñas explotaciones 
petroleras, pertenecientes a la Consolidated Cuban Petroleum Corporation 
y a las Empresas Petroleras Jones de Cuba S.A., las cuales, ampliadas, 
continúan explotándose. También la Vaquería San Gabriel, productora de 
leche.
Las denominadas Playas del Este constituyen actualmente el valor 
económico  principal del municipio. Con buenas inversiones hoteleras y 
de servicios, tanto estatales como del sector privado, pudieran 
constituir un importante atractivo turístico, además de ser las 
preferidas por los cubanos que carecen de recursos para alojarse en 
Varadero, en otras playas o en los cayos que rodean la Isla.
Source: Entre el mar y las colinas | Diario de Cuba - 
http://www.diariodecuba.com/cuba/1472370515_24840.html
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