Memorias del Mariel: Los actos de repudio en Cuba
El gobierno instigó acciones violentas contra los que se marchaban del
país, los 'actos de repudio'
Fueron linchamientos simbólicos que buscaban intimidar
Se reforzó el nacionalismo, y la participación masiva en estos actos
difuminó la responsabilidad individual
ABEL SIERRA MADERO
Especial/el Nuevo Herald
"¡Que se vayan! ¡Gusanos, si sacan los pies se los cortamos! ¡Que se
vayan los parásitos y la escoria! ¡Mi ciudad más limpia y bonita sin
lúmpenes ni mariquitas! ¡Fuera las ratas! ¡Que tiemblen los flojos, el
pueblo entró en acción! ¡Gusanos, ratones, salgan de los rincones!
¡Nuestra patria limpia y pura, que se vaya la basura! ¡Gusano, lechuza,
te vendes por pitusa! ¡Cuba, qué linda es Cuba, sin los gusanos me gusta
más!"
Estos inflamados mensajes pertenecen a una antología de 100 consignas
compiladas por el periódico Granma el 23 de abril de 1980, como parte de
la convocatoria a una concentración multitudinaria que iba a celebrarse
el 1 de mayo bajo el nombre "Marcha del Pueblo Combatiente". La marcha
intentaba contrarrestar la crisis de legitimidad más importante que
había sufrido el gobierno de Fidel Castro hasta ese momento.
En mayo de ese año, una decena de personas ingresaron en la embajada de
Perú para pedir asilo político, lo que desencadenó un éxodo de más de
100,000 cubanos hacia Estados Unidos por el puerto del Mariel, entre el
15 de abril y el 31 de octubre de 1980.
Para garantizar su hegemonía y manejar la crisis, el gobierno instigó a
través de sus organizaciones políticas y de masas, una serie de acciones
violentas contra ciudadanos indefensos que manifestaron un interés
explícito por abandonar el país. A estas acciones violentas se les
conoce históricamente como "actos de repudio", una práctica política que
se mantiene en la actualidad contra grupos opositores.
Los actos de repudio forman parte de un proceso de producción de
enemigos políticos, articulado sobre una retórica nacionalista que
deshumanizó y representó como especies peligrosas a las miles de
personas que querían abandonar el país. Estas acciones violentas se
insertaron dentro de un "estado de excepción" o "estado de emergencia"
en el que el derecho quedó suspendido en un limbo temporal.
¡Que se vayan! ¡Que se vayan!
Una vez que las más de 10,000 personas que habían ocupado la embajada de
Perú por dos semanas, comenzaron a retirarse a sus casas tras el anuncio
oficial de la habilitación del puerto del Mariel para todos los
ciudadanos que quisieran irse del país, empezó una cruzada violenta en
centros de trabajo, casas y lugares públicos sin precedentes en la
historia de Cuba y que tuvo el total consentimiento de las autoridades
policiales.
De acuerdo con muchos testigos, los actos de repudio se convirtieron en
una especie de rituales organizados por los Comité de Defensa de la
Revolución (CDR), una institución diseñada por Fidel Castro en 1961 para
controlar cada cuadra y barrio del país. Por ello, de la relación entre
vecinos y los dirigentes de los CDR podría depender si recibían o no el
repudio público.
La periodista Mirta Ojito, quien abandonó el país durante el éxodo del
Mariel cuando apenas era una adolescente, relata en su libro Finding
Mañana. A Memoir of a Cuban Exodus (2005), el momento en que su familia
abandona la casa.
De acuerdo con Ojito, la policía llegó a la vivienda y procedió a
realizar un inventario de todo lo que había. Los oficiales le sugirieron
a una vecina que buscara más personas para "prepararles algo a esta
gente". Se trataba de "preparar" un acto de repudio; pero la vecina que
ostentaba el grado de teniente y pertenecía a una familia de oficiales
del ejército, les dijo a los agentes: "Nadie toca a esta familia. He
visto a estas niñas crecer."
L. N. era en 1980 el presidente del CDR de su cuadra; pero los actos de
repudio comenzaron a desencantarlo de la Revolución. "Creo que ahí
empezó mi ruptura, así que dije 'no tengo nada que ver con esto' fue a
partir de ese momento. Eso fue un acto de bajeza, sencillamente.
Exaltaron las bajezas humanas", comentó en una entrevista realizada en
La Habana para este artículo.
