Gracias por la pocilga
El gobierno cubano ha comenzado a entregar casas en mal estado a
albergados. ¿Ignoran que lo barato sale caro?
miércoles, abril 29, 2015 | Víctor Ariel González
LA HABANA, Cuba. -"Está bueno, pero hay que hacerle sus cositas", dice
la dueña acerca del apartamento, adquirido hace no mucho tiempo, en una
apartada comunidad de las afueras de La Habana. Luego de más de una
década en un albergue, finalmente le asignaron esa propiedad a precios
preferenciales, que irá pagando a plazos.
Las "cositas" a las que se refiere no son pocas, ni mucho menos fáciles
de conseguir. La cocina y el baño no cuentan con un solo azulejo, las
tuberías de desagüe están rotas y el inodoro no está fijado al suelo.
Por otra parte, las paredes fueron malamente pintadas con cal, faltan
interruptores y tomacorrientes, y las luminarias cuelgan de los cables
que salen por un agujero en el techo. Tampoco hay un piso puesto; el
estucado que existía al principio se ha ido levantando y dejado el
relleno al descubierto.
En pocas palabras, a la mujer dieron una pocilga, aunque las autoridades
del Ministerio de la Construcción (MICONS), así como las del Instituto
de la Vivienda (INV), hayan otorgado a los apartamentos como el de ella
el eufemístico nombre de "viviendas progresivas", porque "se supone" que
el propietario "puede ir mejorando (terminando) en un futuro". Sobre ese
tema versó una reciente transmisión del programa Cuba Dice, un show
televisivo que, si no fuera por la tragedia humana que implica siempre,
podría ser considerado humorístico dada la burla que supone para la
audiencia.
Cámara en mano, los entusiastas periodistas del oficialismo llegaron a
una "moderna comunidad"en donde no existe siquiera un policlínico o un
teléfono público. "Estamos apartados del mundo", se quejaba una joven
residente; y parece que tenía razón, pues en todo el tiempo que duraba
el reportaje no se veía ni un solo ómnibus o la mínima actividad en las
polvorientas calles del lugar. Y eso que estaba editado…
El tema en cuestión era la mala calidad con que son entregadas "algunas"
de las construcciones. Varios entrevistados se quejaban de que "ocurren
filtraciones cada vez que llueve o si el vecino de arriba limpia".
Aunque también eran frecuentes las expresiones de agradecimiento a "la
Revolución" por haberles "regalado" una casa.
Para dejar claro que "no se puede ser malagradecido", incluso se filmó
un albergue donde aún sobreviven quienes esperan por que el Estado les
asigne al menos algo propio. "Si me lo dan así mismo, yo lo tomo",
confesaba un padre de familia, que además opinó que trabajando se podría
conseguir lo necesario para terminar lo que fuera. Pero, ¿realmente se
puede?
"Mi hija estaba reuniendo para los quince de la niña, y de ahí fue que
pudimos sacar el dinero", decía una abuela que vive ahora un poco mejor
gracias al piso nuevo y a las reparaciones en su casa, donde obviamente
cohabitan al menos tres generaciones. "A mi casa no le falta nada",
respondía triunfante otro entrevistado, y juzgaba luego a "los que no
les importa y viven comoquiera".
Sin embargo, resulta poco posible que algún cubano, con un empleo de
menos de veinte dólares al mes, lograse completar su vivienda en un
plazo razonable de tiempo. Necesitaría que un pariente o un amigo se
compadeciera, o recurrir a la vía que utiliza todo el país: robar,
traficar, arriesgarlo todo.
Según se clasifican oficialmente, lo que se entrega a los albergados son
viviendas "económicas" porque se abaratan los costos y se agiliza la
terminación. Pero, contando con que sus inquilinos luego deben gastarse
una fortuna en materiales de construcción, y la poca durabilidad de una
edificación cuando su acabado está defectuoso, no resulta nada
ahorrativo. Aquí se cumple a cabalidad la máxima de que lo barato sale caro.
Roberto Vázquez, un funcionario del MICONS que conversó con los
periodistas de Cuba Dice, apuntó que "se ha reforzado el proceso de
control de la calidad" en las construcciones, si bien ello continúa como
"asignatura pendiente". Mientras, las malas prácticas afectan las
entregas que se realizan cada año, del orden de las "dos mil y pico,
tres mil" viviendas en La Habana, según Euclides Santos, director
provincial del INV.
Cuando un edificio es entregado en semejantes condiciones, en breve los
problemas de funcionamiento van deteriorando la terminación, de por sí
pésima. Al cabo del tiempo, la misma estructura deja de ser segura. Y a
largo plazo, el colapso de las comunidades mal hechas supondrá un
problema adicional a los miles de albergados que todavía hoy esperan una
solución.
Source: Gracias por la pocilga | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/gracias-por-la-pocilga/
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