Relaciones con Estados Unidos, un regalo que el pueblo cubano supo apreciar
Los cubanos pudieron ver y escuchar a un secretario de Estado
estadounidense hablando en directo a la Nación y al Gobierno comunista
sobre democracia y derechos humanos
viernes, agosto 28, 2015 | Miguel Saludes
MIAMI, Estados Unidos – La reanudación de relaciones diplomáticas entre
Cuba y Estados Unidos ha sido definida de diferentes maneras por sus
críticos. Unos lo califican de giro dramático. Otros de error. No falta
quien cargue sobre ella la responsabilidad por lo que acontece en la
Isla. El pre candidato republicano Jeb Bush la consideró como un regalo
de la administración Obama hacia el régimen cubano.
No obstante a estos señalamientos negativos sobre la apertura de las
embajadas y otros pasos dados por la actual administración en la
política hacia Cuba, algunos indicativos parecen contradecir que se
trate de un desacierto o un obsequio para Castro. La actual gestión deja
a un lado la añeja política de aislamiento decretada por el poderoso
vecino contra la dictadura vigente en la cercana Isla por más de medio
siglo y que ha funcionado sin mayores consecuencias a pesar de un
improductivo y estéril castigo que en definitiva lo fue por muy corto
tiempo porque el sistema castrista nunca permaneció aislado. Más bien
recibió por esta vía un elemento que ha utilizado como escudo y arma
para buscar el mejor provecho.
Aunque el respaldo principal llegó pronto a través de una fértil
relación con la URSS y los países que orbitaban a su alrededor, tampoco
faltaron en todos estos años relaciones fructíferas y plenas con el
mundo occidental. Comenzando con la España del General Franco, las
cooperaciones tecnológicas israelíes y las relaciones con el lejano
Japón. Países cercanos como Canadá o México jamás rompieron sus vínculos
con la Isla. Tampoco lo hizo el Vaticano pese a la cadena
confrontaciones y tropiezos entre gobierno e iglesia católica cubana. Ni
siquiera la junta militar argentina, según demuestran recientes
documentos develados, declaró un cierre económico a La Habana.
¿Vale decir entonces que el embargo funcionó como táctica política y
liberadora? En el artículo "Obama no será el primero", publicado por El
País en estos días de reaperturas y banderas, se habla del papel de uno
de los más recientes representantes de la diplomacia norteamericana que
dejó impronta bajo la cobertura de la hasta ayer Oficina de Intereses de
Estados Unidos en La Habana. Se trata de James Cason, designado por la
administración George W. Bush para ese puesto. Cason se esforzó
concienzudamente en la defensa y promoción de los derechos humanos y
apoyó al activismo pro democracia en la isla. Testigo soy de su rápida y
descubierta acción frecuentando a varios disidentes apenas tomó el
cargo. Así nos sorprendió con una visita relámpago en plena faena
preparatoria durante el Proyecto Varela.
Pero la intensa actividad de Cason al final rindió pocas ganancias y
mayores contratiempos a la causa de la democracia cubana. Según
declaraciones recogidas en el escrito referido, Cason reconoce que a
pesar de los contactos establecidos con la disidencia, sus consejos y
esfuerzos para organizar cursos de periodistas independientes, o la
apertura de terminales de Internet en la legación, distribución de
30.000 aparatos de radio, periódicos de Miami, cámaras fotográficas,
bolígrafos y libretas, su voluntad no rindió los frutos esperados. Lejos
de ello se llegó a un clímax de tensión en el que se produjo el arresto
de decenas de activistas independientes y su posterior encarcelamiento
con condenas brutales. Un hecho que llevó a una crisis profunda de las
relaciones consulares entre ambos países pero que ni siquiera logró el
cierre de esos vínculos. Cason admitió su aislamiento al concluir su
misión: "Nunca pude reunirme con ningún profesor, periodista, juez o
diputado".
Visitar la sede consular se convirtió en una justificación para acusar a
los que allí iban de mercenarios al servicio de una potencia enemiga.
Precisamente durante el procesamiento contra los 75 ese fue el principal
argumento acusatorio, tomado como referencia incluso por la prensa
acreditada en la Isla para cuestionar a los familiares de los presos. En
plena celebración de uno de estos juicios Oswaldo Payá respondiendo a la
reportera de ABC sobre si aquellas visitas motivaban las elevadas
condenas, el líder opositor pidió que se cerraran definitivamente ambas
legaciones. La de Washington y la de la capital cubana. Y por cosas de
la vida en ese mismo instante Cason y Castro coincidían en la terminal
aérea de La Habana para impedir que un ciudadano llevara a efecto el
secuestro de un avión de pasajeros para irse a Estados Unidos.
En el nuevo escenario que se abre las perspectivas resultan algo
diferentes para el que resulte encargado de llevar lo que ya tiene el
carácter de sede diplomática en todo rigor. No importa las dificultades
que puedan surgir al calor de un diferendo que no se ha cerrado en los
puntos vitales. Levantada la prohibición vigente con los representantes
consulares, quien asuma la responsabilidad en el nuevo contexto tendrá
otras oportunidades para ayudar a una liberalización económica y social
en Cuba abriendo espacios para que ocurran cambios en la vida política
del país. Un adelanto en este sentido fue el discurso de John Kerry, que
rompió con un único precedente en la historia cubana marcado por la
alocución de Jimmy Carter en la Universidad de La Habana. En esta
ocasión el encargado de la diplomacia norteamericana, primero en visitar
la isla en más de cincuenta años, fue escuchado en directo a través de
los medios locales por una población receptiva que pudo apreciar en
español aquellas partes del discurso que tocaba los aspectos
fundamentales sobre democracia y libertades.
La actitud del propio Comandante delata su disgusto. Que su cumpleaños
haya quedado opacado por un suceso como el izado de la bandera
norteamericana en los mismos predios en los que se predijo difícilmente
volvería a verificarse ese hecho, mientras centenares de ciudadanos
mostraban su emoción portado la enseña de la nación "enemiga" y carteles
en inglés dando la bienvenida a los del Norte, o que el propio Kerry
recibiera un baño de gente en pleno corazón de La Habana Vieja cuando
suele ocurrir todo lo contrario durante visitas de funcionarios
norteamericanos a otros países, no es realmente algo que Fidel Castro
debió disfrutar. No es raro que para esa fecha haya mantenido silencio y
se haya rodeado de la presencia de Evo y Maduro que al menos le hicieron
recordar momentos felices de su pasado glorioso.
Por ahora el embargo se mantiene. Mientras tanto las agencias noticiosas
internacionales tomaron nota del momento histórico de un escenario que
hace poco parecía imposible y en el que los cubanos pudieron ver y
escuchar a un secretario de Estado estadounidense hablando en directo a
la Nación y al Gobierno comunista sobre democracia y derechos humanos.
Un regalo que los cubanos de la Isla supieron apreciar con esperanza y
que les llega mejor que un descolgado Viva Cuba libre de esos que
resuenan oportunamente de vez en vez coincidiendo con alguna campaña
presidencial en la cercana ciudad de Miami.
Source: Relaciones con Estados Unidos, un regalo que el pueblo cubano
supo apreciar | Cubanet -
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