Linchamientos simbólicos
Los ataques y actos de repudio contra los que se iban tomaron el
carácter de linchamientos simbólicos. "¡Aquí vive un traidor!" ¡Fuera
gusanos!" fueron algunas de las pintadas que aparecieron en las casas de
los que se iban, me comentó en una entrevista M.M.
Según esta entrevistada, en La Habana se utilizaron en los actos de
repudio muñecos a los que colgaban de la cabeza simulando ahorcamientos.
El linchamiento simbólico consistía en destruir la imagen y el prestigio
de esas personas no sólo a través de la propaganda y los medios del
Estado, sino también utilizando la agresión verbal y física mediante el
esfuerzo coordinado de las instituciones y las organizaciones de masas.
Estos actos buscaban intimidar y castigar a los que se iban, así como
persuadir a otros que desearan marcharse.
En su centro de trabajo, refiere M. M., se hicieron actos de repudio y a
esa personas "las paseaban" desde la oficina hasta la calle. Así lo
describe:
"Los organismos sacaban a la gente entonces, la persona iba caminando y
era el molote de gente detrás, gritándole, "que se vaya, que se vaya".
Tú podías ver los distintos molotes en la calle y eran las ocho horas de
trabajo en función de eso. Pero hubo otro caso en mi trabajo de una
ingeniera; se supo que se iba y una vieja escribe un cartel y obliga a
la ingeniera, con la ayuda de otros más, a que se lo pusiera en el pecho
hasta que cogiera la guagua. Me acuerdo como si fuera hoy. No me acuerdo
bien qué decía el cartel, pero podía decir cualquier cosa, "gusana",
"traidora". A ese acto de repudio sí fui, caminé detrás de la ingeniera
y me sangraba el corazón".
LOS ACTOS DE REPUDIO PODÍAN DURAR DÍAS Y EN ESE TIEMPO LAS PERSONAS NO
SALÍAN A LA CALLE NI SIQUIERA A BUSCAR ALIMENTOS POR MIEDO A SER
GOLPEADAS. SE ESTABLECÍAN CERCOS SOBRE LAS VIVIENDAS Y LES TIRABAN
HUEVOS Y PIEDRAS
En 1980, E. T. trabajaba en un Ministerio ubicado en La Rampa, en el
Vedado, uno de los tramos de calle más concurridos de la capital. Desde
ese lugar, E.T. asegura haber visto varios actos de repudio; pero el que
más le impactó fue el que el Instituto Cubano de Radio y Televisión
(ICRT) le preparó a la actriz Celeste del Mar.
"La metieron dentro de un latón y la rodaron desde el ICRT Rampa abajo.
La gente iba atrás gritando exacerbada como si no fueran seres humanos.
Le gritaban: ¡esbirra!, ¡traidora!, ¡escoria!, los gritos de aquella
época. Iban con latas y palos sonando, como si fuera una conga mientras
la muchacha estaba en aquel tanque rodando por toda la calle. Después la
subieron caminando y la tenían cogida por los brazos. Lo de los actos de
repudio en La Rampa era horrible; pero el de Celeste del Mar me
traumatizó para toda mi vida", recuerda E.T.
Los actos de repudio podían durar días y en ese tiempo las personas no
salían a la calle ni siquiera a buscar alimentos por miedo a ser
golpeadas. En algunas ocasiones se establecían cercos sobre las
viviendas y a los que vivían en edificios les cortaban la entrada del
combustible y la electricidad y les tiraban huevos y piedras. Estas
acciones se diseñaron de tal modo que crearon una cierta opacidad moral
y ética, que permitió la participación masiva y la distribución de
cuotas de complicidad al interior de la sociedad cubana.
La propaganda estatal y algunas voces afines al gobierno revolucionario
trataron de presentar los actos de repudio como manifestaciones
populares "espontáneas". Sin embargo, las grandes movilizaciones o
demostraciones como las "Marchas del Pueblo Combatiente", así como las
acciones violentas organizadas contra individuos o grupos específicos,
se gestionaron a través de las instituciones y organizaciones políticas
y de masas.
El grado de organización de las marchas y las concentraciones era tal,
que Granma, el órgano oficial del PCC publicó mapas, instrucciones y
orientaciones de la "Comisión Organizadora" en los que aparecían los
puntos de concentración y recogida de los ómnibus del Estado para
garantizar la asistencia a las demostraciones masivas, así como los
mensajes y la ropa que debía usarse.
