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Monday, January 04, 2016

La débil tesis de la herencia recibida

La débil tesis de la herencia recibida
[04-01-2016 11:40:42]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- Luego de un ciclo político repleto de
desmadres y absurdos dislates, plagado de deplorables administraciones
con consecuencias nefastas, viene ahora otro distinto, que deberá
enfrentar el complejo desafío de intentar remediar cada una de esas
cuestiones y rearmar, por etapas, el rompecabezas.
No es una sorpresa, que haya aparecido abruptamente en la escena el
tierno argumento de la "herencia recibida", que pretende presentarse,
esta vez, con un aura de sensatez, generando cierta empatía. Ni siquiera
es original, porque ya se lo ha usado en el pasado con variado éxito.

Claro que hay que ser comprensivo y se debe tener paciencia para
permitir que todo se acomode poco a poco. Se trata, justamente, de
acompañar en el recorrido correcto y no de aplaudir lo que sea, solo
porque ha transcurrido un breve lapso o se ha recibido todo en una
pésima situación.

Es importante comprender que los que tomaron la posta del poder en estas
difíciles circunstancias, no lo hicieron en contra de su propia
voluntad. Nadie los ha obligado a ser parte del proceso electoral que
culminó con su triunfo.

Sería muy ingenuo creer que ellos esperaban asumir con condiciones muy
favorables. En la campaña lo señalaron hasta el cansancio. Quedaba atrás
un país arrasado por las impericias de años de decadencia moral.

Cuando un grupo de personas participa de una elección y se postula para
ocupar cargos de tanta jerarquía, sabe que ganar es un riesgo que
implica responsabilidades. No es un mero juego de azar con vencedores y
vencidos. El que obtiene apoyo popular deberá gobernar y ejercer el poder.

Eso también significa que el que consigue la victoria no se convierte en
monarca, sino en un engranaje más del complejo funcionamiento de una
siempre endeble república, como casi todas las que existen en el planeta.

Nadie pide magia. Obviamente, habrá que esperar para resolver tantos
problemas, pero no menos cierto es que el camino a transitar se
construye con progresos sucesivos, con victorias parciales, con pequeños
pasos que van marcando esa senda, que confirman que se avanza hacia lo
soñado.

No ayuda en lo más mínimo la delirante idea de promover y repetir ese
argumento, tan frágil como patético, conocido como "la herencia
recibida". El inventario con el que se asume es parte indivisible del
resultado electoral.
Si la herencia hubiera sido magnífica, estas personas que hoy gobiernan
no hubieran triunfado en las urnas, y por lo tanto no estarían en sus
funciones.
Precisamente han resultado victoriosos porque la herencia es esta y no otra.

La responsabilidad no puede ser transferida graciosamente hacia el
pasado. Una vez que se asume la conducción, todo lo que ocurre de allí
en adelante tiene que ver con lo que se hace bien y, también, con lo que
se omite.

No se puede dar en el clavo siempre. Los seres humanos son esencialmente
imperfectos. No se pretende la presencia de genios superdotados en el
gobierno, ni de personas infalibles a prueba de todo. En todo caso, lo
que se espera es una actitud diferente frente a la equivocación. No
caben ni la negación, ni hacerse los distraídos tampoco, mentir mucho
menos. No parece desatinado exigir algo de verdad, un poco de
autocrítica y un explicito reconocimiento de los descuidos propios.
Sería saludable diferenciarse del pasado, de aquella era de
manipulaciones mediáticas y épicas inventadas, tan divorciadas de la
realidad.

El nuevo gobierno acertará en algunas cuestiones y se equivocará en
otras. Suponer que será perfecto sería una descabellada muestra de
ambición desproporcionada y absoluta irracionalidad.

Un excesivo optimismo no contribuye para nada y coloca las expectativas
en un lugar inadecuado. Eso culmina, invariablemente, en grandes
desilusiones y enormes frustraciones, tan inadmisibles como la ridícula
postura de caer en la trampa de una euforia desmedida.

Probablemente, el sorpresivo triunfo electoral, tenga algo que ver con
lo que está ocurriendo ahora. Después de todo, ni en los círculos más
íntimos del nuevo oficialismo se asignaban grandes posibilidades de
lograr esa meta. Es posible que esa actitud, algo inconsciente, haya
impedido que se construyan talentosos equipos de gobierno con la debida
anticipación y que, en la campaña electoral, se hayan consumido todas
las energías solo diseñando consignas enfocadas en decir lo que la gente
quería escuchar.

Al actual gobierno le toca en suerte gestionar. Tiene que administrar lo
que le dieron así como está. Se pueden buscar artilugios
comunicacionales y apelar a cierta clemencia popular pero, más tarde o
más temprano, mandarán los despiadados resultados y entonces para lo
único que habrá servido este retorcido recurso es para conseguir algo de
tiempo extra.

Al cabo de unos meses, solo contarán los éxitos y los fracasos. Aquello
que se haya hecho bien traerá recompensas políticas y los asuntos
pendientes que no se logren resolver en función de las desmesuradas
expectativas planteadas serán su contrapeso obligado. Por eso es
imperioso enfocarse en tomar, cuanto antes, las decisiones necesarias e
impostergables. El tiempo se consume, la "luna de miel" algún día
termina y en ese instante no alcanzará con la débil tesis de la herencia
recibida.

Source: La débil tesis de la herencia recibida - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/568a4c2a3a682e15a869c4e5#.VopWBhUrLjY

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