¡Es la demografía, estúpido!
Jorge Riopedre/ Especial para martinoticias.com
mayo 29, 2015
En 1992, cuando Bill Clinton le disputaba la presidencia a George Bush,
padre, el asesor demócrata James Carville acuñó una frase que hizo
época, "Es la economía, estúpido", popular consigna invocada a menudo
por analogía para destacar asuntos marginales o sin aparente relación
con el hilo conductor de un argumento. ¿Qué conexión puede haber entre
la presente situación política de Cuba, el mestizaje, la presunta
libertad de la isla y la demografía?
Empecemos por el pasado. En 1868, "Cuba tenía una población de 1,396,530
habitantes de los cuales 793,484 eran blancos, 232,493 negros libres y
370,553 esclavos" (Portell-Vilá 1986). Composición demográfica que
condenaba al fracaso la guerra de independencia del 68 porque en aquel
momento Cuba era todavía española.
Diecisiete años más tarde, en 1895, el carácter demográfico de la
población cubana había cambiado radicalmente: "40 por ciento de la alta
oficialidad y 22 de los 140 generales insurrectos eran negros" (José M.
Hernandez 1999), sector crucial de la población cubana sin cuya
participación no era posible la independencia, como lo había previsto
correctamente José Martí.
Cuba ya no era española en virtud de la nueva composición demográfica,
de modo que con intervención norteamericana o sin ella la metrópoli no
podía seguir sujetando la isla. Cuatro años más tarde, como resultado de
la guerra del 95, la población cubana queda prácticamente aniquilada, lo
cual provoca una nueva y terrible alteración de la composición
demográfica de Cuba: "En 1899 no se conocía otro país con una proporción
tan baja de niños menores de cinco años. La ausencia de hombres y
mujeres nacidos entre 1895 y 1898 dejó una huella siniestra en cada
censo posterior... Cuba perdió una proporción
de su población comparable a las pérdidas de Rusia en la Segunda Guerra
Mundial; Serbia, en la Primera Guerra Mundial; y probablemente el doble
en la guerra civil española o americana" (Thomas 1998).
Cuba postrada asiste, sin saberlo, a la subasta de su futuro: Entre 1898
y 1930 más de un millón de peninsulares sin vínculo o interés por la
independencia del país emigran a la isla, gente en busca de fortuna que
hasta poco antes aplaudía la muerte de José Martí y Antonio Maceo. Así,
se da la paradoja de que España pierde la guerra pero repuebla Cuba.
En 1959, los hijos de esa inmigración masiva, en realidad un éxodo,
resentidos por la intervención de Estados Unidos, hunden a Cuba en la
noche más larga de su historia; el medioevo cubano, la edad oscura de la
superstición marxista-leninista y el desparpajo tropical.
Pese a todo, hay indicios demográficos (envejecimiento, mortalidad,
emigración), que anuncian un cambio en la estructura cultural de la
población cubana, muy lejos todavía de la libertad y la democracia como
lo entendemos en el mundo occidental, pero al parecer irreversible.
Son numerosos los ejemplos de cómo la demografía incide en la vida de
los pueblos. El líder palestino Yasser Arafat solía decir, "el útero de
nuestras mujeres es la mejor arma para doblegar a los judíos", en
alusión a la posibilidad de convertir a los israelíes en una población
minoritaria
por la alta tasa de natalidad de los palestinos. Solución inspirada en
el modelo sudafricano de "one man, one vote" (un voto por persona),
aplastante poder político de una mayoría negra que hace poco menos que
imposible la elección de un presidente blanco en África del Sur.
Como en otras ocasiones a lo largo de su historia, las condiciones en
Cuba están dadas para cambios que transformarán en su totalidad la vida
de los cubanos, quizá no del modo que algunos lo hubiesen deseado, pero
adecuado a la realidad de la isla. En esa evolución han intervenido muchas
variables, pero hay que destacar la acción silenciosa de la demografía
en la formación de ese desdichado país.
Source: ¡Es la demografía, estúpido! -
http://www.martinoticias.com/content/es-la-demografia-estupido/95400.html
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