"Con el pueblo, no se juega"
Fidel Castro, por su parte, convirtió el descontento por la gestión de
su gobierno en una cuestión de soberanía y seguridad nacional. El máximo
líder reactivó el nacionalismo revolucionario que descansó una vez más
en el diferendo con Estados Unidos y estableció una conexión entre los
que querían abandonar el país, con oscuras maniobras estadounidenses.
El 1 de mayo de 1980, Castro ofreció un discurso en el que agradecía el
servicio "sanitario" desempeñado por Estados Unidos al recibir a los
emigrados cubanos. En esa ocasión su discurso descansó en tres elementos
fundamentales: 1) los ejercicios militares que el ejército
norteamericano estaba efectuando cerca de las costas cubanas, 2) el
reclamo de la base naval de Guantánamo y 3) el cese de los vuelos de
espionaje que Estados Unidos realizaba en el espacio aéreo cubano con
aviones SR-71. Esta retórica encaminada a construir percepciones de
amenaza entre la población, contribuyó a activar sentimientos de rechazo
hacia los que querían abandonar el país.
En este contexto los actos de repudios fueron equiparados con acciones
defensivas en contra de una invasión enemiga.
LOS HOMOSEXUALES TAMBIÉN SE INTEGRARON AL PERFIL ANTISOCIAL Y CRIMINAL
QUE EL ESTADO ESTABA CONSTRUYENDO DE LOS QUE SE IBAN
El proceso de identificación de los sujetos que se convirtieron en
blanco de estas acciones fue muy fácil, porque para abandonar el
territorio nacional, el gobierno cubano había exigido salvoconductos que
se obtenían a través de solicitudes formales en las estaciones de
policía, en los centros de trabajo, o en centros de procesamiento que se
habilitaron en ese momento.
Los homosexuales también se integraron al perfil antisocial y criminal
que el Estado estaba construyendo de los que se iban, por lo que muchos
sujetos que de otra manera no hubieran obtenido el permiso de salida se
hicieron pasar por homosexuales, porque representaban a las partes
"blandas" del cuerpo político nacional.
El 14 de junio de 1980 Fidel Castro explicaba cómo estaba conformado ese
cuerpo: "De modo que no hay que preocuparse de que perdamos un poco de
partes blandas. Nos quedamos con los músculos y con el hueso del pueblo.
Con eso nos quedamos, con las partes duras (APLAUSOS)... Con las partes
blandas, cirugía plástica (RISAS)".
Aquí, el acto violento es equiparado a la reconstrucción cosmética, a
una cirugía política en el cuerpo nacional. "Se trataba de mostrar
nuestra fuerza, pero no simplemente por mostrarla" había explicado Fidel
Castro, quien además manejó las acciones colectivas como una necesidad
histórica. "¡Era necesario hacer esto!, explicó y agregaba: "Había que
mostrarle al enemigo y enseñarle al enemigo que con el pueblo no se
juega. Había que demostrarle al enemigo que a un pueblo no se le puede
ofender impunemente".
Han transcurrido 35 años desde entonces, sin embargo, durante los
últimos años hemos visto cómo estas acciones se han reciclado e
implementado contra disidentes y activistas de la sociedad civil cubana
independiente. Los actos de repudio no pueden ser leídos solamente como
una herramienta de control social por parte del Estado, sino que hay que
tomar en cuenta la ausencia de instituciones democráticas y leyes que
castiguen la violencia como práctica política en la isla, una situación
que se mantiene, como en aquellos oscuros días del éxodo del Mariel.
Los entrevistados en Cuba, fueron identificados por sus iniciales por
temor a represalias.
El historiador Abel Sierra Madero está cursando un doctorado en New York
University. En 2006 obtuvo el premio Casa de las Américas por su libro
'Del otro lado del espejo'. Puede seguir a Abel Sierra Madero en twitter
en @sierramadero.
Sierra Madero es uno de los participantes en el evento 'El éxodo del
Mariel: 35 años después', el viernes 30, de 1:30 a 5 p.m. en el salón
150 del Graham Center del Recinto Modesto A. Maidique de FIU. (305)
348–1991 y cri@fiu.edu.
Source: Memorias del Mariel: Los actos de repudio en Cuba | El Nuevo
Herald -
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/america-latina/cuba-es/article41869149.html
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