Los contrasentidos de la historia
JUEVES, 24 DE JULIO DE 2014 09:53 ESCRITO POR RAMÓN DÍAZ MARZO
Cuba actualidad, Habana Vieja, La Habana, (PD) La carrera política del
hombre que más ha pedido en la historia lealtad y honor a sus
subordinados comenzó como la de un vulgar chivato.
¿Quién iba a vaticinar que dos espías infiltrados en una organización
política con el objetivo de desmontarla a favor del Gobierno de
Hindenburg finalmente se convertirían en los espectaculares enemigos de
ese Estado y utilizarían a la organización que inicialmente iban a
desmantelar como la puerta del éxito para derrotar al propio Gobierno
para el cual "trabajaban" y convertir a la socialdemocracia del partido
de los obreros en el partido de los nazis?
Estos personajes siniestros, que finalmente terminaron traicionándose el
uno al otro, entraron al Partido Nacional Socialista Obrero Alemán en el
papel de espías al servicio de la República de Hindenburg. Y resultó que
estos espías terminarían conspirando contra el Gobierno de Hindenburg, y
Hitler cumpliría corta condena de prisión (y a nadie se le ocurrió tomar
la llave del calabozo y botarla en el latón del olvido). ¿Quién podía
imaginar que tenían tras las rejas al mayor demonio de la Historia? Y si
alguien, en esos tiempos, hubiera conocido el futuro y lo hubiera
comunicado a los demás, lo habrían tachado de loco.
De este hecho no se habla tanto como se debiera a la hora de explicar la
psicología interna de un espía o chivato, que en la mayoría de las
ocasiones no tienen definido el rumbo ideológico de su existencia porque
su vivir no es mental sino físico. Son hombres y mujeres que aún no han
terminado de madurar, y se sienten impunes por el poder que los manipula
al momento de delatar.
Cuando Hitler regresa a Múnich, después de la primera guerra mundial,
comienza a trabajar para la inteligencia del Ejército que lo comisiona
para infiltrarse en el DAP (Partido Obrero Alemán). Casi al mismo tiempo
el Ejército también comisiona a un tal Ernst Röhm para infiltrarse en el
pequeño partido, y allí conoce a Hitler y pronto sucumbe a su influencia.
Estos dos espías desde el principio mostraron el lado oportunista de su
personalidad. No eran leales a nada ni a nadie más que a sí mismos. Eran
dos chacales que a lo largo del camino tendrían que eliminarse el uno al
otro.
En este caso, Hitler se adelantó y ejecutó a Röhm antes de que este le
diera el zarpazo.
Aquel triste personaje, que tan despiadado se mostró con sus
"traidores", comenzó su carrera política como un virtuoso de la traición.
Para Cuba actualidad: ramon597@correodecuba.cu
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